Las tres firmas alcanzan para lograr la mayoría en las comisiones que trataron las iniciativas, que son Presupuesto, Asuntos Constitucionales y Legislación General. Los radicales Martín Lousteau y Maximiliano Abad no suscribieron, pero el oficialismo podría prescindir de ellos, porque integran comisiones diferentes. La visita de Francos fue después de que los oficialistas Bartolomé Abdala y Ezequiel Atauche llamaran a un cuarto intermedio en las comisiones sin fecha, por no haber reunido las adhesiones para dictáminar. El reglamento del Senado permite buscarlas aún concluidos los plenarios.
Los dictámenes recién se oficializarían en los próximos días, porque hubo senadores que se fueron del palacio cuando las comisiones pasaron a cuarto intermedio, antes de la cumbre de los díscolos y Francos en el despacho de Victoria Villarruel, realizada por la noche. Fuentes de la LLA en el Senado aseguraron a Letra P que las voluntades para dictaminar están garantizadas.
Lousteau presentará un despacho de minoría la próxima semana. El marco de acuerdos cerrado por Francos le permite confiar en una aprobación en el recinto, en una sesión que sería el 12 o 13 de junio. En el debate la oposición podría voltear más artículos, como la eliminación de la moratoria previsisonal y las privatizaciones. De todos modos, si hay aprobación, Diputados debe definir si confirma o rechaza las modificaciones de la cámara alta.
Carambia era el más duro en la negociación. Antes de iniciarse el plenario para debate la ley ómnibus, envió una nota en la que anticipó que presentaría un dictamen propio "oportunamente", sin poner fecha. Cuando le pasaron el proyecto, se negó a firmar.
El santacruceño logró su objetivo: caído el plenario, el presidente de la comisión de Presupuesto, Atauche, anunció que se subirían de 3% a 5% las regalías mineras. Es menos del 15% que pedía Carambia, pero alcanzó para contentarlo.
La rosca de Guillermo Francos
Como anticipó Letra P, Carambia y Lousteau eran los principales escollos para el dictaminar la ley ómnibus este miércoles, porque ni siquiera garantizaban que presentarían despachos de minoría, que eran necesarios para validar el del Gobierno. Tanta era la ansiedad del oficialismo por destrabar la negociación, que se pasó a la firma el proyecto y no reunió las adhesiones necesarias. Una escena nunca vista.
Los díscolos hicieron su juego. Como sin Lousteau y Carambia no era posible dictaminar, Tagliaferri y Kueider también se negaban a suscribir, a la espera de negociar en detalle sus demandas. El radical Pablo Blanco se sumó a la maniobra.
LLA no se dio por vencida, dejó pasar el nuevo fracaso y apeló a un uso y costumbre del Senado, que permite recolectar firmas finalizada la reunión de comisión. El oficialismo sabía que si Carambia se plegaba, podía generar un efecto dominó, porque nadie querría ser el último en poner el gancho.
La reunión en el despacho de Villarruel duró media hora y Francos logró convertirse en el garante de los compromisos del Gobierno. Carambia vio allí escrito el artículo que subía las regalías mineras. El santacruceño tiene otro peso específico: junto a su compañera Natalia Gadano, podían impedir la aprobación del proyecto en el recinto. Ahora ya no lo harán.
Tagliaferri, que había cuestionado la última versión del borrador de la ley ómnibus, le exigió al jefe de Gabinete garantías de que las modificaciones al blanqueo serán ratificadas en Diputados, que tiene la opción de insistir con la versión aprobada en ese recinto. Francos le aseguró que los cambios no corrían riesgo.
Kueider confirmó que firmará en disidencia, según fuentes del oficialismo, a partir de compromisos con su provincia, Entre Ríos. Lousteau y Abad no participaron de la negociación. En el recinto difícilmente voten a favor, pero el oficialismo puede prescindir del dúo si lo acompaña el resto de la oposición no peronista.
Los cambios
La negociación para dictaminar había comenzado temprano, con dos borradores de los proyectos, que contenían algunas modificaciones pedidas por la UCR y el resto de la oposición.
La principal, y más decisiva, fue el 22% de aumento para las alícuotas del Impuesto a las Ganancias en la Patagonia, que garantiza seis votos que representan a los gobernantes de la región.
También se confirmaban las restricciones al blanqueo, para que no accedan los hermanos de funcionarios, ni quienes hayan ocupado cargos públicos en los últimos diez años (el texto original decía cinco). Se prohíbe a los beneficiarios ingresar a otro blanqueo hasta 2038, un pedido de Lousteau. Además, se restringe la declaración de criptomonedas.
En la ley ómnibus se sumaron organismos que no podrán ser disueltos, como todos los referidos a la ciencia y la tecnología, que tendrán financiamiento garantizado en caso de ser intervenidos.
El Registro de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI) sumó cambios. Se promueven los proveedores locales y se resguardan las autonomías provinciales, al no declarar nulas sus legislaciones que colisionen contra los proyectos.
Como era de esperar, quedó en el olvido el pedido radical para eliminar la cuota sindical. Pero hubo varios cambios a la reforma laboral, pedidos por Kueider y Carambia, como restringir a tres los empleados que pueden no declararse.
Aún así, el radicalismo firmó en disidencia y podría pedir más modificaciones en el recinto. El jefe del bloque, Eduardo Vischi, anunció que se insistirá en el recinto en garantizar las rutas no comerciales de Aerolíneas Argentinas, en caso de ser privatizada. Blanco no quiere votar facultades delegadas, que dependerán de una abstención de Lousteau y Abad, por ahora, los únicos rebeldes. No hay más.