La discusión por la tercerización del alumbrado público en la ciudad de Santa Fe, un proyecto medular para la gestión de Juan Pablo Poletti, provocó nuevos cortocircuitos entre el sector PRO y el sector UCR del gabinete multipartidario que lo acompaña.
Las tensiones internas tuvieron que ver con la forma en la que se envió la propuesta al Concejo, sin consulta previa a los parlamentarios. Se trata de un proyecto medular para la gestión: un nuevo plan de iluminación, en el que se concretará la tercerización del servicio para gran parte de la ciudad. El mensaje del Ejecutivo finalmente terminó aprobado con modificaciones, pero dejó fricciones en la coalición gobernante.
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Los impulsores de la propuesta fueron los funcionarios radicales. El secretario general Alejandro Boscarol delineó la idea con el secretario de Gestión Urbana ambiental Guillermo Ferrero, y sin previa, enviaron el proyecto que desató críticas de la oposición. El escrito preveía que una sola empresa se hiciera cargo de la iluminación completa de toda la ciudad, en una concesión por 22 mil millones de pesos. En ese marco, surgieron rumores de un guiño especial a la empresa Mantaelectric, que, como antecedente y por contratación directa, obtuvo la prueba piloto del nuevo sistema en cinco barrios de la ciudad.
El Concejo le acomodó el proyecto a Juan Pablo Poletti
El envío intempestivo generó fuertes críticas de los concejales opositores y astilló la relación entre el Ejecutivo y sus concejales de Unidos, que sintieron la exposición. Hacia adentro del Municipio, las tensiones con el gremio también generaron cortocircuitos y hasta un “apagón sugestivo” de las luces de la ciudad. “Fue todo desprolijo”, sintetizaron desde quienes quedaron en medio del fuego cruzado.
Las acusaciones sotto voce de favoritismo con alguna empresa exasperaron al intendente, que en una reunión con la Cámara de la Construcción hizo una defensa férrea de la honestidad del proyecto y su compromiso con el funcionamiento eficiente del sistema de iluminación. Para calmar las aguas, el Ejecutivo retiró el proyecto y le hizo las modificaciones que se plantearon. Desde calle Salta esperan que, con las modificaciones que se hicieron para las condiciones de licitación, se presente una amplia cantidad de empresas, incluso muchas de la ciudad.
Entre los cambios, se dividió a la ciudad en dos zonas, por lo que serán dos las empresas encargadas de la tarea, y además se incluyó de manera explícita que la licitación la gana quien tenga mejor precio. Al mando de esas negociaciones se puso Sebastián Mastropaolo, dirigente PRO y secretario de Gobierno del municipio, quien - como exconcejal- desplegó su habilidad para navegar en el ámbito legislativo, para lograr puntos de encuentro con la oposición. Con Unidos, también suturó heridas en coordinación con la presidenta del Concejo Adriana Molina, quien terminó de alinear los votos del oficialismo.
Competencia interna en Santa Fe
Fuentes cercanas al gabinete señalan que existe una competencia latente entre los sectores del PRO y la UCR por ganar espacios de poder e influencia. "Se están contando las costillas", dijeron, en referencia a la tensión palpable en las reuniones del equipo de gobierno. Como contó Letra P, Boscarol y Mastropaolo son los pilares centrales de la gestión, y el equilibrio para evitar el doble comando es muy fino: cinco secretarías municipales están en manos del radicalismo y tres del PRO.
La discusión por la iluminación no es la primera que genera estas tensiones. Apenas arrancó la gestión, Mastropaolo quiso avanzar con un reordenamiento de los cuidacoches o trapitos y relanzar un proyecto que impulsó cuando fue concejal y que fue eje de la campaña de Poletti. En esa oportunidad, la propuesta terminó enredada en marchas y contramarchas tras intentar una medida que no prosperó por el rechazo social y finalmente dieron de baja la discusión. "Supimos escuchar", se consolaron en ese momento en el Ejecutivo.
La idea era que los trapitos -sin antecedentes penales, entre otros requisitos- ejercieran en zonas gastronómicas en horarios nocturnos y durante el fin de semana. Iban a tener una tarifa regulada y el municipio también se encargaba de repartir equitativamente las dársenas. Sin embargo, el rechazo mayoritario de vecinos y vecinas de barrios en lo que el voto del radicalismo es más fuerte, hizo caer el plan. En esa oportunidad, el sector de Mastropaolo sintió que los correligionarios los dejaron solos.