Aníbal Fernández y Sergio Berni fumaron para las cámaras la pipa de la paz. Después de los días de furia tras la muerte del colectivero Daniel Barrientos, los dos ministros se sacaron una foto juntos en una reunión convocada por la Nación para comenzar a coordinar la llegada de fuerzas federales a la provincia de Buenos Aires y acordaron archivar la artillería verbal que cruzaron la semana pasada, con acusaciones en uno y otro sentido. Pero no todo es lo que parece: detrás del gesto distendido y las declaraciones en modo pacificación (Aníbal llamó “amigo” a Berni), las tensiones subterráneas entre las dos administraciones siguen más vivas que nunca.
En el fondo hay sospechas políticas cruzadas y una acusación en pie desde Buenos Aires de que la Nación “puentea” a la provincia para acordar directamente con los intendentes el desembarco de gendarmes en los distritos, una negociación –entiende Berni– más ajustada a criterios políticos que a un plan de combate al delito.
“Hasta ahora parecen venir actuando con una lógica política. Los intendentes les piden gendarmes porque quieren mostrar esa foto a los vecinos y desde la Nación se los prometen. Esperemos que con la incorporación de la provincia a esa mesa se empiece a ordenar todo esto”, dicen en despachos del Ministerio de Seguridad que conduce El Sheriff.
La foto de este martes se acordó para intentar cerrar el escándalo de la semana pasada, donde la administración central y Buenos Aires se tiraron con artillería pesada por la seguridad en el conurbano, donde se perpetró el asesinato de Barrientos. En el centro de la pelea quedó la vieja polémica por el despliegue de gendarmes en el conurbano, que viene enfrentando a Berni con la Casa Rosada desde el inicio de la gestión del Frente de Todos (FdT).
El tema generó fuertes cruces. Aníbal sostiene que desde fines de 2021 hay 6 mil gendarmes en la provincia y asegura que si la administración de Axel Kicillof no sabe dónde están ni qué hacen es exclusiva responsabilidad de Berni, que no acepta dialogar por este tema con su par nacional. “Demuestra un desconocimiento profundo de la provincia”, dijo Aníbal F. en respuesta al reclamo de Kicillof por las fuerzas federales.
Al lado del gobernador, Carlos Bianco, le salió a responder desafiándolo a que compita en una interna en las PASO bonaerenses. Las esquirlas volaban de un lado a otro en medio de un panorama muy tenso por la muerte de Barrientos y las consecuentes protestas de los trabajadores del sector, que incluyeron la paliza al ministro.
En medio de esa pelea, la nación convocó a la primera reunión del Comando Unificado del Conurbano (CUC), una mesa de coordinación para ver a dónde van y qué hacen los gendarmes en el Gran Buenos Aires a la que fueron los secretarios de seguridad de las intendencias, pero nadie del equipo de Berni. En La Plata fue vista como la puesta en escena perfecta del “puenteo” que tanto Sabina Frederic como Aníbal hacen para acordar directamente con los jefes y las jefas comunales. En el entorno de Aníbal afirman que Berni siempre estuvo invitado y sugieren una “victimización” del ministro bonaerense.
El ida y vuelta finalmente encontró un cauce este martes, después de una llamada telefónica del fin de semana en la que Berni y Aníbal acordaron diplomáticamente bajar las tensiones en público porque el escenario al que se estaba escalando no le convenía a nadie. La foto en el despacho del ministro nacional, los dos a solas, y después junto a la número dos de Aníbal, Mercedes La Gioiosa, y los responsables de seguridad de municipios del conurbano fue pensada para dar una señal pública en ese sentido.
La pelea de fondo está lejos de saldarse. En Seguridad bonaerense afirman que el “descontrol” -como lo definen- en el que venía dándose hasta ahora con respecto a la llegada de gendarmes debería terminarse con la incorporación de la provincia a esa mesa, pero deslizan sospechas sobre el vínculo de Aníbal con intendentes del conurbano, sobre todo con los que ya tienen destacamento de Gendarmería en sus distritos, con quienes venía acordando hasta ahora el traslado de efectivos. En La Plata lo grafican mostrando las fotos en las que se ven sonrientes a varios jefes comunales en redes sociales anunciando la llegada de más gendarmes a sus municipios.
Las miradas también enfocaron al rol que tuvo el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, que la semana pasada se reunió con Aníbal en medio de las tensiones de la provincia con la Casa Rosada.
En esa clave pueden leerse las declaraciones posteriores a la reunión del martes del ministro Berni, que en una entrevista afirmó que quiere ir a una interna con el presidente Alberto Fernández. “Lo quiero arriba del ring, no quiero que se baje”, disparó.
La principal acusación en pie desde La Plata es sobre la veracidad de la afirmación de Aníbal de que desde 2021 hay 6 mil gendarmes patrullando el conurbano. “¿Qué operativos hicieron? ¿A quiénes detuvieron? ¿Dónde los llevaron? ¿Qué fiscalía actuó?”, preguntan, capciosos, en el ministerio bonaerense.
También creen que la invitación a la reunieron de este martes se dio forzada por las circunstancias. Una mesa en la que solo estén los secretarios de seguridad municipales y autoridades de la nación sin la provincia iba a quedar poco menos que “en ridículo”, dicen en La Plata. “Si ahora van a mandar gendarmes, lo mínimo es que coordinen con el 911 y con el plan de seguridad de la Policía bonaerense”, afirman.
En ese marco, la semana próxima continuarán las reuniones, esta vez con representantes de los ministros. La llegada de gendarmes al conurbano se dará, definitivamente, en un clima de sospechas y tensiones políticas.