El republicano decidirá qué periodistas accederán a sus conferencias. En Buenos Aires, Karina Milei no quiere reporteros gráficos en la Asamblea Legislativa.
Donald Trump y Javier Milei en la internacional ultraderechista de la CPAC.
"Yo hago puchero, ella hace puchero; yo hago ravioles, ella hace ravioles", se quejaba de su vecina China Zorrilla, genial en la piel de Elvira en Esperando la carroza, el peliculón de Alejandro Doria. En la era de las ultraderechas, Donald Trump hace puchero, Javier Milei hace puchero.
Sobran ejemplos: Estados Unidos salió de la Organización Mundial de la Salud y lo mismo hizo Argentina; Estados Unidos no condenó a Rusia en la ONU por la invasión Ucrania, Argentina tampoco; Estados Unidos, durante la prmera presidencia Trump, mudó su embajada en Israel a Jerusalén; Argentina anuncia que también; Trump quiere hacer un muro en la frontera con México, Milei, más modesto, propone levantar un alambrado en Aguas Blancas, Salta, para cerrarle el paso al nacrotráfico... Ahora, el republicano restringe el trabajo de la prensa en la Casa Blanca y la Casa Rosada pretende hacer lo mismo en la Asamblea Legislativa del sábado.
Concretamente, se conoció este martes la decisión de Trump de tomar en sus manos la selección de los periodistas y los medios que estarán habilitados a participar de sus conferencias en el Salón Oval o en el avión presidencial. Para eso, le sacará esa potestad a la Organización de Corresponsales de la Casa Blanca, una organización independiente, que puso el grito en el cielo.
(No va a tener problemas el supermagnate Jeff Bezos, dueño de Amazon, que anunció su decisión de poner a The Washington Post, también de su propiedad, en línea con los nuevos vientos: la sección Opinión trabajará al servicio de "la libertad y el libre mercado". Tiene sentido: el año pasado, durante la campaña presidencial, había clausurado una tradición de cuatro décadas del periódico de orientación progresista de pronunciarse a favor de alguna de las fuerzas que se presentaban en la carrera a la Casa Blanca. Lo hizo justo cuando iba a salir el editorial que expresaba el apoyo a la demócrata Kamala Harris.)
Casi en simultáneo a la decisión de Trump, como reveló Letra P, funcionarios del Senado reunieron a los jefes de las secciones de Fotografía de cinco diarios y cuatro agencias de noticias para comunicarles que el sábado no podrán cubrir la presentación del Presidente ante la Asamblea Legislativa, de la que sólo habrá imágenes oficiales que distribuirá la Casa Rosada. Según pudo saber este portal, la orden fue de la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei.
El malestar que causó la medida habría llevado a la hermana del mandatario a recular en ojotas. Consultado este miércoles por Letra P, el vocero Manuel Adorni negó que vaya a haber cambios en las reglas que rigen habtualmente las coberturas de esas ceremonias. "Nuestro espíritu es la libertad, no la censura", dijo. Con todo, aseguró que no habrá cambios "más allá de posiciones o esquema de organización". Matices.
El puchero que cocina Trump en la Casa Blanca se parece al que amagó con hacer Milei en Balcarce 50, así como la escenografía de las conferencias de prensa de Adorni son tan White House Style. No bien se produjo el cambio de gobierno, en diciembre de 2023, el portavoz anunció que revisaría la plantilla de acreditaciones para poner un filtro de "excelencia" a ese plantel de profesionales con asiento en la sala de prensa de la Casa de Gobierno, un criterio tan vago como permeable a las arbitrariedades. También avisó que invitaría a "gente que no es periodista" a sus conferencias, de las que en alguna ocasión participó el agitador youtuber libertario Fran Fijap.
Sin embargo, no pasó de ahí. La depuración no ocurrió, como es posible que finalmente no ocurra lo que Karina Milei quisiera que sucediera el sábado en el Congreso, pero son síntomas, señales que tienen sentido en virtud del concepto horrible que tiene el Presidente de la prensa que jamás aceptaría, por caso, manipular entrevistas.