JUNTOS EN EL BARRO

El PRO interrumpió a su enemigo cuando se estaba equivocando

La pelea de barrio entre Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta implosionó el partido amarillo mientras el Frente de Todos monopolizaba las malas noticias.

"Nunca interrumpas a tu enemigo cuando está cometiendo un error". La frase adjudicada a Napoleón Bonaparte tiene una versión de potrero: "A ese dejalo, que se marca solo". Acaso al PRO le falte potrero. Quizá a sus principales figuras les sobre ambición o ansiedad. Como sea, el partido que babea con la chance muy cierta de volver a la Casa Rosada prendió fuego la Ciudad de Buenos Aires y sacó de la pantalla los incendios que derriten al Frente de Todos.

Lo hizo a costa de tercerizar en la UCR el control de la Capital Federal: las "elecciones concurrentes" -cargos nacionales con boleta sábana, cargos municipales con boleta única electrónica- implican un subidón de las acciones del radical Martín Lousteau, cónyuge político por conveniencia y por descarte surgido de la propia incapacidad del intendente de asegurarse la continuidad a través de un sucesor o una sucesora de color amarillo.

Ardió Troya. Macri, Patricia Bullrich y María Eugenia Vidal saltaron como leche hervida para despellejar al entreguista. La grieta PRO, en carne viva, y borrón y cuenta nueva a una agenda que el Gobierno venía dominando con su tormenta perfecta. El enemigo equivocándose, marcándose solito.

Basta repasar la última columna dominical de Gabriela Pepe para tomar dimensión del infierno que venía atravesando el Frente de Todos. "La luz roja que encendió esta semana la encuesta de la consultora Aresco, que mostró una caída de casi seis puntos para el FdT en los últimos cuatro meses y lo ubicó en un piso del 28%, se intensificó con el homicidio del chofer Daniel Barrientos, ocurrido el lunes por la madrugada en La Matanza. El episodio derivó en un debate por la inseguridad en territorio bonaerense, la agresión a Sergio Berni y el recrudecimiento del enfrentamiento político entre la provincia de Buenos Aires y la Casa Rosada", dice el segundo párrafo de ese artículo.

Por supuesto, no son las únicas penurias de un gobierno que ha tenido un éxito notable en la titánica tarea de borrar de la memoria colectiva el desastre que hizo Cambiemos en su paso fugaz por la Casa Rosada. Dos datos y para qué más: inflación interanual del 102,5% y creciendo y pobreza del 39,2% y también creciendo.

No obstante todo lo anterior, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, porque difícilmente la torpeza política de la oposición alcance para que el experimento de la coalición peronista deje de ser, a los ojos de un electorado atónito, el fracaso que esas evidencias impiden discutir. El problema son los jirones de vida, por ahora imposibles de cuantificar, que el PRO y Juntos por el Cambio habrán dejado en el tránsito hacia la definición de su oferta electoral.

Mientras tanto, El Leon Milei ríe como una hiena. No es poco daño.

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