El jefe de la bancada radical en la Cámara de Diputados, Rodrigo de Loredo, estuvo en el centro de la escena durante el semestre que llevó la discusión de ley ómnibus y el paquete fiscal en el Congreso. A pesar de que no faltaron los momentos de tensión, el balance termina siendo positivo para el cordobés que apostó a la construcción de un perfil nacional, sin descuidar sus objetivos políticos en Córdoba.
Pese a la ira de Javier Milei tras el revés estival de la Ley Bases, De Loredo pudo capitalizar un lugar complejo para la dirigencia de Juntos por el Cambio, atrapada entre las decisiones de un electorado que -esta vez- no eligió a la alianza como alternativa y la necesidad de aportar las herramientas de gobernabilidad a la fuerza que irrumpió en la escena política nacional.
“De Loredo argumentó mejor que los libertarios y defendió más las leyes que los propios oficialistas”, se escuchaba en los pasillos de la cámara baja. La inexperiencia de la tropa libertaria potenció las habilidades del diputado que, a su vez, buscó marcar su impronta en el curso del debate y hacerse un lugar en la vidriera grande.
Estaba claro que el radicalismo, fuertemente dividido por el fenómeno que encarna Milei, no podía aceptar las normas a libro cerrado. En especial, para no arriar banderas históricas como la educación o la plata de los jubilados.
El oficialismo vio en De Loredo una buena espada legislativa y él logró introducir modificaciones al proyecto original del Gobierno. El mecanismo del semáforo para indicar los puntos susceptibles de aprobación y los que no fue parte de la primera avanzada.
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Rodrigo De Loredo y Karina Banfi, autoridades del bloque UCR en Diputados.
El proyecto de reforma laboral, otro punto fuerte para el radicalismo, fue otro éxito de un bloque que el excandidato a la intendencia capitalina logró mantener unido a pesar de una fractura interna que parecía detonarse en cualquier momento. La confianza que recibió de parte de los gobernadores fue todo un signo.
Rodrigo de Loredo, ¿funcional al gobierno de Javier Milei?
Cuando las críticas por una presunta funcionalidad al gobierno de Milei se hacían cada vez más sonoras en las redes sociales o en otras capas de la oposición, De Loredo lideró la acción opositora para recomponer las jubilaciones. El Presidente estalló de ira, incluso amenazó con aplicar el veto a las acciones legislativas que atentaran contra su programa económico.
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Como contó Letra P, este evento legislativo sin duda fue uno de los golpes más duros que recibió La Libertad Avanza, incluso más que el que significó el repliegue legislativo de enero.
En esa oportunidad, se trató de vincular a la UCR con el kirchnerismo, una lectura que con los lentes de lectura de la política de Córdoba es ofensiva para el radical. De Loredo fue cáustico en su descargo: “Hemos defendido la ley Bases y no salimos corriendo a voltear un DNU, pero no tiene nada de nuevo cortar el hilo por lo más delgado”.
Encuentro con Mauricio Macri y el pedido de más gestión libertaria
La relación entre el expresidente Mauricio Macri y De Loredo es una de las más estables en el elenco de lo que aún queda de JxC. No estuvo ajena a los sobresaltos y diferencias políticas, pero siempre cuidaron las formas. Ese vínculo es el principal canal de diálogo persistente entre el PRO y la UCR.
De Loredo y Macri coinciden en líneas generales en el rumbo sobre la macro. Sin embargo, creen que el énfasis debe estar puesto en la gestión y en un plan que potencia las exportaciones.
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En el plano político, la foto busca imponer mesura en el paño opositor que todavía redefine su lugar en el tablero político que surgió después del triunfo de Milei.
"Es la hora de la gestión. El Gobierno no ha tenido mucha precisión técnica. Ha tenido un rumbo acertado, con decisiones macro acertadas, pero con eso solo ahora no va alcanzar", dijo el diputado en declaraciones a la prensa este lunes.
Pidió al gobierno una cuadratura técnica. "Hay 1400 cargos del Estado que siguen ocupados por el kirchnerismo, que al fin y al cabo son quienes hacen que las cosas pasen", reprochó.
Seguidamente, instó al Gobierno a atender la presión devaluatoria y empezar a pensar en el superávit productivo, en lugar del superávit fiscal.