La sorpresiva foto que protagonizaron este jueves por la mañana el presidente Mauricio Macri, la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal y el alcalde Horacio Rodríguez Larreta en la cabecera ferroviaria de Retiro, fue un mensaje urgente de Cambiemos para diferenciarse de la interna del peronismo y capitalizar su división. También reflejó a los tres jugadores con más peso dentro de la mesa chica del PRO, encargada de definir el armado final de las listas de todo el país y, especialmente de la Provincia de Buenos Aires. La troika es servida, en forma externa, por el consultor ecuatoriano Jaime Durán Barba, pero la lapicera de las tres principales cabezas de gestión del oficialismo es compartida con el jefe de Gabinete Marcos Peña, el secretario General de la Presidencia Fernando de Andreis, el vicejefe de gobierno porteño Diego Santilli y el jefe de Gabinete bonaerense Federico Salvai. Ese armado se reune diariamente. Por debajo hay un equipo de coordinación de campaña, que reporta a la mesa chica, donde trabajan el ministro del Interior Rogelio Frigerio, su vice Sebastián García De Luca y el presidente de la Cámara Baja Emilio Monzó, junto al titular del PRO a nivel nacional Humberto Schiavoni y al legislador porteño y jefe partidario porteño Francisco Quintana.
Desde ambos equipos, las consultas se extienden a propios y tapados, como el asesor y ex intendente porteño del menemismo Carlos Grosso, una voz muy escuchada por el Presidente antes de ejecutar el dedazo final. Algunas fuentes aseguran la gravitación del intendente de Vicente López Jorge Macri. Sin embargo, ante las consultas de Letra P, un integrante del equipo más reducido negó la presencia del primo presidencial en la coordinación de la campaña y dentro de la composición actual del esquema decisorio que Macri utiliza desde que lanzó su primera candidatura en 2003, es decir, la "mesa de estrategia" que, con el correr de los años, ha tenido a distintos miembros.
Entre ellos, funciona un esquema de análisis e información electoral cuyo ritmo se agita mientras se acerca el cierre de listas y candidaturas y termina la etapa de "pre campaña". Dentro de la Casa Rosada, el clima pre electoral está concentrado en la interna del peronismo, y al presunto portazo de Cristina Fernández de Kirchner con su ex ministro Florencio Randazzo para disputar internas dentro del PJ. "La presentación de estos frentes no implica a priori ruptura o división. Hay que esperar al cierre de listas", definió un armador bonaerense que prefirió la cautela, antes de desechar cualquier posibilidad de unidad entre el kirchnerismo, el randazzismo y el peronismo.
PROYECCIONES PARA EL 24-A. En rigor, con interna dentro del PJ, o sin ella, la foto electoral actualizada que circula en la conducción electoral del PRO pronostica una elección que "se ganará o perderá por un voto", dentro de una proyección donde habría una polarización recortada por un tercer lugar expectante. La geografía delimitada por las encuestas que realiza el Gobierno, preanuncian para la Provincia de Buenos Aires una pelea cabeza a cabeza, de 35 a 35, entre el candidato de Cambiemos y la posible postulación de CFK, al frente del pelotón del peronismo, inclusive con Randazzo adentro. El tercer puesto, le otorga un 20 por ciento al bolsillo del Frente Renovador de Sergio Massa.
La centralidad que el oficialismo dice adjudicarle a Cristina como adversaria, no deja margen para una posible autonomía de Randazzo, ni del PJ dentro de la Provincia de Buenos Aires. "Si va CFK como candidata, no sé cómo se va a sostener Florencio, ¿con qué gente la enfrentaría?", explicó la fuente para justificar por qué los arquitectos electorales del PRO se resisten a darle mayor peso al ex ministro de Transporte y al PJ bonaerense. Aún así, en medio de expresiones de cautela, escepticismo y, a veces, cinismo, algunos funcionarios calculan y celebran al rédito anticipado que podría procurarles el novelón que aún divide al peronismo. La segunda lectura tiene que ver con las PASO: si ninguna de las principales fuerzas realiza internas partidarias, el Gobierno volverá a desempolvar sus planes para limitar las primarias, tal como lo intentó en la reforma electoral que fracasó el año pasado en el Congreso, para que dejen ser de obligatorias.
Ante la proyección de una "semifinal infartante en las PASO", cerca de la gobernadora bonaerense confirmaron a Letra P que "siguen en pie" las candidaturas del ministro de Educación de la Nación Esteban Bullrich a primer senador nacional, junto a Gladys González (el frente del ACUMAR) para la Cámara Baja. Ante las versiones promovidas por Carolina Píparo sobre su postulación en las listas bonaerenses de Cambiemos, explicaron que la mujer "sólo podría ser candidata a legisladora provincial por La Plata".
En el terreno porteño, la lectura es otra. "Si todo el peronismo va unido en la Capital, a nosotros nos beneficia porque así podemos profundizar la polarización con el peronsimo y reducir el peso de Martín (Lousteau) como oponente", analizó uno miembro del equipo electoral, que definió como "inmejorable", la posición del oficialismo capitalino detrás de la candidatura de la diputada nacional por Chaco, y líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió.
Detrás de la aparente algarabía que exudan los alfiles del PRO porteño, la Casa Rosada seguirá apuntalando, a diario, su tierra originaria y la bonaerense con la figura presidencial. Tanto en la Ciudad, como en el conurbano, el objetivo inicial será capitalizar, una por una, la aceleración de obras de infraestructura para transporte público, salud y seguridad que financia la billetera federal. También comunicar "todo lo posible" las intervenciones estatales en el consumo de los bonaerenses, como las compras con descuento en supermercados adheridos que lanzó el Banco Provincia, ante un electorado escéptico que corre a aprovechar las ofertas, con la certeza de que sólo durarán hasta las elecciones. Serán anabólicos para afrontar el deterioro de las condiciones económicas del área metropolitana, que no tuvieron freno ante la ausencia de "brotes verdes" que no llegaron. En esa tensión política, marcada por una creciente conflictividad social y sindical, dentro de Cambiemos prefieren analizar la potencialidad de un peronismo débil y balcanizado, que avizorar el impacto electoral de un ciclo económico cargado de incertidumbres y números rojos en materia de pobreza, inflación y desocupación.