Dolarización, el fetiche
"Los audaces y valientes esfuerzos (de Milei) estarán condenados al fracaso si no cumpliera de inmediato la mayor promesa que hizo durante su campaña: deshacerse del peso y reemplazarlo por el dólar estadounidense", dijo hace poco, en una carta abierta, Steve Forbes, ceo y editor de la influyente publicación de mercados que lleva su apellido.
Paso a paso
Milei no avanzó más y dejó pedaleando en el aire a los inversores que, movidos por una falsa filtración, al cierre de la rueda del viernes habían apostado a algún tipo de anuncio en ese sentido. Esa especulación disparó en minutos las cotizaciones de los futuros del tipo de cambio oficial y de los negociados en bolsa. Paciencia: este lunes les tocará recoger el barrilete.
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Los rumores de dolarización de Javier Milei impulsaron los tipos de cambio. Fuente: ámbito.com
De hecho, como se dijo, todavía no hay dólares. Recomprar todo el circulante y canjear los depósitos a la vista y a plazo en moneda nacional demandaría unos 38.000 millones de dólares por el momento inexistentes. Hay, pese a eso, un camino que podría iniciarse de modo gradual y que incluiría una reforma bancaria para la que también sería necesario el aval del Congreso.
Entonces, paso a paso.
La base está
Lo que hay, para comenzar, es decisión política. No es poco.
Además, rige el decreto de necesidad y urgencia 70/2023, cuya derogación en el Congreso quedó en severo entredicho tras el áspero convite al Pacto de Mayo, el que quebró, por lo pronto en el Senado, el bloque transpartidario de gobernadores.
Dicho DNU establece la libre elección de moneda para todo tipo de contrato. Sólo haría falta un empujón oficial para estimular pagos y cobros en dólares y una perspectiva de valorización de la divisa estadounidense para que la pelota comience a rodar. En ese escenario, ¿quién que esté en condiciones de reclamar que se le pague en dólares elegiría hacerlo en pesos? Ese sería el avance gradual.
Después de que el presidente de la Corte Suprema Horacio Rosatti advirtiera que la cancelación de la moneda nacional sería inconstitucional, Milei dejó de hablar de dolarización y se abrazó al sucedáneo que había usado Patricia Bullrich en su fallida campaña: la libre competencia de monedas.
Mientras tanto...
Mientras, la caída sostenida de los tipos de cambio paralelos y de la brecha con el oficial aproximan la unificación cambiaria o, lo que es lo mismo, la salida del cepo. Ese será otro hito en el camino. ¿Será en junio, cuando esté por terminar la temporada de liquidación de la soja?
El terreno se abona en todos los frentes. Lo que Milei busca, más que específicamente dolarizar, es darle un nuevo formato al reparto social de la riqueza en la Argentina, uno que –ya se ve– postergaría a quienes perciben ingresos fijos, que cristalizaría el gasto público en un 25% del PBI que dejaría poco lugar a los servicios públicos y las políticas sociales y que, en paralelo, fomentaría la privatización de la salud y la educación y la castración del poder sindical. Se persigue un modelo a la chilena, una suerte de pinochetismo aplicado en democracia. Casi nada.
A eso apunta el Pacto de Mayo o, más profundamente, el toma y daca que debería precederlo: aprobación de la "ley Bases" a cambio de "alivio fiscal" para las provincias, esto es restablecimiento del coparticipable impuesto a las Ganancias para los salarios más altos.
El ómnibus de Javier Milei
Mientras madura una convocatoria a los mandatarios provinciales, el Gobierno ya trabaja en la reedición del proyecto ómnibus en base a lineamientos precisos: amplias facultades delegadas, reforma administrativa, privatizaciones e indexación de jubilaciones y planes sociales que haga permanente la licuación de los últimos meses. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Tesoro norteamericano ya le hicieron saber a la Casa Rosada que el ajuste está muy bien, pero que debe blindarse con leyes. Si eso ocurriera, ¿aparecerían fondos frescos para apurar la salida del cepo e, incluso, la dolarización?
La dolarización encajaría en ese esquema, liquidando toda posibilidad de que futuras administraciones hagan política monetaria –"un crimen de lesa humanidad", se eyectó Milei el viernes– y consolidando un cepo gigantesco para cualquier noción de desarrollo.
El periodista Alfredo Zaiat alude a esto en Página|12. De un modo afín a lo sostenido por este medio, señala que "el proyecto de dolarización de Milei es el principal salvavidas político que tiene para un plan económico que muestra inequívocas señales de naufragio, manifestadas en tasas de inflación de dos dígitos y derrumbe de indicadores de consumo, actividad comercial e industrial, recursos tributarios, ingresos familiares y empleo".
Convertibilidad
En la hipótesis de que la reducción recesiva de la inflación –desde la estratósfera actual– encuentre en los próximos meses un piso difícil de perforar –ya sea técnico, o dado por la puja distributiva o una gobernabilidad problemática–, la competencia de monedas con estación final en la dolarización sería un revulsivo ideal. Aunque sea por un sendero a la larga lesivo, el IPC se derrumbaría de modo tan contundente como en la convertibilidad noventista.
Además, serviría para regenerar, casi dos décadas y media después, un circuito crediticio, incluso para el tan postergado en el sector inmobiliario, gran cuenta pendiente de las clases medias a las que nos les ha alcanzado el plan Procrear ni el descalabro de las UVA.
La dolarización cristalizaría una estructura regresiva de distribución del ingreso, ataría de manos a los gobiernos sucesivos ante cualquier shock externo –propiciando dolorosos ajustes nominales– y segaría buena parte del estímulo al desarrollo. Con todo, al asegurar estabilidad y crédito, estrecharía fuertemente las manos de sectores sociales que aún son o aún se autoperciben medios y que, a tono con la época, recelan del Estado y se conforman con acceder a condiciones para prosperar o hundirse por sí mismos.
Menem lo hizo
No por nada, en su discurso del viernes, Milei puso como a Carlos Menem, a quien excluye del siglo de decadencia que suele describir, que achaca especialmente a "los últimos veinte años" kirchneristas y, llamativamente, macristas.
Si algo mostró el riojano es que los esquemas rígidos y dolarizadores dejan a mucha gente en el camino, dañan la educación y la salud públicas, incrementan el desempleo, la pobreza y la inseguridad, pero aun así ubican a una mayoría social en el sector de los incluidos entre la que se puede hacer política.
Si se hiciera abstracción de la crisis social que está gestando –toda una audacia–, ¿por qué no podría encontrar Milei en ese sector –uno que, si va a ganar poco, bien puede vivir en base a endeudamiento– la mayoría que necesitaría, sin ir más lejos, en los comicios intermedios de 2025?
La dolarización como plataforma
La Libertad Avanza (LLA) parece cerca de devorarse al PRO, con encuestas que indican, por el momento, una migración aluvional del electorado amarillo al campo violeta. Sobre eso salió a alertar Horacio Rodríguez Larreta: "No estoy de acuerdo con entregarle el PRO a Javier Milei", postuló, en llamativo tándem con Martín Lousteau. Quedarse sin un lugar bajo el sol es un peligro verosímil.
Las mediciones que han hecho meses atrás consultoras como Zubán, Córdoba y Asociados, entre otras, le dieron a la dolarización niveles de apoyo que no superan el tercio de la ciudadanía, pero ubicaron enfrente no solo rechazos, sino también de gente que duda. Si la convertibilidad fue alguna vez popular por asegurar estabilidad y "palanca", ¿por qué no podría volver a serlo?
El límite, claro, lo pondrá la Argentina excluida.