Javier Milei y la paradoja de un jefe de Estado que odia al Estado
–¿Vos odiás al Estado? –le preguntó el comunicador.
–Sí, obvio: el Estado es nuestro enemigo (…). Es algo que pienso hace más de diez años. El Estado es una organización criminal violenta que se financia con una fuente coactiva de ingreso llamada impuestos. Sí, es el enemigo –respondió el Presidente.
Cuando Fantino le trató de explicar que el Estado también toma cuerpo "en el policía que nos cuida en la puerta", Milei diferenció su "ideal de sociedad" anarcocapitalista de la realidad ineludible, que, se supone, lo limita en lo inmediato a buscar un Estado mínimo, un minarquismo, en el que la autoridad solo debe velar por la defensa exterior, la seguridad interior y la preservación de las libertades individuales.
¿La obra pública, por ejemplo? Afuera. "Un puente lo podría hacer tranquilamente la gente, no necesita del Estado", aleccionó.
"Sé lo que hay que hacer, sé cómo hacerlo y tengo la convicción", agregó, sugiriendo que su "norte" definitivo sería la abolición de la organización jurídica de la sociedad.
La paradoja es patente. Una ínfima parte de sus votantes puede haber tenido en mente el objetivo de la abolición del Estado y, por el contrario, la abrumadora mayoría espera de su líder simplemente una gestión para vivir mejor.
La relación entre los objetivos que plantea el Presidente, por un lado, y la realidad y las expectativas populares, por el otro, suscita preguntas inquietantes.
Una de las primeras definiciones de Milei fue sobre el rechazo expresado por Alberto Benegas Lynch nieto al carácter obligatorio de la educación básica. "Fue una frase absolutamente desafortunada, además sacada de contexto por una periodista (…) que quiere destruir este espacio (…). Es un error de Bertie haber ido a ese lugar", señaló. Esa "una periodista" es Romina Manguel, nueva víctima de la violencia presidencial.
El mandatario admitió un error de criterio del diputado, pero no desautorizó sus dichos. Esto es razonable: durante la campaña electoral, él había manifestado lo mismo. "¿Vos querés obligar a un ser humano a que haga algo? El sistema de la obligación no funciona y sólo el 16% de los chicos termina el secundario", había señalado.
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La idea de base es perturbadora en un gobierno que, mientras desfinancia las universidades nacionales, entrega vouchers para ayudar a ciertas familias a pagar aranceles de escuelas privadas. Minarquismo puro. Ideología pura.
En el mismo tramo, Milei denunció que "los periodistas juegan y hay un montón que juegan a destruir (…). La política es un juego de suma cero, el poder es un juego de suma cero: si lo tengo yo, no lo tenés vos. O sea, soy yo el presidente".
Esto es todavía más inquietante. Si hay una actividad humana que no es de suma cero, esa es la política. Al menos, la política que se dirime en democracia, en la que mandan la negociación y la agregación de intereses, así como la concesión con miras a un beneficio mayor que puede resultar mutuamente útil y garantía de un acatamiento más amplio a leyes mejor legitimadas.
Cuando habla de política, Milei no piensa en la política democrática, sino en una autoritaria. Si bien calificó de "estupidez" la idea de que pueda intentar un cierre del Congreso, sí se declaró dispuesto a gobernar de espaldas al Poder Legislativo.
"Soy yo el presidente". La república, te la debo.
¿Arranca o no arranca?
En otro fragmento, especialmente acalorado, se aventura a 2025 y hasta a 2027. "Vamos a hacer una hecatombe (sic) en la elección" intermedia, vaticinó. Es de esperar que la palabra, proferida entre gritos, sea sólo un error y no un lapsus linguae.
A continuación, aun más encendido, enfatizó: "Estoy estabilizando la economía y la economía está creciendo independientemente de la política". Habrá sido otro error, porque la inflación baja desde el cielo al que la llevó él mismo y la actividad se hunde a niveles del 5%.
Cabe preguntarse cómo lee la realidad el Presidente. Otra vez aparece la figura del error, aunque sea difícil de comprender. Alguien –¿Toto Caputo?– le vendió que los precios de los alimentos no sólo se están desacelerando, sino que están bajando. Así lo repitió el propio mandatario, que hizo partir la pantalla de Neura para mostrar posteos de una cuenta de Twitter que, se suponía, seguía los precios online del supermercado Jumbo. El fiasco se hizo bochorno cuando esa misma cuenta aclaró que lo suyo no pasaba de "un experimento social".
¿En base a qué parámetros estadísticos toman sus decisiones el ministro de Economía y su jefe? ¿En función de un bot fake de Twitter? Además, Caputo, que se había aventurado a anticipar un IPC del 10% en marzo, ¿de dónde sacó la información? ¿No está obligado el INDEC por el secreto estadístico?
Tan delicado se puso todo que el director de ese organismo, Marco Lavagna, salió a salvar su parte, no se sabe si irritado con el ministro, con el Presidente o con los dos.
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¿Destrucción creativa?
A Milei, a sus funcionarios y a sus simpatizantes les divierten las quiebras de empresas y la destrucción de fuentes de trabajo. Algo de eso se había visto en la campaña, cuando lo entrevistó el peruano Jaime Bayly y le sacó un gesto memorable.
También en la entrevista que trata esta nota, en la que el mandatario le puso un apodo despectivo a Jorge Fontevecchia (sin nombrarlo, lo llamó "Tinturín", porque "se carmelea") y sonrió con goce cuando auguró "la quiebra" de Perfil. El empresario periodístico le respondió con temple.
El economista Joseph Schumpeter acuñó el concepto de "destrucción creativa" del capitalismo para dar cuenta del permanente cambio que, dentro del sistema, se da para que nuevas unidades de producción reemplacen a las que fallan por no ser competitivas.
Milei debe creer en eso, perolo suyo parece tener que ver más con la fruición ante la desgracia de quienes él mismo define no como adversarios, sino como "enemigos". Esto resulta de por sí elocuente sobre la condición de un gobernante que ha decidido montar un show de despidos en continuado en el Estado para generar, en su base más fanática, la ilusión de una depuración del zurdaje.
Por otro lado, tras lo ocurrido con la agencia Télam y la cancelación masiva de contratos en la TV Pública, pareciera encontrar un gusto especial en que el desempleo caiga sobre periodistas que, asume, buscan destruirlo.
El infierno inflacionario
Milei se ufanó, en la tertulia con Fantino, de haber sido quien decidió subir el dólar oficial a 800 pesos, una desmesura según economistas de todas las tendencias. Según el Presidente, eso minimizó la recesión y la inflación, cosa que no refutan ya los especialistas, sino la propia evidencia.
Tiempo atrás, dijo que "la licuadora y la motosierra no se negocian". Si la motosierra es el instrumento elegido por un cirujano afecto a la sangre, la licuadora es el mecanismo por el cual la inflación –disparada por demás por el tamaño de la devaluación– hace que las jubilaciones, los salarios y los ahorros se derritan en manos de sus tenedores. De todos los métodos posibles para llevar a cabo un ajuste fiscal, no existe ninguno más injusto y perverso.
desPertar, el newsletter de Letra P, analizó el lunes un aspecto clave de la licuación de la mileinomía: su idea de que la remonetización de la economía deberá llegar en base al uso de "los dólares del colchón". Se trató de un anuncio de empobrecimiento tal, que convertirá lo que era un ahorro para emergencias, viajes o ayudas a los hijos en compras de supermercado. El stock se disolverá en un flujo y él mismo dice dar el ejemplo.
Asimismo, desPertar advirtió este martes que la idea de un blanqueo desaprensivo de capitales podría abrirles la puerta a dineros del narcotráfico y mafias varias, además de comprarle al país un choque severo con el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), con Estados Unidos y con las otras "democracias del mundo libre". El propio Milei ilustró ese punto de modo prístino en su diálogo con el comunicador de ultraderecha.
Aprobarlo, tal vez, no sería problema: para él, el Congreso no es un límite.
A Hércules regalado no se le miran los dientes
El anarcocapitalista interpretó la visita a Ushuaia de la comandante del Comando Sur de Estados Unidos, generala Laura Richardson, como una prueba de lo exitoso que es su alineamiento con la hiperpotencia. Para él, que la mujer haya llegado a la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur constituyó un aval a la reivindicación de la soberanía sobre las Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. "Fue el acto de mayor soberanía que se hizo en los últimos cuarenta años. Es el primer paso para empezar a pensar la recuperación de Malvinas. Que la saquen del ángulo...", se festejó a sí mismo.
"¡Nos regalaron un (avión de carga) Hércules!", exclamó para probar la lealtad de Washington con su gobierno. Conmueve tanto candor, pero lleva a preguntarse, una vez más, quién diseña la fallida política exterior de la ultraderecha.
Contradiciendo el acuerdo alcanzado en el Senado para que la Cámara alta diera el visto bueno al nombramiento de su rabino personal, Axel Wahnish, como embajador en Israel, volvió con la idea de trasladar la sede diplomática argentina en ese país de Tel Aviv a Jerusalén, algo reñido con la legalidad y el amplio consenso internacional, así como con el imperativo de no reconocer la implantación de población en territorios conquistados por la fuerza, una afrenta a la causa Malvinas.
Fantino, entonces, quiso saber cuánto pueden costarles al país y a sus habitantes esos alineamientos en un mundo en el que organizaciones terroristas se cobran caro esos gestos.
"Es falso que eso ponga a la Argentina en el radar" de Hizbulá y de Hamás. "¿De dónde te creés que vinieron los dos atentados? Nosotros ya estamos en el mapa. La diferencia es si somos cobardes o nos plantamos del lado del bien", contestó.
Por motivos personalísimos, con razonamientos vertidos fuera del recipiente y sin asumir mayores responsabilidades por el destino de quienes gobierna, Milei se convence: "No existen los tibios".
El carácter del Presidente. Es la cuestión.