SEMANA SANTA FE

Maximiliano Pullaro: el jefe soy yo

Con nuevo ministro de Gobierno, el gobernador electo se garantiza conducción a sol y sombra. Primeras muestras del futuro ejercicio de poder del radical.

Con la renuncia de Felipe Michlig a ocupar la cartera de Gobierno, el gobernador electo de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, logró concentrar el poder solo en su persona antes de arrancar la gestión. La chance de darle el ministerio político a un senador suponía una tensión y un riesgo de doble comando que sólo podría haber lesionado los intereses de la administración entrante. Entre las consecuencias del volantazo sobre la hora, el diputado provincial avisa: el jefe soy yo y solo yo. La embestida contra la Corte y el Ministerio Público de la Acusación (MPA) son las primeras muestras del futuro ejercicio de poder del radical.

Los senadores en Santa Fe son una suerte de minigobernadores, así se mueven en sus territorios. Intermedian cualquier vínculo o relación. El salto de un senador –cualquiera– al Ejecutivo supone la adquisición de otras reglas y formas. Ahora, en el caso particular de Michlig, y como publicó Letra P, el senador ya se había asegurado la construcción de una cartera más grande de lo habitual. No era un ministerio “clásico”, como le concedió su par Lisandro Enrico a este medio.

La salida, sorpresiva e inesperada, de Michlig supone entonces un regreso a formatos más estandarizados y conocidos, y la ausencia dentro del gabinete de una personalidad fuerte, acostumbrada a no tener superiores. A ser jefe, en concreto. El oriundo de San Cristóbal es y se cree padre del frente Unidos que le arrebató la provincia al peronismo y también cree tener –o tiene directamente– una ascendencia emocional, casi paternal sobre Pullaro.

La relación entre un gobernador y su ministro de Gobierno tiene particularidades. En el archivo se recuerda el vínculo del saliente Omar Perotti primero con Esteban Borgonovo y luego con Roberto Sukerman. Ninguno de los dos eran interlocutores válidos del rafaelino a la hora de negociar con la oposición. A los rosarinos les pasó algo similar: no pudieron garantizar acuerdos en nombre del gobernador. Cuando ingresó Celia Arena, persona de histórica confianza de Perotti, la cosa mejoró.

Cabe la pregunta: ¿Michlig iba a ser un interlocutor válido de los intereses de Pullaro? ¿O desde el gabinete trabajaría, a la par, por objetivos particulares? Con el ingreso de Fabián Bastía a Gobierno la pregunta se empieza a responder por sí sola. Bastía es un soldado, un hombre de partido, como le gusta definirse. Cumplió un rol clave en el centro norte durante la campaña y reconoce a Pullaro como su jefe. Punto y aparte y vuelta a empezar.

El movimiento le aporta orden al gobernador electo. A la vez, se permite no romper de entrada con Michlig, ya que Bastía tiene un vínculo muy fino y sólido con el senador. Michlig prometió acompañar, pero no serán pocas las miradas que se posarán sobre su comportamiento a futuro.

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Con el gabinete ya presentado, Pullaro se empezó a concentrar en la agenda provincial. A la espera del ballotage entre Sergio Massa y Javier Milei para tener más certezas aún, el futuro mandatario radical tomó el toro por las astas al insistir con la renovación de la Corte Suprema santafesina y pegarle al MPA por su respuesta a la muerte de un policía en Rosario.

Reapareció el Pullaro precampaña. Firme, duro en sus términos, sin mirar a quién critica. Tiene una responsabilidad enorme sobre sus hombros y, además, tiene un millón de votos sobre su espalda. Está ancho y seguro. Sus formas no son del todo compartidas puertas adentro de Unidos, pero su victoria sin atenuantes le permite hacer y moverse con libertad.

Lisandro Enrico, futuro ministro de Obras Públicas de Maximiliano Pullaro.
Abajo, de izq. a der.: Domingo Rondina, Enrique Estévez, Pablo Olivares, Lisandro Enrico, María Victoria Tejeda, Maximiliano Pullaro, Gisela Scaglia, Fabián Bastía, Pablo Cococcioni, Roald Báscolo, Luis Persello. Arriba, de izq. a der.: Juan Cruz Cándido, José Goity, Susana Rueda, Gustavo Puccini, Silvia Ciancio, Cristian Cunha y Julián Galdeano.

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