Este miércoles, el secretario de Seguridad de la Municipalidad de La Plata, Néstor Pulichino, confirmaba en 221Radio que efectivos de las cuatro fuerzas federales de seguridad desembarcarán en la capital bonaerense, así como en toda el Área Nedtropolitana de Buenos Aires (AMBA), como parte de las decisiones tomadas por el Comando Único Conurbano (CUC), una iniciativa de manual destinada a unificar el accionar de la Nación y la provincia de Buenos Aires que al Frente de Todos le demandó, para cranearla e implementarla, tres años y cuatro meses de gestión. Cuarenta de los 48 meses de los mandatos del presidente Alberto Fernández y el gobernador Axel Kicillof. El 83,3% de esos períodos.
La gestión de la coalición peronista en materia de seguridad en uno de los dos puntos rojos del mapa delitivo nacional naufragó en un río infestado de internas a cielo abierto que inviabilizaron la colaboración entre los gobiernos nacional y provincial, al menos en la medida de las expectativas de la población -el otro es Rosario, donde los desencuentros también marcaron el ritmo de las relaciones entra las administraciones peronistas santafesina y nacional-.
El actor omnipresente es el ministro bonaerense Sergio Berni, que asumió sus funciones en el mismísimo inicio de la gestión frentetodista, en diciembre de 2019. Su contraparte federal cambió a mitad de ese río turbulento. Berni guerreó primero -con una misoginia de otra época- con la ministra Sabina Frederic. Desde septiembre de 2021, el sheriff de la provincia y Aníbal Fernández protagonizan una riña de gallitos pendencieros que no tuvo descanso ni siquiera ante la tragedia del colectivero Daniel Barrientos, acribillado en La Matanza. Todo lo contrario y es lógico: cuando las papas queman, las internas arden más. Las situaciones límite desnudan a las personas.
La reunión que finalmente mantuvieron Berni y Aníbal este martes fue para la tribuna y se inscribe, como explicará Letra P en notas aparte, en la convicción de ciertas cabezas iluminadas del Frente de Todos de que es tiempo de bajar las armas y evitar interrumpir al enemigo justo cuando se está equivocando. O sea, de no cometer el error del PRO, que detonó su interna cuando el oficialismo mostraba una vocación renovada por la autodestrucción.
A esta altura, la creación del Comando Unificado Conurbano, que encima había sido engendrado con mala leche porque el ministro nacional pretendía puentear a su par de la provincia, es una reacción oportuna frente a la crisis desatada por el caso Barrientos pero extemporánea por lo tardía -otra vez: generar un ámbito para que la Nación y la provincia de Buenos Aires coordinaran políticas de seguridad para el conurbano es una medida tan básica que era esperable que se concretara en el inicio mismo de la gestión frentetodista- y por la propia evolución de las estadísticas, que venía mostrando, al menos hasta 2021, el último registro que se conoce, una curva descendiente de la tasa de homicidios. Ni hablar de los cacheos random que viene haciendo la Bonaerense en los colectivos, como el que contó en primera persona un editor de este portal, que no pasan de la categoría de chistes de mal gusto.
En definitiva, lo que queda una vez más al descubierto es el descalabro de una coalición que fue eficiente en su misión electoral de sacar a Mauricio Macri de la Casa Rosada y a María Eugenia Vidal de la gobernación bonaerense, pero fracasó con notable éxito en la gestión de la pesada herencia cambiemista. Tan a lo grande la chocó que, apenas cuatro años después, dejará el destino del pueblo sufriente de la Nación, otra vez, en las garras de esos halcones de los que habían prometido rescatarlo. La Patria no debería olvidarse de demandárselo.