Pese a la detonación de Juntos por el Cambio (JxC) a nivel nacional, provocada por el acuerdo electoral que rubricaron a puertas cerradas Mauricio Macri y Javier Milei, cinco sectores internos clave de la coalición en territorio bonaerense activaron contactos subterráneos para mantener la unidad, evitar rupturas en la Legislatura y lubricar el vínculo en los distritos que gobiernan. Si bien admiten que el éxito o el fracaso de este objetivo dependerá, en buena medida, de los resultados del ballotage, hay amplios consensos para continuar mostrándose como la principal oposición al kirchnerismo que representa Axel Kicillof, el gobernador del 45% que por default es figura central del espacio que lidera Cristina Fernández de Kirchner.
La última semana hubo una serie de reuniones y llamados cruzados entre los sectores que representan Néstor Grindetti, excandidato a gobernador que tiene línea directa con el expresidente Macri; Diego Santilli, diputado que busca reconstruir el sector moderado que dejó vacante Horacio Rodríguez Larreta; Maximiliano Abad, senador electo y presidente del Comité Provincia de la Unión Cívica Radical (UCR); la intendenta electa Soledad Martínez (Vicente López), los intendentes Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Guillermo Montenegro (General Pueyrredón) y, aunque en menor medida, Maricel Etchecoin Moro, presidenta de la Coalición Cívica de Elisa Carrió.
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Los acuerdos entre el PRO, la UCR, la CC y el peronismo republicano en Buenos Aires siempre tuvieron una lógica distinta a los nacionales. Mucho más estable y atenta a la gobernabilidad de sus distritos y a la unidad de sus bloques en ambas cámaras de una Legislatura, la coalición con sello bonaerense ahora buscan reforzar esos vínculos y sostener la alianza tal cual se la conoce y pese a las peleas entre Macri, Larreta, Carrió, Gerardo Morales y Miguel Ángel Pichetto.
Además de Abad, Martínez, Valenzuela y Montenegro, otros que operan la unidad en nombre de los líderes bonaerenses son Adrián Urreli, espada legislativa de Grindetti, y Agustín Forchieri, diputado electo por la Primera sección y mano derecha de Santilli.
Por ahora, quedan afuera de los debates internos Joaquín de la Torre, a quienes muchos ven no sólo marginado de la mesa política de Patricia Bullrich, incluso antes de las generales, sino también tendiendo puentes desde hace tiempo con Milei; y quienes responden a Emilio Monzó, el diputado que arma en las sombras a favor del triunfo de Massa. De todos modos, son dos dirigentes de extracción justicialista en JxC que no hicieron explícitas sus posturas de cara al 19 de noviembre.
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En la ronda habitual de consultas de Letra P no son pocos los que coinciden en afirmar que la unidad de la alianza opositora dependerá del resultado de la elección. Y abren un interrogante que los pone frente a un futuro dilema: si gana el candidato de La Libertad Avanza (LLA) es muy probable que JxC se rompa en al menos tres partes. De un lado, aquellos que continúen un acuerdo con liberales e integren su eventual gobierno; los larretistas y aliados menores que insistirán con el camino del medio y los radicales fieles a su predicamento orgánico.
La mayoría se mantiene prescindente en la contienda, pero detrás de un gobierno del hoy ministro de Economía podría estar la llave de la unidad de la oposición. El problema es cuánto tiempo ocuparán ese rol, porque, como le dijo a este medio un hombre con peso político propio en el PRO, "si Massa gana, se queda 20 años en el poder: con todo el aparato, los sindicatos y el Círculo Rojo, como lo tuvo Carlos Menem".
