LA QUINTA PATA

La economía perfecta de Javier Milei hacia las elecciones de 2025

Precios y reactivación, la obsesión de Toto Caputo para la temporada electoral. Consumo, empleo y un invierno prolongado. ¿Hay salida? ¿Con qué dólares? Batalla cultural y autoritarismo.

Javier Milei lanzó una ofensiva total hacia la madre de todas sus batallas, las elecciones de 2025. Para consolidar su proyecto en las legislativas que vienen, deberá cumplir su promesa de "destruir" la inflación y generar la idea de que trabajar y producir algún día será algo posible. En el camino, la batalla cultural separará a "argentinos de bien", sensibles a su prédica, de desechables, y el país será cada vez más bipolar.

El año próximo se jugará nada menos que la fortaleza política con la que el gobierno de ultraderecha encarará la segunda mitad de su mandato, su posición en el Congreso y una posible hegemonía de La Libertad Avanza (LLA) sobre la diversa familia de las derechas. Sin embargo, guerras discursivas aparte, esa aventura dependerá de dos pares de fenómenos vinculados a la Argentina material: por un lado, la paciencia social ante la dureza de un ajuste que promete mantener contra viento y marea; por el otro, si el mercado también lo comprenderá y le creerá que hará todo lo necesario para pagar los cuantiosos vencimientos de deuda que se avecinan. Si lo primero es complejo, lo segundo lo es todavía más: dados los pronósticos reservados sobre los precios de la soja, la escasez de reservas y el rechazo gubernamental al riesgo de volver a devaluar el peso, no se conocen alquimias capaces de convertir pesos sobrantes del presupuesto en dólares que no existen.

Economista al fin y conciente de que su ascenso fue, antes que nada, producto de la insatisfacción popular con las condiciones de vida, ubica el problema de la inflaciónigual que la opinión pública– en el centro de sus desvelos. Sin embargo, convertir a LLA en un partido nacional y eje de alianzas fuertes es una tarea pendiente desde el inicio de todo –allá por 2021– y la batalla cultural, el medio para distraer, instalar agenda ultra y, a tono con el populismo político que abraza, dividir a la sociedad en dos y sólo dos bloques políticos.

Si los frentes son tres –economía, armado electoral y agenda conservadora–, los comandantes también son tres: el propio Presidente, su hermana Karina Milei y Santiago Caputo.

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Javier Milei, Karina Milei y Santiago Caputo, generales de una estrategia oficial en tres frentes. Son las tres patas actuales de una mesa que se ha achicado desde la asunción el 10 de diciembre.

Javier Milei, Karina Milei y Santiago Caputo, generales de una estrategia oficial en tres frentes. Son las tres patas actuales de una mesa que se ha achicado desde la asunción el 10 de diciembre.

Todo marcha en armonía, pero, si la economía se hunde, se hunde el proyecto.

El coronel Toto Caputo

Los generales tienen lugartenientes. El segundo en la crucial batalla económica es Toto Caputo.

Para mantener la cabeza sobre su cuello, el ministro de Economía debe sostener la desinflación y, de cara al año electoral, llevarla cerca de cero, sin zozobras, y con señales claras de reactivación. ¿Misión imposible?

Parado sobre el índice de julio –duro de tragar por ratificar la meseta inflacionaria reciente, aunque le permite sostener la narrativa de la escalera descendente del IPC–, el jefe del Palacio de Hacienda apunta ahora a que la del mes que viene sea inferior al 2% y que la núcleo –anticipo de la tendencia general por excluir precios regulados y estacionales– se ubique cerca del 1%. Parece complejo.

Al declarar el asesinato técnico de la inflación debido a que –se supone–, cumplido el dogma monetarista de la emisión cero sólo se trataría de sentarse a esperar que desapareciera, Manuel Adorni aseveró que el objetivo es "finalmente llegar a cero". El Gobierno se ata al mástil.

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Más que un simple vocero, Manuel Adorni es uno de los encargados de instalar en los medios y en las redes sociales la narrativa de la ultraderecha.

Más que un simple vocero, Manuel Adorni es uno de los encargados de instalar en los medios y en las redes sociales la narrativa de la ultraderecha.

Javier Milei, ¿Robin Hood o Hood Robin?

Esa visión tiene implicancias importantes, tanto si resultara exitosa como si se revelara como una fantasía.

Si la inflación –más o menos– cero se consiguiera en medio de una hiperrecesión como la actual, que sólo admite recuperaciones de ingresos sectorialmente puntuales y cuantitativamente marginales, su sostenimiento implicaría un nivel de actividad persistentemente frío –fresco, en el mejor de los casos–, condición que incluiría al empleo y que impactaría cada vez más sobre una pobreza probablemente ya superior al 55%. No por nada una letra ha salido definitivamente del abecedario de Caputo, la ve, y, para Milei, los buzos ya no sufren de meteorismo.

La reactivación es una eventualidad inevitable porque toda caída tiene el suelo como instancia final; de lo que se trata es si será robusta o tenue, generalizada o fragmentada, continua o intermitente. La que se corresponde con el render oficial no parece responder a los primeros de esos tres pares de adjetivos. Si ya no fuera a basarse en una recuperación del consumo, variable que antes de Milei daba cuenta de más de dos tercios del PBI nacional, sólo podría venir a través de la restauración del crédito.

La estabilidad de la moneda es una condición fundamental para que eso ocurra y la otra, que el Estado deje de absorber el crédito disponible para financiar sus déficits. Por eso el equilibrio fiscal a rajatabla es el gran pilar del programa económico y, por eso, el mandatario afirma que, al conseguirlo, le "devuelve a la sociedad" dinero que antes le quitaba.

La duda, claro, es a qué sectores y con qué criterios lo haría.

Anticipos del Presupuesto de Toto Caputo

El proyecto de Presupuesto 2025 que Caputo despachará hacia la Cámara de Diputados antes del 15 de septiembre dará una idea de los objetivos fiscales y monetarios del Gobierno, así como de sus proyecciones de inflación y PBI. Será un mojón para "devolverle más dinero a la sociedad", parte de un camino para llegar alguna vez a un gasto público no superior al 25% del PBI, tal como consta en el Pacto de Mayo. Si el fisco recaudara más que lo que gastase, ese excedente se volcaría a una mayor "devolución" de ingresos a través de reducciones de impuestos.

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Boceto del Presupuesto 2025 escrito en papel por Javier Milei. Fuente: ámbito.com.

Boceto del Presupuesto 2025 escrito en papel por Javier Milei. Fuente: ámbito.com.

Algo de eso comenzará a verse el mes que viene, cuando el impuesto PAIS, que grava las importaciones y demás gastos de argentinos en el exterior, baje del 17,5% al 7,5% y regrese al punto en que lo había dejado Sergio Massa.

Eso reduciría más la inflación al abaratar bienes finales e insumos importados, restando, se calcula, 0,7 punto porcentual al IPC de septiembre. Sin embargo, también abultaría en alrededor de 1.000 millones de dólares mensuales las necesidades del Banco Central para surtir de divisas las compras externas.

Lo de la baja de impuestos suena bien, pero la reducción de la presión tributaria será lenta. De acuerdo con el avance del Presupuesto 2025, la recaudación impositiva pasará del 21,61% del producto que se espera para este año a 21,16% el que viene. Si el equilibrio fiscal a como dé lugar es el norte, tampoco se le puede devolver tanto dinero y tan rápidamente a la gente.

La economía de Javier Milei para las elecciones

Ajuste permanente del gasto, déficit cero, desinflación y rebote modesto basado en la reaparición del crédito; esas son las bases de la mileinomía para el año electoral. Esos pilares, con todo, tienen riesgos que se avizoran específicamente en el dólar, el sitio en el que se gestan todas las grandes crisis nacionales.

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Las tenencias de dólares del Banco Central resumen la distancia que va de la estabilidad económica y política a las grandes crisis nacionales.

Las tenencias de dólares del Banco Central resumen la distancia que va de la estabilidad económica y política a las grandes crisis nacionales.

El año que viene, el Tesoro debe hacer frente a deudas por alrededor de 12.000 millones de dólares. Frente a eso, hay dos y sólo dos caminos: pagar cash o refinanciar vencimientos tomando nuevos compromisos.

Descartado lo primero, lo segundo sólo sería posible si el riesgo país, hoy firme por encima de los 1.500 puntos básicos –15 puntos porcentuales más que el rendimiento de los Bonos del Tesoro estadounidense–, cayera a la mitad. Eso no parece cerca de ocurrir, porque el mercado cree que el Banco Central no tendrá las reservas suficientes para evitar un "evento crediticio", esto es un default liso y llano o una renegociación que puede ser suave en sus términos pero que, en el fondo, no dejaría de contener la amenaza del impago. Mientras, el Presidente anticipa en el futuro Presupuesto el superávit fiscal necesario para pagar hasta convencer al mercado de que la cosa va en serio y el riesgo país finalmente baje. Bien, tendría los pesos. ¿Y los dólares?

Todo el diseño de Milei y Caputo descansa en que el billete verde no se dispare. El oficial está protegido por el cepo y los paralelos, intervenidos por el blend, que permite liquidar el 20% de las ventas al exterior en el contado con liquidación, y por la recompra de los pesos entregados a cambio de los dólares entregados forzosamente por los exportadores.

La amenaza de un salto del dólar

Las presiones arrecian para que el control de la brecha así obtenido –algo impropio de libertarios, liberales, ortodoxos o lo que quiera que sean los gobernantes actuales– lleve lo antes posible al levantamiento del cepo cambiario. Una liberación del mercado, se supone, llevaría a una segunda megadevaluación, menor que la de diciembre último, pero aun así generadora de una nueva oleada inflacionaria y a un recrudecimiento de la recesión. Peligro: con otra devaluación, podría no haber paraíso para Milei. Por eso es tan tajante la negativa oficial a siquiera pensar en esa posibilidad.

Sin embargo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) aboga abiertamente por esa salida no sólo al cepo, sino a un atraso cambiario que el Gobierno niega. Con las actualizaciones mensuales del 2% –siempre menores a la inflación–, el tipo de cambio oficial real multilateral se ha reducido a casi la mitad del resultante de la megadevaluación de diciembre y se ubica ya apenas 9% por encima del nivel previo a aquel hito.

¿Hay atraso o no? Técnicamente, hay mil modos de argumentar a favor o en contra, pero la realidad es la única verdad: el tipo de cambio ofrecido a los exportadores, neto de retenciones, no alcanzó para que la última campaña sojera terminara en otra cosa que en una decepción.

Mientras, los mercados globales asustan con avisos de crisis y la soja se desploma, generando más interrogantes sobre la disponibilidad de dólares en el segundo trimestre del año próximo –la previa de los comicios– y ahondando los reclamos por una reducción de retenciones.

Los dibujos de la batalla cultural, con los géiseres oficiales crecientes de ataque a periodistas, de homofobia, misoginia y macartismo, desembocarán fatalmente en la suerte del plan económico. Como se percibió con los jocosos saludos de Adorni a los únicos "zurdos que sí aportaron a la grandeza de la Argentina", que dejaron afuera a Diego Maradona y a millones de argentinos progresistas, la idea es dividir a la sociedad en dos: la afín a la narrativa oficial y la irrecuperable.

Como indica Pablo Semán, coautor y compilador del libro Está entre nosotros, la ultraderecha gobernante confunde el eco autogenerado de su propio discurso con el establecimiento de una nueva hegemonía cultural.

Todo eso, por peligroso que sea para la convivencia democrática, es un castillo de naipes susceptible de derrumbe; sólo bastaría el soplo de una brisa capaz de llevar al cielo un barrilete verde.

Las caras de Toto Caputo y Javier Milei en la marcha universitaria del 23A. (Foto: NA).
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