REFORMAS PRO

En la Rosada, la reforma previsional dividió en tres grupos a los gobernadores

En el termómetro del Gobierno están los que pusieron el cuerpo, los que jugaron a medias y los que se borraron. Uñac, Casas y Lifschitz, los apuntados. Descartan vendettas y "relanzar vínculos".

“La ley salió gracias al acuerdo de los gobernadores, pero hubo algunos que jugaron muy mal, algunos que no estuvieron bien, y otros que se animaron a ponerse el traje y sacarse la foto dentro del Congreso en el momento más difícil”, resumió un miembro del equipo que rodea al ministro del Interior Rogelio Frigerio para analizar cómo continuará la relación del gobierno de Mauricio Macri con los caciques provinciales. Se trata del principal esquema de negociación que eligió la administración de Cambiemos para afrontar la debilidad de origen que tiene el oficialismo dentro del Congreso. El armado fue definido como una pieza clave para la estrategia del “reformismo permanente” que tuvo a la reforma previsional como su punto más crítico en la inestable relación de Macri con “los gobernas”. Sin embargo, a pesar de las broncas contenidas, en la Rosada reconocen que “no les queda otra” que relanzar el vínculo con todos los mandatarios, mientras relativizan que se avecine una era de “vendettas” con aquellos que incumplieron sus compromisos.

 

Las mayores decepciones que mascullan dentro de la Casa Rosada, giran en torno a los mandatarios de La Rioja, Sergio Casas y de San Juan, Sergio Uñac. Ambos son señalados desde el Gobierno por no contener las internas de sus propios caciques territoriales, que los debilitaron al punto de “incumplir lo que habían firmado” en las negociaciones que mantuvieron dentro de Balcarce 50. Los mandatarios peronistas, según interpretan sus interlocutores oficiales, no pudieron resistir al peso del diputado nacional José Luis Gioja -titular del PJ- y ex mandatario sanjuanino; y de Luis Beder Herrera, ex gobernador riojano, que también integra la Cámara Baja. En la lista de reproches que acumulan en el primer piso de Balcarce 50, la inquina sobre Casas y Uñac -que en forma transitiva recae sobre sus antecesores- también se extiende sobre el tres veces gobernador Gerardo Zamora, cuya esposa, y ex mandataria, Claudia Ledesma Abdala de Zamora, jugó un rol totalmente distinto al que acordó su consorte.

 

El gobernador santafesino Miguel Lifschitz sobrevive en la zona gris, porque el único diputado que le responde votó en contra. "Jugó mal en Diputados” señaló un hombre del Gobierno consultado al respecto. “El Presidente no se olvida que fue el último gobernador que se resistió a firmar el pacto fiscal, a cambio de que la Nación le garantizara el pago de la deuda acumulada por el fallo de la Corte”, que declaró inconstitucional la retención de fondos coparticipables para financiar al ANSeS. “Insistió hasta el final, nosotros cedimos, pero después incumplió”, disparó la fuente consultada.

 

 

El pelotón de mandatarios que no se ganó el malestar que rezuma el entorno presidencial está concentrado en aquellos que “se pusieron el traje y fueron hasta el Congreso a poner el cuerpo”. Ellos son Juan Manuel Urtubey (Salta), Rosana Bertone (Tierra del Fuego), Omar Gutiérrez (Neuquén), Hugo Passalacqua (Misiones), Alberto Weretilneck (Río Negro), Domingo Peppo (Chaco), Juan Luis Manzur (Tucumán), Gustavo Bordet (Entre Ríos), Mariano Arcioni (Chubut), y Gustavo Valdés (Corrientes). La lista incluye al cordobés Juan Schiaretti, que no alcanzó a llegar al Congreso por los incidentes, pero forma parte de la nueva lista de confianza que delineó Macri.

 

 

 

El núcleo duro de ese elenco está delineado por los caciques del oficialismo, que “estuvieron a la altura de las circunstancias”. El elogio que deslizan en el primer piso de Balcarce 50 fue dedicado al alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta, la mandataria bonaerense María Eugenia Vidal, su par mendocino Alfredo Cornejo, el jujeño Gerardo Morales y el ex mandatario correntino Ricardo Colombi. Schiaretti no pudo llegar al Congreso, pero fue uno de los que redoblaron sus insistencias con los demás mandatarios en nombre de Cambiemos.

 

La escena del viernes pasado dentro de la Cámara Baja fue construida a fuerza de ásperas advertencias presupuestarias, que llegaron a veladas amenazas de frenar el envío de fondos federales y dejar a sus áreas de Hacienda al borde del precipicio, ante la imposibilidad de pagar salarios y el último medio aguinaldo.

 

 

 

“Tenemos claro que los gobernadores no logran en Diputados lo que podían hacer en el Senado, pero dentro del peronismo el gran debate tiene que ver con el futuro del bloque Argentina Federal en la Cámara Baja, porque no tienen a alguien como (Miguel Ángel) Pichetto en el Senado. Lo que mejor tienen es (al salteño) Pablo Kosiner, pero es un enigma, porque se le revelan los “sin tierra” y se le caen los acuerdos”, chicaneó un hombre del oficialismo que el viernes pasado deambuló dentro del Congreso, antes y después de la foto con los mandatarios que se animaron “a poner el cuerpo”.

 

La fiscal general de Santa Fe María Cecilia Vranicich.
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