El paro que los gremios docentes enrolados en la CGT y las CTA llevarán a cabo este jueves para reclamarle al Gobierno la convocatoria a la paritaria nacional y el restablecimiento del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID), eliminado a principios de año, oficiará como una foto panorámica de los efectos que la motosierra de Javier Milei está provocando en las provincias.
Con el estallido de Misiones como botón caliente de muestra, la huelga extenderá en todo el país la reedición de un clásico de los 90: el reclamo de los sindicatos estatales ante el abandono de la administración central, que pone a los gobernadores contra las cuerdas.
La medida de fuerza, como explicó este medio, fue resuelta por los gremios ante el estancamiento de las negociaciones con el Ministerio de Capital Humano, la cartera que conduce Sandra Pettovello. Según claman los sindicatos, la ministra se había comprometido a dar respuestas, que nunca llegaron, a las demandas salariales.
Con la masiva marcha universitaria del 23 de abril en defensa de la educación pública como antecedente insoslayable, exactamente un mes después el reclamo docente por la recomposición de los ingresos del sector viene acompañado por la demanda de fondos para educar en condiciones edilicias y laborales dignas. En ese marco, el factor FONID evidencia a cielo abierto cómo impacta la decisión de la Casa Rosada de desentenderse de obligaciones que traspasa de prepo a las provincias. Si no fuera un déjà vu del gobierno menemista que idolatra el Presidente, sorprendería.
Docentes, una historia
El 26 de marzo pasado, el Gobierno borró el FONID del presupuesto de un plumazo con el decreto 280. Fueron unos 270.000 millones de pesos que el Estado nacional debía transferir a las provincias para complementar el sueldo docente. Esa masa de recursos significaba entre el 10 y el 15% de cada salario. El fondo funcionaba desde 1998. Milei decidió no renovarlo.
El FONID fue creado por la ley 25.053, que establecía que iba a ser financiado con un impuesto anual cobrado a titulares de autos y motos de alta gama, embarcaciones y aeronaves. Había sido el resultado de la lucha sindical en la mítica Carpa Blanca que los sindicatos habían instalado en la plaza del Congreso. La lucha duró mil días, literal. Fue instalada el 2 de abril de 1997 y levantada el 30 de diciembre de 1999, con Carlos Menem ya fuera del poder y la garantía de que los recursos seguirían reforzando los haberes del sector.
Aquella pelea por los salarios docentes había tenido como punto de partida el desfinanciamiento educativo que, entre otras causas, estaba empujado por la transferencia de la administración de las escuelas desde la órbita nacional a las provincias, sin los recursos. Menem lo hizo. Milei se copia.
Gobernadores contra las cuerdas
Exacerbado por la cuestión del FONID, el conflicto docente pone en primer plano el reclamo de los diferentes gremios estatales en la era libertaria. El ejemplo más acuciante es el estallido social registrado en Misiones, donde la protesta policial amplificó los reclamos que ya venía desarrollando el personal de la salud, de la administración pública y, también, docentes.
La crisis desatada en la tierra colorada pone en alerta a los gobernadores, que empiezan a tomar recaudos para evitar un efecto contagio.
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Sin embargo, todas las precauciones pueden ser pocas con el plan económico de Milei. En enero de 2024, el Gobierno redujo el gasto público nacional como nunca antes en tres décadas: 39,4% interanual en términos reales.
En ese marco, las transferencias totales automáticas a las provincias y a la ciudad de Buenos Aires tuvieron una caída del 19% real interanual en el primer cuatrimestre de este año, según un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF).
El mismo trabaja detalla que no todo es motosierra. En abril, por ejemplo, la caída se explica, principalmente, por un descenso real interanual de la recaudación del impuesto a las Ganancias del orden del 35% y del IVA, del 8%.
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Como si fuera poco, en concepto de leyes complementarias y compensaciones, en el primer cuatrimestre de este año el Gobierno envió a las provincias $514.000 millones contra $261.000 millones enviados durante igual período del año anterior. Descontando el proceso inflacionario del período, significa una caída real del 48,6%.
En medio de ese derrumbe y con los gremios estatales en alerta, los gobernadores y sus equipos se sientan en las mesas paritarias con dos argumentos principales: la reducción del envío de partidas nacionales a los distritos por la motosierra de Milei y el desplome de la recaudación por la recesión de la economía. No les falta razón, pero el poncho no aparece.
Mientras el vocero presidencial, Manuel Adorni, desligó a la Casa Rosada de la tensión que se vive en Misiones, un docente de la provincia norteña les contaba a los medios locales que cobra 300 mil pesos y paga 100 mil de luz. Es una instantánea de una cadena sin fin: docentes sin FONID, provincia sin plata para salarios, aumento de tarifas, provincia sin plata para subsidiar... y así.
El paro docente de este jueves multiplicará esa foto en una panorámica que abarcará a todo el país. Como en los 90, los gremios estatales entran en escena. De hecho, su emergencia fue parte fundamental del nacimiento de la Central de Trabajadores de la Argentina durante el gobierno de Menem. Hoy, una de sus dos expresiones tiene al frente al docente Hugo Yasky, el mismo que sostenía la Carpa Blanca al mando de CTERA junto a Marta Maffei. Es la Argentina del eterno retorno.