LA QUINTA PATA

La Argentina de Javier Milei, en el pozo del populismo económico

El Presidente cambia futuro por pasado. CFK y el peronismo, dos porotos. Dilapidación de riqueza, destrucción de capital e hipoteca social. Un modelo inviable.

El liberalismo suele descalificar la herencia del peronismo en general y la de CFK en particular como un legado maldito por su sesgo populista. Esto, se supone, es lo que vienen a liquidar Javier Milei y su brazo ejecutor, Toto Caputo. Con todo embargo, la verdad es otra: la motosierra lleva al país al fondo de ese abismo.

Muchas apariencias se deshacen. Para empezar, la de sectores que se desgañitaban contra presuntos abusos de poder del pasado y hoy callan frente a otros más clamorosos y graves. Con todo, más allá del progresivo deterioro de la convivencia y de la propia democracia que atraviesa el país, otros elementos pasan por debajo del radar en lo político y, sobre todo, en lo económico.

Si se acude a autores icónicos como Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, entre otros, surge que todo el modo de acumulación política de Milei es populismo puro y duro. De ultraderecha.

Mucho más cerca en el tiempo y más amigable para leer y citar, María Esperanza Casullo señala en su libro ¿Por qué funciona el populismo? los rasgos fundamentales de ese fenómeno.

Javier Milei, un populista de manual

La idea central de un pueblo victimizado por enemigos externos e internos –el comunismo, los keynesianos, la "casta"–. Un discurso agresivamente divisivo en torno a "nosotros" y "ellos". Un líder infalible y adulado. La traición de quintas columnas –el 90% de los periodistas, "econochantas", "kukas", "zurdos", "orcos", "noños republicanos"–. Rechazo de lo intelectual y, en palabras del Presidente, "el triunfo del hombre común". Establecimiento de un mito fundante y un pasado glorioso previo a la gran traición –la "Argentina potencia" de hace un siglo–. Y amenazas exteriores: inmigrantes a los que se empieza a poner restricciones, la OMS, la ONU, el wokismo, la influencia China, el lobby feminista y proaborto que derrumba la tasa de natalidad…

Todo el populismo político está allí. ¿Y en lo económico cómo andamos?

Parte de la ciencia económica trató el populismo de otro modo. Esa mirada denuncia como tal cosa la tendencia a dilapidar capital –stocks – convirtiéndolo en flujos de consumo inmediato, lo que genera un bienestar ficticio y pasajero, y que redunda en un empobrecimiento futuro.

El populismo económico según Javier Milei

Mucho se ha dicho al respecto sobre el kirchnerismo, al que aún se acusa de haber convertido el superávit fiscal que recibió en 2003 en un déficit crónico, el autoabastecimiento energético en importaciones, el sobrante de dólares en su ausencia, la ganadería abundante en un bien escaso y la solvencia lograda por el Banco Central en los años de la supersoja en su bancarrota.

En 1991, Rudiger Dornbusch y Sebastian Edwards publicaron The Macroeconomics of Populism in Latin America, un trabajo emblemático sobre el costado económico del populismo así entendido. Al comparar diversas experiencias regionales, encontraron como patrones el estímulo insostenible del consumo, el descuido de la acumulación de capital en aras de una redistribución excesiva del ingreso, el desdén por el ahorro y la inversión, el déficit fiscal, el recurso al endeudamiento y abusos contra el derecho de propiedad y las normas institucionales.

¿Qué ocurre hoy con el mileiato?

Sin dudas, el celo por el ajuste y el superávit fiscal lo diferencia de los populismos distribucionistas, pero hay otros –centrales– que lo asemejan. Sobre todo, el endeudamiento –ultracondicionado y carísimo– y la tendencia a consumir stocks –riqueza acumulada– en función de conveniencias de corto plazo.

Presente frágil, futuro hipotecado

Milei tiene en mente mucho más que el objetivo de dar vuelta como una media a la Argentina en lo económico; lo suyo es una "batalla cultural", algo que requiere tiempo, insumo que en política se compra con elecciones.

Así, la meta de la desinflación, principal demanda de las urnas en 2023, deviene en un elemento central para la irreversibilidad del modelo. Eso hace que se lo persiga incluso en términos efectistas, despreocupados por el futuro y consistentes con la destrucción de stocks. Eso también es populismo.

Lo más obvio es el deterioro de las reservas, fuertemente negativas al inicio de la gestión Milei e igualmente negativas hasta el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) del 11 de abril. En el medio, el Gobierno empobreció a la sociedad con una devaluación desmesurada y dilapidó los efectos competitivos de la suba del dólar, una campaña agrícola normal –tras la sequía histórica de 2023– y un blanqueo de dinero exitoso. Terminó en el Fondo y, de a poco, también comienza a consumir esos recursos prestados. Nada le alcanza.

Felipe Núñez, asesor de Caputo, avisó a mediados de este mes en el streaming Carajo, conducido por el Gordo Dan –alias Daniel Parisini–: "No venimos a comprar reservas, venimos a bajar impuestos y a bajar la inflación". Esa política choca con lo prometido al FMI, que hace la vista gorda hasta el 26 de octubre. Un ardid electoralista a plazo fijo.

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Toto Caputo y las pifias seriales

Desde la flexibilización del cepo del 14 de abril, la manía de pisar el dólar –con eso, los precios– ha derivado en la renuncia a la adquisición de reservas y en una fuerte intervención sobre el mercado de futuros. Mientras, los objetivos oficiales de un tipo de cambio menor a 1.000 pesos y de reservas brutas de 50.000 millones de dólares no se cumplirán y ubicarán a Milei y a Caputo al frente de la fila de los "pifiadores seriales".

Mientras, en plena temporada alta de la soja se da el mundo del revés: las reservas caen y el dólar sube.

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Así evolucionaron las reservas brutas del Banco Central y el dólar entre el 16 de abril, después de la incorporación a las mismas de los préstamos de organismos internacionales, y el viernes último. El modelo de Javier Milei no cierra.

Así evolucionaron las reservas brutas del Banco Central y el dólar entre el 16 de abril, después de la incorporación a las mismas de los préstamos de organismos internacionales, y el viernes último. El modelo de Javier Milei no cierra.

Por un lado, el superávit comercial se derrite.

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Por el otro, el desequilibrio entre turismo emisor y receptor se agudiza.

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"En abril –con la flexibilización de un cepo que sigue limitando a las empresas– las 'personas humanas' compraron billetes por 2.048 millones de dólares y efectuaron ventas por 111 millones de dólares. En cuanto a la cantidad de personas que operaron, un millón de individuos compraron billetes, mientras que unos 309 mil vendieron", dijo el informe de Evolución del Mercado de Cambios y Balance Cambiario de abril emitido por el Banco Central. Los colchones parecen llenarse en lugar de vaciarse ante la percepción extendida de atraso cambiario que no sería eterno.

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La motosierra de Javier Milei, Vaca Muerta y la canaleta del Caribe

¿Entonces? Stock, encima deuda, que consumen sectores medios que ahorran y viajan, pero que tampoco serán inmunes a las consecuencias últimas del modelo y su "plan platita".

El problema cambiario muestra una veta elocuente. Vaca Muerta no es sólo la realidad ya concretada de la restauración del superávit energético, sino, más importante, la promesa de surgimiento de un nuevo sector capaz de aportar, en pocos años, tantas divisas como el complejo sojero. ¿Milei aprovecha o desperdicia esa bendición?

El economista Amilcar Collante realizó una interesante comparación entre las divisas que aportan los combustibles no convencionales de la cuenca neuquina y las que, "plata dulce" mediante, se van en concepto de turismo anabolizado por el dólar barato.

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Por ahora Vaca Muerta se va por la canaleta de las playas del Caribe. Más stocks, capital, que se dilapida.

A lo anterior hay que sumar muy especialmente lo que la motosierra le hace al capital físico y humano de la Argentina.

Lo primero se traduce en el abandono prácticamente total de la infraestructura. El Gobierno habla ahora –a casi un año y medio de gestión– de concesionar rutas, pero todo se demora y afecta la competitividad de las exportaciones, la inversión y el crecimiento.

Industria y capital humano: el modelo imposible

En el contexto actual –atraso cambiario, apertura importadora, desregulación radical y, sobre todo, contracción de la demanda– se acumulan los nombres de industrias emblemáticas que enfrentan problemas severos, ya sea en forma de caída de producción, suspensiones y despidos o llamativos defaults.

Desfilan cada día, con malas noticias, nombres como Molinos, Sancor, La Verónica, Dánica, Granja Tres Arroyos, Bimbo, Pepsico, Acindar, General Motors, Cerro Negro, Loma Negra, Zanón, Cerámica Cortines, Textilcom, AlpaCladd, Los Grobo, Agrofina, Grupo Albanesi, Celulosa Argentina, productores de frutas, la marina mercante

Sin mercado doméstico ni externo y sin horizontes de rentabilidad no sorprende que la inversión no responda ni con los regalos del RIGI.

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La resistencia de los trabajadores contra el vaciamiento del hospital Garrahan puso en crisis la narrativa de Javier Milei del ajuste a ultranza.

La resistencia de los trabajadores contra el vaciamiento del hospital Garrahan puso en crisis la narrativa de Javier Milei del ajuste a ultranza.

La dimensión humana de la crisis que no miramos también hace a capital –el más importante– que se destruye. ¿Qué otra cosa si no destrucción del futuro es el colapso del sistema científico, el vaciamiento de hospitales como el Garrahan, el descuido general de la educación y la salud públicas y el éxodo de profesionales calificados?

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¿Hay, por esta vía, crecimiento posible de largo plazo? Sólo falta que la política argentina lo piense y dé una respuesta.

Javier Milei, Kristalina Georgieva y Toto Caputo.
Javier Milei y el dólar: otra vez sopa.

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