Todos somos ateos hasta que se mueve el avión. Entonces, cuando entramos en zona de turbulencias, nos encomendamos al primer dios que se nos cruza. A las fuerzas del cielo. El concepto aplica para estas horas aciagas que jura no atravesar el Gobierno. Todos somos liberales hasta que se sacude el mercado, pensarán, pero nunca lo confesarán, Javier Milei y Toto Caputo, prendidos como garrapatas al maldito cepo plantado como una semilla del mal por la Segunda RepúbliKa cristinista.
Este martes, los newsletters de Letra P dan cuenta de eso.
“Larga vida al cepo”, titula Eugenia Muzio su Letra E, el boletín de economía y finanzas que envía cada semana. “El lunes de pánico que vivieron los mercados globales metió ruido en la hoja de ruta del ministro Toto Caputo”, advierte y explica que, “pese a que el Gobierno intentó bajarle el tono a la reacción local, el contexto desnudó dos aspectos sensibles del programa económico: la salida del cepo cambiario y la expectativa del pago de la deuda en moneda extranjera”.
En medio de las turbulencias, “los esfuerzos del equipo económico se concentraron en advertir que el impacto habría sido mucho mayor si no hubiese ‘orden macroeconómico’ y si hubiese levantado las restricciones cambiarias antes de tiempo”, escribe Muzio y cita fuentes del Palacio de Hacienda que se golpearon el pecho: "Con el sobrante de pesos que había y sin cepo, este mismo escenario habría sido una calamidad".
“Una excusa oportuna para Milei y Caputo”, dice Marcelo Falak en desPertar, su envío diario, y destaca que “Caputo dejó trascender que el impacto de la crisis en el país se verá atemperado por la vigencia del cepo cambiario”.
“Si el maldito cepo resulta un amortiguador en la crisis –razona-, cabe suponer que una coyuntura internacional desfavorable haría más difícil su remoción y, con eso, normalizar la actividad. Todo dependerá de la duración de la malaria”. Mientras se mueva el avión, el Gobierno seguirá elevando plegarias al dios Estado.
Mauricio Macri, Javier Milei y el cepo que nos hiciste mal, pero…
Como reseña Letra P en una producción especial publicada el año pasado, a propósito de la discusión electoral que tuvo a las restricciones cambiarias como uno de sus ejes, el cepo al dólar fue plantado en la economía argentina por la Segunda Repúblika cristinista y nada menos que por uno de sus más ilustres demonios, el entonces ministro de Economía Amado Boudou.
Recién confirmada en el poder por el 54% que cosechó en las urnas de las elecciones de 2011, la administración de Cristina Fernández de Kirchner dispuso que toda compra de divisas debía ser validada por la AFIP. Fue el inicio de un camino que CFK iría profundizando hasta dejar el poder, en 2015, con 2.000 dólares como techo mensual para la compra de divisas con destino de atesoramiento.
En diciembre de ese año, siete días tardó el liberal Mauricio Macri, con Alfonso Prat Gay en el Palacio de Hacienda, en cumplir su promesa electoral de levantar el cepo, hasta que pasaron cosas y se movió el avión.
Embed - La señal de la cruz de Mauricio Macri - Parte 2
El temblor financiero que produjo la paliza que recibió en las urnas de las PASO de 2019, cuando iba por la reelección que no pudo conseguir, lo obligaron a aprenderse la señal de la cruz, esa que tanto le había costado hacer delante de religiosos varios: primero dispuso un límite mensual de 10.000 dólares para la compra de divisas y un par de meses después, en octubre de ese año, ya con Alberto Fernández como presidente electo y con el bombero Hernán Lacunza en el Ministerio de Economía, bajó el techo hasta los 200 billetes verdes. El torniquete liberal terminó siendo diez veces más apretado que el del zurdaje K.
El Topo Javier MIlei vino a detonar desde adentro todo ese sistema de regulaciones estatales comunistas y empobrecedoras, pero lleva ocho meses en el poder y no ha podido vender el pescado, que ya echa un olor nauseabundo para las expectativas de shock ultraliberal que alimentó el líder anarcocapitalista.
Sin terremoto global de por medio, el Gobierno ya estaba complicado para satisfacer la sostenida presión del Círculo Rojo y de la hinchada liberal de levantar las restricciones cambiarias. En este escenario, el objetivo se convirtió directamente en quimera. Sin cepo, el escenario de hoy sería “una calamidad”, según la confesión de parte que ensayó el team Caputo.
En definitiva: liberales, pero no boludos.