El dólar soja III debutó en sintonía con la época de Pascuas: al tercer día resucitó. Las tres primeras jornadas estuvieron apagadas de liquidaciones y hasta sin precio exportador en pizarra. Algo raro se olió entre operadores del mercado rosarino, y los rumores y especulaciones fueron de todo tipo. La única certeza es que recién en la cuarta ronda empezaron a venderse los granos y en el Banco Central a aliviarse porque la herramienta para disponer de dólares de Sergio Massa, al menos, arrancó en un momento más que complejo de la economía.
La abreviatura que usa la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) para mencionar al Programa de Incentivo Exportador es PIE. En los días en que la liquidación no prendía, no faltaron los ocurrentes que hablaban de un “tiro en el 'pie' de Economía”. En rigor, fue complejo ingresar al programa porque el decreto trajo innovaciones -o sorpresas, según reniega el sector agroexportador ubicado mayormente en Santa Fe- como que los exportadores abran cuentas linked para las operaciones y otras instrumentaciones. Eso requirió de dos días para corregirse.
Pero también incidieron en las pocas ventas los 300 pesos por dólar que firmó Massa en el decreto. Los productores esperaban 330 pesos y cobrar unos 120 mil pesos por tonelada, pero las cerealeras ofrecían 95 y 98 mil pesos, en función, juran, a la capacidad real que le cierra a la industria. Allí se abrió una brecha comercial y discursiva: las cerealeras fundamentaban que, con lo ofrecido, el productor que le vende sus granos en la práctica “no paga retenciones”, mientras que hubo comunicadores que fogoneaban no comprar a menos de 120 mil. "Los mismos agoreros de siempre", se quejó alguien interesado en la venta de granos.
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El nudo de la cuestión se encuentra una semana atrás, en el momento del anuncio de Massa junto con las cerealeras. Allí el ministro dejó en claro públicamente la sintonía con el sector agroexportador con doble y llamativo agradecimiento. En las negociaciones previas, las cerealeras habían transmitido a Economía que los productores pedían más de los 300 que se pusieron sobre la mesa y que un tipo de cambio menor traería complicaciones. “Es lo máximo que podemos dar”, respondieron en el Gobierno para cerrar la discusión.
Algunos rumores durante esta semana indicaron que en el sector agroexportador hubo malestar respecto a cómo terminó saliendo el programa, algo que pudo llegar a reflejarse en los primeros días de revuelo en el mercado. Habría que seguir de cerca el vínculo estrecho entre el ministro y las agroexportadoras durante y después de este programa; si se profundiza y mantienen los elogios mutuos o si continúa como un matrimonio por conveniencia. Sobre todo con un panorama económico complicado en el que Massa está herido por la incontrolable inflación, enfocado en evitar un salto cambiario desbocado y con su aspiración presidencial, probablemente, pinchada.
Una vez corregida la pata administrativa de las resoluciones, los agroexportadores ingresaron el jueves casi 574 millones de dólares en el mercado oficial de cambios, lo que fue aprovechado por el Banco Central para comprar 332 millones para sus reservas. Hubo comunicado de la entidad y todo. Este viernes fueron 147 millones de dólares, un número que, quizás, sea más real que los 574 iniciales.
En definitiva, los 300 pesos del decreto no se tocarán, más allá de que sea un determinante para que los productores vendan granos. “Es una bestialidad la diferencia de precios”, sostiene un acopiador de Rosario. También es cierto que este programa cae en plena cosecha que, por más que la producción sea más baja aún de lo previsto, es estacionalmente de alta liquidación en la zona núcleo. Todo parece empujado a la fuerza por un ministro acorralado por la emergencia económica que exprimirá al máximo el parche inventado hace apenas siete meses y que ya tiene tres versiones: una exitosa, otra más que aceptable, y la actual aún con un signo de pregunta.
FUENTE: soja