El panperonismo de Neuquén es un hervidero desde mucho antes de la elección del 16 de abril, pero el quiebre interno se agudizó con el escrutinio definitivo que oficializó la ruptura del invicto de seis décadas del Movimiento Popular Neuquino (MPN). La pérdida de un distrito populoso como Centenario, la reducción del bloque en la Legislatura a un puñado de bancas y la furia de las bases partidarias con Darío Martínez, Oscar Parrilli y Ramón Rioseco, profundizan las diferencias a poco de encarar un nuevo proceso electoral. La salida al desplome, entienden algunos sectores, es imitar el modelo de Río Negro, en el que un espacio mayoritario del justicialismo cerró con Alberto Weretilneck, para ir detrás de Rolando Figueroa, el gobernador electo. Otros hablan de un proceso lento, con una renovación total de nombres.
Desde que se eligieron autoridades en la provincia y varias localidades, el Partido Justicialista (PJ) neuquino se sumergió en un profundo silencio. Ninguna de las autoridades del consejo partidario, hoy encabezado por Martínez, habló de la catástrofe que arrastró al sello a la peor elección desde la vuelta a la democracia. Las manifestaciones por lo bajo de la dirigencia, dan muestra del enojo con la actual conducción. Los dardos van dirigidos a quienes tienen responsabilidades en el armado electoral, que continúa desgranándose y está lejos de ser una opción real de gobierno.
Los críticos se basan en los números, que dan muestra de la crisis: el Frente de Todos Neuquino (FdT-N) obtuvo 52.735 votos (12,68%) hace dos semanas y quedó muy lejos de Figueroa, que llegó a 148.136 votos (35.63%).
Alberto Vivero Darío Martínez Oscar Parrilli
Parrilli, Zúñiga y Martínez. El PJ de Neuquén está roto.
Si se compara con el caudal de 2019, instancia en la que Omar Gutiérrez (MPN) fue reelecto, el espacio sufrió una sangría notable. Aquel año, superó los 98 mil votos (26,12%). Con la comparación reciente se abre un interrogante al corto plazo, sobre todo para cuando se compita por cinco intendencias y por dos bancas en la Cámara de Diputados.
Por fuera del círculo próximo a Martínez, Parrilli y Rioseco, los razonamientos son críticos. Entienden que no se puede ceder más terreno y la dirigencia, sobre todo justicialista, debe recapacitar. “Hay mucha bronca”, repite un importante dirigente de la capital, que este proceso electoral lo vivió sin expectativas. A la espera de un nuevo encuentro que clarifique el panorama, en la periferia peronista comienza a reclamarse limpieza en la grilla de candidaturas.
Los consultados por Letra P recuerdan cómo el legislador provincial electo transitó por la Secretaría de Energía, dirigió la renovación de autoridades partidarias y tuvo injerencia en la decisión de conformar una boleta –una vez más– con Rioseco. Con diferente tono, pero similar enojo, hablan del senador nacional e histórica figura que condujo al kirchnerismo neuquino. “Con ellos al frente, llegamos a este lugar”, entienden.
Fin de Ciclo
“El Frente de Todos acaba de desaparecer en Neuquén”, repite otra dirigente, de espaciada participación en la campaña. “Perdimos todos los municipios y disminuimos la representación legislativa en cada gobierno local y la provincial, siendo la peor elección de la historia del peronismo. Pasamos de nueve a tres diputados provinciales”, se fastidia.
En un importante sector del justicialismo neuquino piensan que la salida a la nueva crisis, fogoneada por la pésima imagen del gobierno nacional, es sumándose al espacio que conduce Figueroa, donde ya se incorporaron el Frente Grande y el Movimiento Evita. Este último sector es encabezado por el presidente del PJ de la capital, Marcelo Zúñiga.
Cara visible del peronismo con Figueroa, el referente de la organización de Emilio Pérsico en el sur se refirió a la boleta que encabezaba Rioseco. "El posicionamiento que ha tenido ha sido el mismo en público y en privado. Su candidatura fue testimonial para no ganar", razonó el conductor del Evita, en declaraciones a Radio Capital, demostrando así los cortocircuitos de arrastre.
Dos caminos
La idea principal que retumba en las bases es apartar a Rioseco, Martínez y Parrilli del nuevo esquema, tarea que parece tan difícil como probable. “Debe ser sin los que nos llevaron a esta situación”, advierte una voz importante del justicialismo, al citar el proyecto fundador de Felipe Sapag, que creó una máquina imbatible de ganar consecutivamente elecciones provinciales hasta el pasado 16 de abril.
En perspectiva por lo que sucedió en Río Negro, algunos se animan a pronosticar un giro similar al que dio el denominado frente Nos Une Río Negro (La Cámpora, Nuevo Encuentro, Frente Renovador), que sirvió para aceitar el acuerdo con Weretilneck. Aunque no es unánime, fuentes de una de las vertientes panperonistas se imaginan integrando Neuquinizate, que hoy se caracteriza por una conformación variopinta, que va de la centroizquierda a la derecha.
En el kirchnerismo existe dualidad en el enojo. Coinciden en el análisis sobre el rol de Martínez y de Parrilli, al que acusan de “traficar del peor modo” el nombre de Cristina Fernández de Kirchner. “No los vamos a acompañar”, dicen organizaciones con peso territorial, en referencia a las candidaturas nacionales que se discutirán en el corto plazo.
Atormentado por los pésimos resultados, con apenas tres bancas en la Legislatura, sin municipios de fuerte peso electoral, lo que queda del FdT deberá luchar por dos escaños en la Cámara baja en agosto y octubre. Hoy, el escenario interno es turbulento y es difícil saber quién estará encargado de traccionar una boleta que llegará atada a la propuesta presidencial del espacio, que todavía es una incógnita.