Mientras negocia el contenido de la ley ómnibus XS y el pacto fiscal, a Javier Milei le surgió un problema inesperado en el Congreso: la renovación en la Cámara de Diputados de tres directores de la Auditoría General de la Nación (IGN). UP pide dos lugares y LLA uno. La UCR y el PRO pujan por otro. Martín Menem deberá decidir quién pierde.
Los tiempos están ajustados, porque el viernes vencen los mandatos de los tres representantes en la AGN por la Cámara baja, que según la ley 24.156, deben repartirse según “la composición” del recinto. Una definición imprecisa que, en última instancia, debe interpretar la máxima autoridad del cuerpo.
Como la AGN se rige por ley propia, Menem podría ignorar ese acuerdo. Es lo que pide la UCR para tener un director, aun siendo el cuarto bloque en importancia. Se disputan el lugar los exdiputados radicales Mario Negri y Alejandro Cacace. Juegan con un antecedente: desde 2016, los representantes del Consejo de la Magistratura se eligen con recolección de firmas.
Lo apoya el grupo que responde al gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, el bloque de Elisa Carrió y los exPRO Emilio Monzó y Nicolás Massot. Gajes del oficio.
El retorno de Negri a las roscas legislativas provocó otra interna en la UCR: su sucesor en la jefatura de bloque, Rodrigo De Loredo, promueve como auditor a Cacace, actual secretario parlamentario de la bancada y exasesor de la AGN por cinco años, cuando era presidida por el radical Leandro Despouy.
Aunque se peleen, la UCR no tiene el cupo asegurado. Para reclamarlo, suman sus 34 miembros a los 23 de HCF. Superan a LLA y al PRO, con 41 y 37 integrantes. En el partido amarillo no creen en esas cuentas e interpretan que para elegir los auditores debe tomarse cada bloque por separado.
Así tendría un director Unión por la Patria, con 99 miembros, otro LLA y el restante el PRO, que pretende mudar a la AGN al actual diputado Luciano Laspina. No es una decisión casual: el economista conoce los presupuestos de los últimos años de Mauricio Macri, que aún deben revisarse.
La presión a Martín Menem
En UP hacen otros cálculos. Como duplican en miembros a la bancada que le sigue, entienden que le corresponden dos directores. LLA pide solo uno, que nadie le discute, para nombrar a Santiago Viola, apoderado de La Libertad Avanza, cercano a Karina Milei.
Menem quedó atrapado con una rosca de la que probablemente poco supiera antes de asumir como presidente de la Cámara de Diputados.
Aunque es un organismo silencioso, la AGN tiene su peso específico: revisa las cuentas ejecutadas de los gobiernos. Sus dictámenes son revisados por el Congreso y pueden ser tenidos en cuenta en Tribunales.
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Nicolás Massot y Miguel Pichetto, de Hacemos Coalición Federal.
Si el peronismo se queda con dos auditores elegidos en Diputados dominaría el organismo desde la presidencia (la ocupa Juan Manuel Olmos) y el directorio, que por el Senado integran en representación del PJ Javier Fernández y Graciela de la Rosa. Lo completa el radical Alejandro Nieva.
En este escenario, la administración de Alberto Fernández quedaría resguardada y Macri seguiría siendo el único presidente sin una auditoría aprobada. Por ahora, ningún juez se interesó por usar esa información en su contra.
Si no logra un acuerdo con la hiper fragmentada oposición dialoguista, Menem sólo tiene una salida: repartirse tres lugares con Unión por la Patria. Superarían los 129 votos del cuórum, suficiente saldar la discusión en el recinto.
La otra opción del riojano es designar los directores por resolución, darle un cupo al PRO y someterse a una rebelión de la oposición cuando haya sesión. En UP consideran que los directores necesitan un aval de la Cámara para su designación definitiva y por lo tanto Menem no puedo repartirlos sin consenso de otras fuerzas.
¿Qué quiere Milei?
Rara vez las terceras fuerzas tuvieron un auditor. El último caso es el Frente Renovador, de Sergio Massa, que hasta el viernes estará representado por Gabriel Mihuara Estrada.
A Milei debería interesarle la AGN porque revisará sus intervenciones en organismos y las privatizaciones de empresas públicas, en caso de lograr el aval del Congreso para llevarlas a cabo.
Sin mayoría en los parlamentos, controlar el directorio de la Auditoría puede ser la única herramienta del Presidente para evitar informes perjudiciales sobre el desprendimiento de activos públicos.
Viola será el encargado de monitorear esas auditorías, pero si está en minoría sólo podrá gritar solo. ¿Y si quedan cuatro votos del peronismo, uno de LLA y otro de la UCR? En ese caso, un pacto entre el oficialismo y UP alcanzaría para esconder debajo de la alfombra las cuentas de Alberto y Milei, justo cuando el Gobierno busca los votos en el Senado para completar la Corte Suprema. En la UCR y el PRO temen que esa sea el camino elegido por el Presidente.