El sismo político que provoca en Buenos Aires la posibilidad de que Río Negro le sople a Axel Kicillof la planta de Gas Natural Licuado (GNL), un proyecto multimillonario de alto impacto para la provincia que se lo quede, saca a la superficie las mezquindades de cada sector político. Mientras el presidente Javier Milei juega para el gobernador patagónico Alberto Weretilneck, en territorio bonaerense cada cual atiende su juego.
La historia es sabida. La planta de licuefacción que YPF y Petronas planifican construir en el país sería la mayor obra de infraestructura nacional, con una inversión de unos 40 mil millones de dólares entre 2025 y 2031 y una proyección de exportaciones de energía de 30 mil millones de dólares al año. Los números quitan el sueño en la Casa Rosada y La Plata y agitan el escenario político bonaerense, donde todos los espacios reconocen lo descomunal del proyecto, aunque poco resignan sus intereses personales y partidarios para empujar a que la iniciativa se concrete y termine en Bahía Blanca.
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Javier Milei, Federico Susbielles y Axel Kicillof.
La Libertad no Avanza
Antes de que La Libertad Avanza estuviera siquiera en los planes y Milei ni siquiera imaginara que participaría en política, cuando ni por asomo soñaba con ser presidente, YPF junto a la empresa estatal malaya de petróleo ya trabajaban en el proyecto que planificaban para instalar la planta en el distrito que gobierna el peronista Federico Susbielles, allá por 2017.
La ley ómnibus XS es el hito de los casi ocho meses que lleva el gobierno de Milei. Un megapaquete que incluyó el Régimen de Incentivos para Grandes Inversores (RIGI), el esquema de flexibilización impositiva, aduanera y cambiaria que beneficia a compañías que inviertan más de 200 millones de dólares, un punto central que generó las mayores discordias entre el oficialismo y la oposición.
Con la ley en el bolsillo, el Gobierno metió presión al bonaerense, que no quiere adherir a la normativa sancionada en el Congreso. Mientras Kicillof le saca punta a su propio régimen de incentivo, Río Negro suscribió en tiempo récord.
Milei sabe que el rédito político lo tendrá de cualquier forma. En Buenos Aires o en Río Negro derramarán miles de millones de dólares en Argentina, y la creación de empleo, el desarrollo en infraestructura y el crecimiento económico serán cartas que el Presidente podrá mostrar con la planta en construcción. Eso sí, prefiere demorar todo lo posible la concreción de la planta por el sólo hecho de desgastar a su principal rival político, Kicillof, y erosionar su figura para ponerle en contra a toda la oposición bonaerense.
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¿Le importa a Milei el mega proyecto? Sí, pero además le seduce alcanzar una victoria política frente al “comunista” Kicillof, a quien eligió como su némesis en la construcción del relato libertario. Así, tiene a sus bloques de la Legislatura bonaerense cascoteando el rancho de calle 6, exhortando al gobernador a adherir al RIGI vía un proyecto presentado en Diputados. De lo contrario -esgrimen en la fuerza libertaria-, la instalación de la planta en la ciudad rionegrina de Punta Colorada será responsabilidad del mandatario bonaerense, un hecho imperdonable para sus habitantes. LLA prefiere una derrota de Kicillof, antes que una victoria nacional.
¿Juntos por el Cambio?
En las últimas horas hubo un hecho singular en Bahía Blanca. Convocados por el intendente Susbielles, todos los sectores políticos y las fuerzas vivas asistieron a una reunión multisectorial en el consorcio de gestión del puerto local. Llamó la atención la ausencia en el primer piso del edificio de los concejales y legisladores de Juntos por el Cambio (JxC), muy activos en el reclamo a Kicillof y a Milei para que dejen de lado las rencillas políticas por el bien de los bonaerenses, pero retirados en esta oportunidad de discutir las posiciones que cada espacio debe tomar para llegar al común acuerdo.
“Es momento de actuar en los espacios legislativos”, argumentaron fuentes de la UCR local. En la Legislatura, los representantes radicales de la Sexta sección electoral presentaron proyectos de interés en el asunto, aunque sin adhesión bonaerense al RIGI, parecieran no acompañar ninguna otra alternativa.
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El PRO no se queda atrás: “Primero, que (Kicillof) adhiera al RIGI nacional porque Buenos Aires es Argentina. Después, que muestre el proyecto y se analizará”, dicen. Es otro de los sectores que pareciera querer que el negocio se vaya al sur para tener un eje de campaña 2025 contra el gobernador. Hasta el cierre de esta nota, nadie en ese espacio se había molestado en esperar a leer el texto de la iniciativa que el oficialismo no termina de redondear sobre la creación del Régimen Provincial de Fomento de Inversiones Estratégicas, para luego vertir una opinión sobre si la norma bonaerense es o no mejor que la nacional.
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Axel Kicillof, la disputa nacional y la presión interna
El gobernador guarda en su escritorio el proyecto que anunció el lunes 15 de julio para la creación del RIGI bonaerense. Mientras parte de la oposición pierde la paciencia y aguarda con ansias el texto, hay bloques que pretenden completarlo con algunas normativas que consideran necesarias y acompañarían la iniciativa con el fin de que el sueño se haga realidad. Son los menos.
Proyecto de ley RINBO (Kikuchi-Daletto).pdf
¿Por qué Kicillof no da a conocer el RIGI bonaerense? ¿Por qué Kicillof no adhiere al RIGI nacional y asegura la bocha? Respuesta uno: no sabe no contesta. Respuesta dos: porque ello implicaría bajar la bandera que la oposición (el peronismo mayoritariamente) levantó durante toda la discusión de la Ley de Bases.
Significaría, además, dinamitar la relación con su enemigo íntimo Máximo Kirchner, uno de los principales detractores de la ley, quien considera que “nadie que se precie de peronista” puede acompañarla, por significar la “entrega de 30 años con beneficios para las compañías extranjeras, con libre disponibilidad de divisas, exenciones impositivas, sin obligatoriedad para la contratación de trabajadores ni para compras de proveedores de insumos locales”.
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Máximo Kirchner y Axel Kicillof.
Adherir al RIGI sería arrodillarse ante el maléfico, perder frente a él la batalla política y cultural. Su electorado no miraría los innumerables beneficios de todo tipo para Bahía Blanca (el pleno empleo, por ejemplo), sólo vería al traidor. Kicillof prefiere morir de pie que vivir de rodillas.
El gobernador también pone la política por delante y hace lo posible para salir de un laberinto en el que nunca vio algo de luz. Primero, porque la oposición lo apuró a defender el negocio; después intentó generar consensos vía su ministro de Producción, Augusto Costa, en una reunión multicolor en la Legislatura. Hasta que apareció el RIGI y todo se embarró aún más, momento en el que quiso salir por arriba del laberinto con su propio Régimen, aunque todavía nadie sabe de qué se trata.
Lo que sí está claro es que debe tratarse de algo que logre mantenerlo en la delgada línea de ser el polo opuesto de Milei sin bajar sus banderas y el gran generador de consensos multisectoriales para que una inversión sin precedentes llegue a la provincia que gobierna.