Mauricio Colello, secretario General de la gobernación de Entre Ríos, conoce el pensamiento de Rogelio Frigerio como pocos. Trabaja con él desde muy joven, y forma parte del círculo de confianza más cercano. Define la estrategia y apunta al mandatario en sus discursos. Audita la comunicación pública del gobierno y es en quien más descansa el gobernador para la toma de decisiones. En campaña y en gestión. Lo acompaña desde sus tiempos en la Legislatura de Buenos Aires y durante su paso por el Ministerio del Interior. Fue su jefe de campaña desde 2017 hasta la más reciente, que lo colocó al frente de la Casa Gris en Paraná. En el medio, trabajó en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires bajo la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
Desde que llegó a la función pública en la provincia, Colello cultivó un bajísimo perfil, evitando hacer declaraciones. Por primera vez, accedió a una entrevista con Letra P en la que repasa su visión del gobierno provincial que inaugura, después de 20 años de gestiones peronistas, la llegada de Juntos por el Cambio a la provincia. Y anticipa el terreno movedizo en el que se deberá mover su jefe político durante los próximos cuatro años, bajo la presidencia de Javier Milei.
–Van dos meses de gobierno, pero pasaron muchas más cosas de las esperadas, ¿qué balance hace de la gestión de Rogelio Frigerio hasta ahora?
–Lo primero que tenemos que dejar en claro es que nos encontramos con una provincia sin tablero de control, desorganizada y endeudada. En la transición, el gobierno saliente no contaba con la información centralizada de su gestión. Tuvimos que hacer un mapeo área por área y nos dio un número de 800 funcionarios salientes. Hoy gobernamos con la mitad de esos cargos. Por otro lado, no contábamos con los fondos suficientes para salarios, heredamos una provincia con deuda total de 100.000 millones de pesos. Solo en obra pública, la deuda era de 22.000 millones. Y algo peor, durante el año electoral, hubo más licitaciones y adjudicaciones de las que estaban previamente en curso. Comprometieron fondos que la provincia no tenía. La deuda en dólares, ya lo contamos, significó que faltaban 40 millones de dólares. Encontramos y empezamos a gestionar una provincia con estado financiero crítico y sin brújula.
–¿Este escenario alteró el plan de gobierno?
–Gobernamos sin beneficio de inventario. Nuestro programa de gobierno va por etapas: el ordenamiento general de la provincia en sus cuentas públicas es lo que estamos haciendo ahora. Luego, queremos la consolidación de un tablero de gestión, y después vamos a desplegar un plan de desarrollo productivo. Todo eso, acompañado con las leyes que vamos a mandar a la Legislatura provincial de ética púbica, de transición de gobierno y de eliminación de gastos reservados del gobernador.
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Mauricio Colello acompaña pero también apunta y define estrategias en la gestión de Rogelio Frigerio en Entre Ríos.
La relación con Javier Milei
–En los últimos días se abrió un frente de conflicto tras la decisión del gobierno nacional de ajustar a las provincias, ¿cómo construyen el equilibrio entre el acompañamiento político a Javier Milei y el impacto de sus medidas en Entre Ríos?
–Compartimos el norte que marcó el presidente Milei en lo que tiene que ver con el ordenamiento de las cuentas públicas y por eso apoyamos el DNU. Apostamos a una relación de diálogo y respecto que nos acerque a esos objetivos. Tanto la nación como la provincia tienen que sanear sin que eso implique desfinanciar a otro nivel de gobierno, y acá lo hacemos con el ejemplo: estamos saneando sin desfinanciar a las intendencias.
–Pero sí hay un desfinanciamiento del gobierno nacional a las provincias…
–En lo nacional, después de mucho tiempo, dejamos de tirar los problemas para adelante y estamos discutiendo los problemas de Argentina. Esa oportunidad no te da margen para mezquindades u oportunismos. Es una oportunidad para discutir el problema madre del país, que es que se gasta más de lo que ingresa. Desde Entre Ríos vamos a defender los recursos que le correspondan a la provincia y lo estamos haciendo con mucho esfuerzo. En Entre Ríos va a ser la política la primera que haga el ajuste y esto tiene hechos concretos: en Diputados bajamos de 730 a 220 contratos por asesorías, en Senado de 903 millones a 630 millones de pesos, nominalmente, el gasto en asesores. Pusimos todas las dependencias al servicio de la comunidad, con lo de los autos oficiales se vio: 150 autos que eran para uso personal de funcionarios ahora están al servicio de la policía. Ese ejercicio se tiene que hacer en todos los niveles de gobierno.
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–¿Cómo piensan resolver la quita de subsidios al transporte público? Ya hubo varios intendentes e intendentas que levantaron la voz.
–La provincia tiene que garantizar sus responsabilidades y va a subsidiar el transporte. Después, tendremos nuestras conversaciones con el gobierno nacional para ver cómo se siguen reordenando las cuentas públicas. Las intendencias necesitan el financiamiento que corresponda.
–¿Están conformes con el vínculo entre Frigerio y los y las intendentas? Hasta ahora no se percibe un frente común que preocupe en ese sentido, ¿o si?
–Rogelio trabaja de manera constructiva con los intendentes, así como lo hizo cuando fue ministro del Interior. Es una persona que no gobierna desde una oficina en Paraná, sino que lo hace codo a codo. Sabemos de la complejidad que tienen y que la situación es difícil a nivel provincial, pero también sabemos que no podemos solos, necesitamos que todos los que tienen responsabilidades de gestión empujen para adelante.
–¿Qué nivel de respaldo social creen que tienen?
–En la elección en la que Frigerio es electo, ganó Sergio Massa en la presidencia. Eso, en un sistema electoral de boleta sábana, es un dato llamativo. Había una profunda decisión de la ciudadanía de acompañar a Rogelio, en lo que representaba un cambio. Eso es lo que estamos llevando adelante, ya estamos transformando al gobierno, que sea abierto, transparente. Sentimos que la gente valora que por primera vez el ajuste empezó por la política, hoy hay un gobierno empático con la situación. Se terminaron los privilegios, los gastos reservados, gastos que no volvían a la gente en servicios. La gente ve el esfuerzo y lo valora.