Jorge García Cuerva se despidió de tierra kirchnerista arengando a la comunidad diocesana de Río Gallegos a ser una Iglesia “de entrada libre” y cercana a quienes más necesitan. Toda una bajada de línea anticipada de lo que será, desde este sábado, la partitura pastoral y política que Jorge Bergoglio le encomendó interpretar a este obispo villero de apenas 55 años en la arquidiócesis de Buenos Aires y bastión del macrismo.
La llegada del elegido del papa para guiar a la feligresía porteña conlleva un cambio de era, después de una década de gestión del cardenal Mario Poli que el clero arquidiocesano evalúa con “claroscuros” y que considera “ha desentonado” en varias líneas.
También confirma que Bergoglio quiere tener un intérprete nato de su doctrina en esta jurisdicción en momentos de reformas eclesiales profundas; además de un interlocutor válido que sepa plantarse frente al poder –como ya lo ha hecho- en tiempos de cambios políticos y crisis económica con demandas sociales recurrentes.
El arzobispo frente a la grieta
En esta línea política, García Cuerva llega a Buenos Aires salpicado por la efervescencia de una grieta que todo lo divide o posiciona: esa que lo vinculó rápidamente con el peronismo por alguna de sus predicaciones, y lo obligó a tomar distancia –y hasta quejarse- de la “sobreactuación” que hicieron el presidenciable Sergio Massa y su esposa Malena Galmarini, precandidata a la intendencia de Tigre. Fue a raíz de la actitud que adoptó la pareja tigrense en las redes sociales al conocerse la noticia de la promoción arzobispal de su “amigo”.
Ante aquel revuelo inicial por sus conexiones con todas las líneas de la coalición oficialista, personas que conocen a este cura-obispo de los barrios populares bonaerenses salieron a respaldarlo públicamente y destacaron que siempre ha tenido un buen diálogo con las autoridades políticas, sin importar su filiación partidaria. En este sentido, pusieron como ejemplo las conversaciones que tuvo y tiene con Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social de la administración de Mauricio Macri, o con la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.
Fuentes eclesiásticas consultadas por Letra P recordaron otros antecedentes dialoguistas y que según dijeron “evidencian su perfil de clérigo metido en el barro de la realidad social circundante”. Entre otros, haberse ofrecido de mediador para intentar sentar (no lo logró) a las partes y buscar un acuerdo para destrabar el conflicto eterno de la educación provincial entre la gobernadora santacruceña Alicia Kirchner y la Asociación Docentes de Santa Cruz (Adosac).
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Jorge García Cuerva, el elegido por el papa para Buenos Aires
Más allá de la mirada de reojo de un sector de la clase política y del rechazo anticipado de quienes representan al ultraconservadurísmo eclesial, García Cuerva es considerado el “mejor alumno” de Bergoglio en materia doctrinal y el protagonista que el papa quiso poner para la escena postelectoral y su eventual viaje al país entre marzo y mayo de 2024.
“Quiero ser el pastor de todos, especialmente de aquellas ovejas más heridas, que más sufren, que se sienten excluidas, marginadas”, se posicionó el 29 de junio después de recibir el palio arzobispal en el Vaticano, que incluyó en su emblema episcopal la imagen de un techo de chapa, característico de las casillas de las villas de emergencia.
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De hisopos, relatos y vacunatorio vip
A diferencia del cardenal Poli, que ha apelado a sermones con fundamento histórico y bases referenciales misericordiosas, la predicación de García Cuerva es de alto impacto mediático. Ni calla ni otorga; va directo al hueso, como lo hizo en plena pandemia al criticar el vacunatorio vip o al exhibir un hisopo de gran tamaño para reclamarle a la dirigencia política en general que se saque el "tapón de cera del relato" y escuche las urgencias de la gente.
García Cuerva tampoco deja de poner el dedo en la llaga de la coyuntura social con un índice de pobreza que supera el 50% o de cuestionar que la administración de Alberto Fernández no pueda controlar la inflación; variable económica que ha definido en los últimos meses como “el impuesto a los pobres”. Ni de callarse, como lo hizo tras las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) de las legislativas 2021, cuando atribuyó la derrota del Frente de Todos a la falta de humildad y escucha de quienes integran el oficialismo nacional.
Tándem sincrónico con Tucho Fernández
Desde la sede primada porteña, García Cuerva formará un tándem sincrónico y a la distancia con el cardenal electo Víctor Tucho Fernández, quien a mediados de septiembre asumirá el estratégico Dicasterio para la Doctrina de la Fe. El objetivo: profundizar y proyectar la doctrina pastoral y social bergogliana tanto en Roma como en Buenos Aires.
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Pese a que García Cuerva no viste todavía la púrpura cardenalicia, en ambientes eclesiásticos aseguran que Bergoglio lo creará (término eclesiástico) cardenal antes de fin de año, para integral el grupo de los cuatro argentinos –junto con Tucho Fernández, Ángel Rossi y Mario Poli- que por edad (menos de 80 años) tendrán derecho a voto en un cónclave para elegir al futuro papa.
La proyección del arzobispo García Cuerva en el esquema de poder eclesiástico no quedará en la promoción arzobispal, dado que en la asamblea plenaria electiva de noviembre de 2024 podría ser elegido para presidir alguna de las comisiones clave en las que está organizada la Conferencia Episcopal Argentina (hoy sólo es miembro de la Pastoral Carcelaria), o tal vez formar parte de la mesa ejecutiva en calidad de vicepresidente; un primer paso para acceder más adelante a la conducción total del organismo eclesial vernáculo.