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La dolarización viene marchando

El decretazo deja el terreno alisado para el máximo objetivo de Milei. La licuadora y el fin del blue. El DNU, ¿un globo de ensayo?

Las 30 medidas anunciadas en cadena nacional y las cientos de derogaciones y reformas contenidas en el decreto de necesidad y urgencia (DNU) de Javier Milei –fatalmente flojo de papeles– dejaron mucha tela para cortar. Provocaron un sentimiento de inquietud en buena parte de la sociedad –en alguna gente, casi de desesperación– y una enorme discusión pública. En medio de esa hojarasca, emerge algo sobre lo que este medio se viene preguntando una y otra vez desde hace días: ¿no será que que el Presidente está preparando la dolarización de la economía, más allá de que la mirada corta del mercado financiero influya sobre muchos análisis que la han dado prematuramente por descartada?

Tres de las disposiciones anunciadas en el decretazo señalan en esa dirección.

Una, la decisión oficial de arrojar a los inquilinos a un mercado totalmente desregulado, en el que sea posible la "libre" elección de moneda –libre para el locador, desde ya–. ¿Qué divisa tendería a imponerse en relaciones contractuales influidas de modo decisivo por un régimen de alta inflación y licuación del peso, por un valor de las propiedades tradicionalmente fijado en dólares y en el que la relación entre las puntas es tan evidentemente desigual? Sí, adivinaste.

En segundo lugar está la modificación del Código Civil y Comercial, según dijo Milei, destinada a "reforzar el principio de libertad contractual entre las partes". Otra vez sopa, mucho más allá de los alquileres. ¿Será que también los seguros de salud y otros servicios podrían dolarizar sus cuotas? Nada lo impediría.

Por último, la reforma del Código Civil y Comercial "para garantizar que las obligaciones contraídas en moneda extranjera deban ser canceladas en la moneda pactada", sin posibles sucedáneos –el peso, claro– en caso de que no exista forma de acceder a dólares en un mercado ya sea libre o regulado.

Ladra, tiene cuatro patas y se llama Conan.

Confesión de parte

El jefe de Estado realizó una aparición polémica en Radio Rivadavia en la que, tal vez de modo imprudente, se burló de las miles de personas que cacerolearon y se manifestaron el miércoles después de escuchar su cadena.

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"Les aviso que hay más medidas" en camino, advirtió –¿amenazó?–. Se supone que son tributarias –restauración de Ganancias sobre los salarios– y electorales –eliminación de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, PASO– entre otras, materias vedadas para la emisión de decretos.

"Puede ser que haya gente que sufre síndrome de Estocolmo. Hay personas que están abrazados al modelo que los empobrece (…), miran con nostalgia y amor al comunismo", se mofó. Él sabrá lo que hace.

Con todo, lo más relevante se produjo cuando, dirigiéndose a sus entrevistadores, señaló: "Vos podés ahora pactar contratos en moneda extranjera y tienen que ser cumplidos en esta moneda. O sea, estamos habilitando que puedas usar monedas extranjeras en tus transacciones. ¿Ustedes se dan cuenta del shock de libertad que implica todo esto?".

Se los podrá celebrar incluso en bitcoins, agregó, fuera de su metier, Diana Mondino. Asimismo, "en cualquier otra cripto y/o especie, como kilos de novillo o litros de leche", completó.

Mejor volvamos a Milei y pasemos a lo central. Consultado sobre las más de 300 derogaciones y 300 modificaciones, afirmó directamente que la posibilidad de pactar libremente divisa en la celebración de contratos se trata de "una predolarización".

La muerte del blue y después

En la misma línea, el jefe de Estado anunció algo que podía suponerse, pero que es importante comprobar: el del dólar blue ya no es un mercado ilegal o marginal, sino uno libre, en el que "podés comprar todos los dólares que quieras y nadie te va a perseguir por eso".

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Todo apunta a una secuencia dada por la cancelación en curso de los pasivos del Banco Central –las Leliq–, la absorción de los pesos que considera sobrantes en la economía, el inicio en abril de la temporada alta de las exportaciones de soja, acumulación de reservas, la salida del cepo y la unificación cambiaria y, finalmente, la dolarización.

El límite para ello no sería técnico ni de voluntad, sino político. ¿En qué condiciones llegará el gobierno del mesianismo a ese entonces, cuando la protesta social se fortalezca en torno a organizaciones que por ahora no han aparecido en medio de una inflación que hará estragos por lo menos en el primer trimestre de 2024?

Mientras, incluso en medio de la licuación de los plazos fijos, el ex-blue no mete presión y sigue cotizando por debajo de los 1.000 pesos.

¿Será que el mercado aún no cree en la dolarización, que no la ve inminente o que entiende que ese momento llegaría no antes de una segunda devaluación? Este último escenario vendría, en teoría, a compensar el fogonazo inflacionario de estos meses –tan grave que, como cuenta Eugenia Muzio en Letra P, empieza a inducir a la prescindente Secretaría de Comercio a meter mano– y a preparar la prometida unificación.

Luego solo quedaría un paso.

Disciplina

La licuadora de todo lo que sea en pesos –salarios, jubilaciones, ahorros– funciona a pleno, lo que lleva a un nuevo interrogante. En caso de que Milei mantenga la fuerza necesaria para imponer su porfía dolarizadora, ¿cuál sería la paridad de ingreso con el peso, es decir a qué nivel salarial? La respuesta luce desalentadora.

Los esquemas dolarizadores no son solo desaconsejables por su rigidez y por quitarles a los gobiernos todo margen monetario para manejar shocks externos –convulsiones en mercados, megaatentados terroristas, crisis económicas globales, pandemias, guerras, sequías o inundaciones en cualquier parte del mundo…–. También porque no resuelven los problemas fiscales y porque complican la competitividad en la medida en la que la inflación local supere a la de los Estados Unidos.

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Dólar

Dólar

Por si eso fuera poco, cristalizan las estructuras productivas de los países y sus matrices de distribución del ingreso de manera duradera, haciendo muy difícil su modificación. En el caso argentino, sobre todo con un ingreso a un tipo de cambio muy devaluado, consolidaría un piso de pobreza ya muy elevado, haciendo que cualquier rebote de las condiciones de vida se dé desde el subsuelo gracias a la paz inflacionaria de los cementerios.

Es curioso: en medio de tanta guerra, es probable que el partido de fondo no sea el que vemos, el del decreto sin necesidad ni urgencia, por importante que sea. Algo más podría aguardarnos al final del camino.

¿Qué pretende Javier Milei?

Milei pretende hacer una reforma de cuño pinochetista, al menos en materia de desregulaciones, a sola firma. Con independencia del respaldo popular que calcula Manuel Adorni y de la solvencia jurídica que imagina el secretario Legal y Técnica, Javier Herrera Bravo, la ilegalidad del DNU es flagrante.

Pese a eso, tiene, como el Círculo Rojo de AEA, defensores de su contenido –o de buena parte de él–, pero detractores de las formas como Horacio Rodríguez Larreta, Miguel Ángel Pichetto y el radicalismo. Según estos, si esos vicios no fueran revisados, el Congreso se convertiría apenas en el edificio que está enfrente de la Confitería del Molino.

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Ante la pérdida de derechos laborales, indemnizatorios y de huelga que establece el decreto, así como de la puerta que abre a una suelta de privatizaciones, la CGT se movilizará el próximo miércoles a Tribunales para presentar una impugnación al texto y prepara un plan de lucha. Mientras, Sergio Massa vuelve al ruedo –fugazmente: no ve todavía espacio para plantear una oposición aguerrida– y los gobernadores de Juntos por el Cambio se recelan mutuamente.

Hoy, todo apuntaría a un rechazo del Congreso o del Poder Judicial. Sin embargo, se abre una puerta. ¿Y si Milei juega mejor que lo que pensamos?

Siempre escrupulosa con las formas republicanas, la UCR –que, entre derecha e izquierda-populismo, tiene la llave del cuórum en la Cámara de Diputados– invitó al ultraderechista a retrotraer el DNU y enviar su contenido en forma de proyectos de ley. El nuevo jefe radical, Martín Lousteau, incluso anticipó que eso podría encontrar eco dado su acuerdo en que "debemos cambiar muchas cosas en Argentina, entre ellas el improductivo desempeño de partes de nuestro Estado y regulaciones que traban el buen funcionamiento de diversos sectores de la economía".

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Algo de esto, cabe recordar, ya ocurrió en tiempos de Mauricio Macri, cuando este quiso meter por decreto dos jueces en la Corte Suprema. El Lousteau de entonces fue Pichetto, quien invitó al líder de la entonces alianza Cambiemos a guardar mejor las formas. Al final, ambos nombramientos salieron.

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¿Será que Milei aprendió de esa lección y ladró con un DNU truculento para sacar la parte que más le interesa de su contenido por ley, algo que habría sido muy difícil –de inicio– por los caminos convencionales?

¿Acaso amagues como el de meter mano en las cajas sindicales o poner a competir a obras sociales con empresas de medicina prepaga es también un cazabobos para inducir al sindicalismo dócil a bajar las armas y sacarle concesiones?

En tal caso, la desregulación de los contratos y el bimonetarismo podrían salir indemnes a través de un proceso más largo, pero más coherente con la seguridad jurídica que requeriría el salto final. El de la dolarización. En tal caso, tal vez estemos subestimando a Milei.

Tiempo al tiempo.

decretazo, desguace del estado y mercado sin piedad
Javier Milei en cadena nacional anunció el decretazo.

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