No había margen el jueves durante la apertura de sesiones. Ese espacio, el del recinto legislativo, en este momento medular de Rosario, era para otra cosa. Era para hacer hincapié en la necesidad de respaldo que requiere la ciudad ante tantas balaceras y muerte. No le quedaba otra al intendente Pablo Javkin. Ahora Rosario está en el centro de la escena a nivel nacional. Sería prudente que no salga de ahí, que el Estado nacional dimensione la grave situación pero, tan ingrata como cierta, la pregunta se impone en el horizonte político del intendente: ¿la violencia narco condiciona su estrategia electoral?
En otro panorama, dicha pregunta se desguarnecería por sí sola. Por inconducente y extemporánea, pero Santa Fe, la provincia, se encuentra este domingo a dos meses exactos del cierre de listas y la inseguridad y la rosca preelectoral deberán convivir espalda contra espalda en los próximos 60 días. Es un riesgo para la política, no solo para Javkin. Un riesgo de disociación con la demanda de la calle.
Es verdad también que los movimientos políticos son muy volátiles en Argentina y el mundo y que siempre hay margen para mover. En ese marco, aún en un rol de desgaste y complejidad, Javkin adquirió un relieve nacional que no tenía. No es grato hablar de narcotráfico y homicidios a toda hora, pero el intendente tuvo prime time en todos los medios nacionales.
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No obstante, en el balance de la cosa, Javkin sale más airoso que el gobernador Omar Perotti, el ministro de Seguridad Aníbal Fernández y el presidente Alberto Fernández. El capítulo Lionel Messi, por llamarlo de alguna manera, expuso como nunca antes las responsabilidades de los distintos niveles del Estado y, en ese sentido, Javkin tiene una solidez y habilidad discursiva que lo separa del resto.
¿Dónde está el futuro de Pablo Javkin entonces? “Con margen todavía para decidir”, creen en su entorno más cercano. “Si había una dificultad en términos de conocimiento provinciales, ya no existe más”, se entusiasman en su equipo.
Por su matriz política, Javkin nunca se despega del todo de la rosca. A ese rol no lo delega. O lo delega poco. El intendente, como contó Letra P, decidió que era momento de explorar una competencia por la Casa Gris, pero jugó el devenir de los tiempos y la demanda de la gestión hizo lo suyo.
Su caso es casi diametralmente opuesto al del diputado Maximiliano Pullaro. El radical se lanzó a la cancha hace más de un año y no para de recorrer pueblos santafesinos. Parado en el ala rabiosa de Juntos por el Cambio, será candidato a gobernador dentro de la interna del frente de frentes. Por estilo, formas y responsabilidades, Javkin tiene otro camino.
Y ese camino, que no lo ató a Pullaro, lo ató a la senadora Carolina Losada. Javkin y la legisladora hoy tienen una alianza, por intermedio del diputado Julián Galdeano, armador de la periodista. Él y ella, cada uno por su lado y con sus fierros, juegan su partido. No largan prenda, solo dejan entrever, le dan aire al análisis y la conjetura.
En una alianza nadie se pisa. Es decir, Javkin y Losada no competirán en la misma categoría. La senadora estira su decisión y relega a quienes quieren competir en caso de que ella se baje. El ejemplo más concreto es el de su par Dionisio Scarpin, que se lanzaría esta semana. Javkin, con las urgencias de Rosario a cuestas, no tiene apuro. No le calza el traje del ansioso.
Tampoco tiene margen para apurarse. Sería un error hacerlo, más cuando la situación no se calmó del todo. Por ese motivo su discurso de apertura de sesiones no tuvo guiños electorales. Sus detractores o rivales creen que ya perdió toda chance de ir por la gobernación, que la Rosario caliente le impide moverse en formato de candidato. Él cree que margen siempre hay.
