Que uno sea radical y el otro peronista no implica por mero carácter transitivo que, a partir de diciembre, el gobernador electo de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, y su par cordobés, Martín Llaryora, no puedan construir puentesy hablar el mismo idioma. Dos provincias ricas, fundamentales en el enclave agro del centro del país; dos personas voraces desde lo político, unidas no sólo por Guillermo Seita. Dos jefes del interior productivo en boxes.
No hubo fotos exclusivas del dúo Pullaro – Llaryora en el encuentro provincial que se realizó en Coronda. Al menos, no era la imagen que iba a buscar el equipo del radical. Es momento de transición en los dos territorios y, al menos en la Bota, solo se procura mostrar la buena sintonía y responsabilidad política entre el saliente Omar Perotti y el entrante.
Maximiliano y Martín tienen intereses en común. Comparten generación y una mirada reivindicatoria del potencial de la región en detrimento del poder central. El cordobés lo mostró con la célebre frase “pituquitos de Recoleta”. Pullaro no piensa tan distinto ya que se siente muy lejos de la lógica porteño centrista.
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Antes de Coronda, Pullaro y Llaryora habían mantenido varios contactos telefónico. Informales, escuetos. Hay un entendimiento entre los gobernadores, que buscan tener relación fluida. Llaryora, como seguidor de Juan Schiaretti, comulga con un plan cordobesista hiper aceitado desde hace unas dos décadas. Pullaro ni siquiera abrió su gestión, pero respeta el modelo político de la provincia vecina y pretende impregnarle una potencia similar a lo suyo.
Los dos tienen un camino para desandar, que no sólo se basa en la gestión. Si Javier Milei gana las elecciones presidenciales y las dos grandes coaliciones, Juntos por el Cambio y Unión por la Patria, implosionan, Pullaro y Llaryora están destinados a ser actores políticos clave, centrales en la oposición del país.
A partir de diciembre, Pullaro será el gobernador más importante del radicalismo y Llaryora, una vez que termine la aventura presidencial de Schiaretti, empezará a trabajar para ser líder del PJ a nivel nacional. Lo contó más de una vez Yanina Passero en Letra P. En el entorno del radical auguran un futuro cercano de provincialización y regionalización de los gobiernos, con mandatarios resguardándose en sus territorios, con una necesidad real y concreta de establecer mucho diálogo.
Pullaro respeta a Llaryora y lo rescata por enfrentarse al kirchnerismo desde dentro del peronismo. Si Rogelio Frigerio se convierte en gobernador electo de Entre Ríos el 22 de octubre, el santafesino también se encargará de sumarlo rápido al eje potente y rico de la región.
Con dos actores ya consagrados y una elección por resolver, la región centro tiene futuro. Schiaretti, Perotti y el entrerriano Gustavo Bordet la usaron para, por un lado, enfrentar al poder central que solo pone su mira en el AMBA y, por el otro, para generar fuertes acciones de gestión sin recurrir a Buenos Aires. La financiación de un acueducto biprovincial a través del Fondo Kuwaití es una prueba elocuente de ello.
Hay muchos puntos en común en lo productivo de la provincia: carne, lechería, política de retenciones. Temas de peso para la producción del país, no solo de la zona. La elección de Gustavo Puccini, persona de extrema confianza de Pullaro, para la cartera da un mensaje claro de la trascendencia que tiene el área.
Al interés mutuo por vincularse, Pullaro y Llaryora le agregarán el aporte de Seita. El consultor que no da entrevistas es difusor neurálgico del relato cordobesista y, luego de romper con Perotti, cerró filas con Pullaro y, al menos en el amanecer de la sociedad, la cosa marcha muy fluida. Siempre, como aquellas sombras que nunca dejan de estar, Seita desplegará sus hilos para el crecimiento del peronista y el radical.