19N SEGUNDA VUELTA

Martin Llaryora madura la libertad de acción para el cordobesismo rumbo al ballotage

El gobernador electo no se opondrá a las decisiones de la dirigencia que deberá trabajar sin el aparato del PJ. El impacto real de las posturas individuales. Massa, espera.

La distancia que separa a Juan Schiaretti y Martín Llaryora del minuto a minuto electoral empieza a generar impaciencia entre la dirigencia cordobesa que por estas horas dirime sus posturas entre la cautela y las manifestaciones personales que, insisten en aclarar, responden a decisiones meramente individuales. También están aquellos que llaman públicamente a trabajar por Sergio Massa, a la espera de una futura expresión “institucional” del cordobesismo que no madura. En las últimas horas, comenzó a sonar con fuerza en el entorno de los jefes del PJ cordobés que la libertad de acción asoma como la salida elegante al incordio. Cada dirigente podrá movilizar por su cuenta para el candidato de su preferencia, pero no contará con los resortes del partido.

Mientras el gobernador y su sucesor continúan de gira por Asia y Europa, desde el Panal bregan por una cautela que ponga un freno a los apoyos que en la última semana empezaron a desprenderse para el ministro-candidato de Unión por la Patria. Entre las diferentes posturas que conviven en el espacio entienden que hay un “impulso natural” que hace que la dirigencia peronista se incline a favor de Massa, aunque prefieren evitar que esas manifestaciones terminen representando alguna especie de presión para los líderes cordobesistas, principalmente para Llaryora.

Mientras Mauricio Macri y algunos dirigentes del oficialismo siguen esperando gestos por parte de Schiaretti, Massa espera por Llaryora. En el peronismo nacional tienen en claro que el hasta hace diez días candidato a presidente por Hacemos por Nuestro País no acompañará la candidatura del tigrense y, en todo caso, no ven con malos ojos una postura que, por lo menos, no sea favorable a Javier Milei.

En el massismo no hay vasos comunicantes directos con el todavía intendente de Córdoba. Entienden que la relación del sanfrancisqueño con su otrora par de Tigre es lo suficientemente fuerte para no necesitar de intermediarios. Por eso esperan que su regreso active los mecanismos para un diálogo abierto que empuje al cordobés a trabajar en el sprint final del peronismo nacional. No será sencillo, los hombres y mujeres que más cerca estuvieron de las campañas que unieron a Schiaretti y Llaryora a lo largo del 2023 aseguran que el escenario más probable es el de la prescindencia de cúpula.

El impacto real de la militancia intendentista

Entre los intendentes que desde hace tiempo vienen trabajando por la candidatura de Massa, empieza a tomar forma la idea de un quiebre entre las posturas públicas que tomarán Schiaretti y Llaryora. Uno de los voceros de esa idea es el jefe comunal de Canals, Edgar Bruno, que ya en la previa a las PASO proponía trabajar por un corte de boleta que combinara la candidatura de Massa con los diputados cordobesistas, para dejar sentada la identidad peronista no kirchnerista del acompañamiento mediterráneo al ministro candidato.

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En esos tinglados del interior provincial reconocen que la mayor parte del intedentismo viene trabajando por la candidatura de Massa, aunque sin expresarlo públicamente. "Casi todos los peronistas y algunos radicales", se animan a asegurarlo. Si bien confían en que esas posturas repercutirán en las bases, saben también que “el voto es de la gente” y que los apoyos de los dirigentes no terminan necesariamente traduciéndose en votos.

“La elección depende de Massa, de las medidas que tome y de la efectividad de la campaña. Nosotros podemos acompañar, y manifestarnos, pero no podemos obligar a la gente a votar tal o cual cosa”, dice uno de los intendentes que espera por la llegada del ministro a la provincia para empezar a trabajar en esa “cercanía” que entienden que será central para el resultado final.

Si se observan los números, esa lectura cobra un sentido que inquieta al massismo. Por tomar un caso al azar, en Canals, Bruno fue reelegido con el porcentaje de votos más grande de la historia de la localidad, casi el 68% de los votos. En la elección nacional, cuatro meses más tarde, Massa salió cuarto y no llegó a los mil votos. “Eso pasa en todos lados, el electorado sabe qué se vota en cada elección y toma sus propias decisiones”, remarcan desde el cordobesismo que juega para Massa. Nota al pie: el cordobesismo sabe que la libertad de acción descomprime, aunque en los hechos, sin estructura partidaria poco puede hacerse para mover la aguja electoral.

En esa sintonía también desandan su camino los dirigentes que entienden que Llaryora no se despegará de Schiaretti. Allí, suman un elemento, el perfil del electorado cordobés que impediría al mandatario electo tomar una posición que se diferencia tanto de la ciudadanía que deberá representar. Como es sabido, Córdoba representa uno de los bastiones más adversos para el kirchnerismo, puesto una vez más como eje central de la campaña opositora.

En ese marco, hay referentes que aseguran que no posicionarse podría representar una jugada a favor del candidato libertario, sobre todo luego del apoyo explícito de Macri, otro de los factores que entran en juego, sobre todo a la hora de repensar al electorado compartido y las posibles negociaciones con los electrones sueltos de Juntos por el Cambio.

Como sea, nadie en todo el universo transversal del cordobesismo observa una rebelión ni vaticina una ruptura. Tanto aquellos que ven un apoyo a Massa en el horizonte como los que confían en que la prescindencia se terminará imponiendo a las preferencias de las bases peronistas, entiende que el clima político cambió por completo y que el horizonte del cordobesismo vuelve a estar centrado en la gobernabilidad, y ese punto también ordenan sus preferencias respecto a las posibilidades que uno y otro candidato puede ofrecer para alcanzar tal fin.

Eso de que Milei podía ganar en primera vuelta y desde acá podíamos pelear por el PJ nacional fue un error de lectura y es parte del pasado, ahora tenemos que gobernar la provincia, y en esa estamos todos juntos”, aseguran, mientras esperan la vuelta de los jefes.

Martín Llaryora y Juan Schiaretti, con tiempos políticos diferentes.
hay ballotage: donde van los votos de schiaretti

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