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El Senado de Javier Milei
Por falta de acuerdo entre los bloques, la cámara alta dejó de sesionar en septiembre y sólo se abrió en diciembre para evaluar la conducta de Edgardo Kueider, un exaliado del oficialismo que resultó expulsado por querer ingresar con 211 mil dólares sin declarar a Paraguay.
Ni La Libertad Avanza ni Unión por la Patria logran juntar los 37 votos necesarios para el cuórum en este recinto. El oficialismo lo hizo pocas veces, la primera de ellas para elegir autoridades, hace un año, cuando reunió 39 bancas, el tope posible sin contar a UP.
Con la salida de Kueider -que será reemplazado por la camporista Stefanía Cora- y la licencia del radical Víctor Zimmermann, LLA puede sumar los votos justos para alcanzar el cuórum sin tocar la puerta de UP, pero no lo logra porque en el resto de la oposición hay antimileístas declarados, como la larretista Guadalupe Tagliaferri y los radicales Pablo Blanco y Martín Lousteau. Un dato positivo para LLA: este trío termina su mandato en diciembre 2025. Tampoco se muestra dócil la dupla santacruceña (José Carambia y Natalia Gadano), con mandato hasta 2029.
Con la elección de octubre, el interbloque UP quedará mucho más flaco, pero aún así LLA deberá consolidar sus alianzas con la UCR, el PRO y los partidos provinciales para tener cuórum. El Senado renueva un tercio de las bancas, 24 sobre 72. El recambio incluye a las que se votaron en 2019, en simultáneo al triunfo electoral de Alberto Fernández.
Como la minoría se lleva una de las tres butacas que dirime cada distrito, sin importar la cantidad de votos, la polarización puede ser un mal negocio legislativo para Milei, porque de replicarse en todos los territorios serviría para amortiguar la segura caída en la representación que tendrá UP, que pone el juego 15 de sus 34 escaños.
El Senado renovará representantes en la Ciudad de Buenos Aires, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego. Para no perder tanto, Cristina Fernández de Kirchner necesita tener candidatos peronistas competitivos y, al menos, salir segundo donde no pueda ser primero. Si, además, el PJ gana alguna de estas provincias, la foto de ese recinto no sería muy distinta a la actual.
LLA tiene todo para crecer. No arriesga nada -siguen con mandato los seis miembros puros y el díscolo Franciso Paoltroni-, y tampoco les espera una parada muy difícil sus aliados. La UCR sólo pone en juego cuatro de sus 13 bancas y el PRO dos de sus siete. Será clave para Milei incorporar a los resabios de estos bloques a la agenda de Gobierno. Tal vez por esa razón piensa en Luis Juez como presiente provisional. También se dirime el futuro de dos aliados de Provincias Unidas (el salteño Juan Carlos Romero y la neuquina Lucila Crexell) y de la banca que controla el Gobierno de Río Negro, que ocupa Mónica Silva.
Los números
Para dominar la cámara alta, Milei necesita ratificar una alianza -tal vez en papeles- con quienes fueron sus eventuales aliados en 2024: la UCR, el PRO y las diferentes gamas de partidos provinciales y de outsiders. Este lote, sumado, garantiza 29 bancas hasta 2027.
Si las convierte en propias y suma ocho en octubre, LLA abrirá al recinto del Senado cuando quiera. El secreto del oficialismo está en ratificar aliados, porque completar el cuórum no debería ser un problema. Alcanza con ganar la banca de minoría en todas las provincias que votan representantes para la cámara alta.
Otra alternativa de los libertarios es que en algunos distritos repartan escaños con gobiernos locales y dejen sin nada a UP. Serían los casos de Neuquén, Salta y Río Negro. La ecuación no cambia: Milei necesitará de mucha rosca con la casta manejar la agenda del Senado.
Otra opción para diciembre que tiene el oficialismo es sumar votos de Santiago del Estero, donde el gobernador Gerardo Zamora controla tres bancas del Senado que están en UP y tratará de renovar al menos dos. En las últimas sesiones siempre dejó alguna silla vacía sin dar explicaciones.
Otra variante que se pondrá en juego en el Senado es si UP continúa con capacidad de bloquear los dos tercios y así seguir condicionando la negociación por los pliegos de la Corte Suprema. El número mágico para seguir con esa llave es 25 votos, por lo que con sólo sumar seis bancas, el interbloque peronista conducido por José Mayans sostendrá la sortija para completar el máximo tribunal. No debería ser un objetivo difícil de alcanzar.
El escenario en Diputados, más complejo para LLA
En la elección de los 127 miembros que se renuevan en la cámara baja, el oficialismo tiene un desafío difícil. Es que si bien LLA sumará muchas bancas, se caerán a pedazos los bloques que lo ayudaron a reunir una mayoría para sancionar la ley Bases y la Reforma Fiscal
El PRO pone en riesgo 22 de sus 37 votos, más el de su aliada Paula Omodeo. No está claro si Mauricio Macri tiene un plan para retener alguna banca con el sello de su partido o si se someterá a la suerte de una alianza oficialista.
El expresidente puede perder muchos diputados amarillos en las provincias grandes: vence el mandado de siete en Buenos Aires, tres en la Ciudad y en Santa Fe; y dos en CABA. También terminan su ciclo representantes del PRO en provincias chicas, donde se requiere un piso de votos alto para acceder a un escaño. No parece posible que Macri participe de esa pelea, pero tampoco Milei tendría mucho para festejar. Es que si en esos distritos no continúan aliados que tuvo el Gobierno este año y son reemplazados por miembros de LLA, para el Presidente sería un juego de suma cero en el recinto, aunque públicamente festeje el ascenso de figuras propias.
La UCR afronta una elección similar a la de 2003, cuando su representación en Diputados se redujo al mínimo. En 2025 pone en juego 14 de las 20 bancas del bloque oficial, conducido por Rodrigo De Loredo y que actúa de aliado del Gobierno. La otra bancada radical, Democracia por Siempre, plantada en la vereda de la oposición, también está en peligro de extinción: nueve de sus 12 miembros terminan su mandato en diciembre. La izquierda tiene una elección difícil, ya que cuatro de sus cinco escaños deben someterse a las urnas.
LLA necesita capturar la mayor parte de las bancas que dejan los partidos de centro o, lo que es lo mismo, evitar que migren a un frente opositor. El oficialismo sólo dirime la suerte de ocho de sus 39 diputados. Confía en una cosecha mayor que en 2023, al pronosticar mejores resultados en la Ciudad y en la provincia de Buenos Aires, cuando sólo dos y nueve butacas, respectivamente.
También hay aspiraciones en la Casa Rosada a sumar presencia en provincias donde no compitió en 2023 (como Misiones y Santa Cruz), aunque sin la cara de Milei en las boletas el resultado es incierto en los distritos chicos. Necesita nacionalizar la elección.
Unión por la Patria tiene mucho para ganar en Diputados si mantiene la unidad, porque arriesga menos de la mitad de sus bancas: 46 sobre 98. Además, vence el mandato de tres de sus cuatro emigrados: dos tucumanos y el santafesino Roberto Mirabella.
Si el peronismo mantiene o supera los 15 escaños que ganó en Buenos Aires en 2021, mejora o sostiene la floja performance en provincias grandes de ese año y, sobre todo, tiene listas en los 24 distritos, difícilmente su representación varíe demasiado.
Los outsiders de siempre
Con un recinto polarizado, el cuórum en Diputados será hasta el último día de mandato de Milei una puja con outsiders y partidos provinciales, aunque pierdas presencia por la polarización.
Al margen de los resultados de 2025, quedará un remanente de 21 votos hasta 2027 que arbitrará las votaciones. Entre ellos ocho de los 16 miembros del variopinto bloque Encuentro Federal que continuarán hasta el final del mandato de Milei.
El listado incluye a referentes de gobiernos de Córdoba (Juan Brügge, Alejandra Torres y Carlos Gutiérrez), Entre Ríos (Francisco Morchio) y Chubut (Jorge Ávila); pero también outsiders como Nicolás Massot, el socialista santafesino Esteban Paulón y el rionegrino Miguel Pichetto. Este grupo -que podría agrandarse si Córdoba suma escaños- puede tener la llave de las sesiones hasta el último día de la gestión libertaria.
También seguirán hasta el final del mandato de Milei tres de los siete miembros de la Coalición Cívica, el partido de Elisa Carrió que hasta ahora se mostró volcado al bando opositor. Además, continuarán en sus bancas hasta 2027 tres miembros de la UCR opositora: Pablo Juliano (cercano a Facundo Manes), Mariela Coletta (del sector de Lousteau) y el jujeño Jorge Rizzotti (un exladero de Gerardo Morales y en actual sintonía con el gobernador Carlos Sadir).
Los partidos locales son el otro tesoro que debe adquirir el Gobierno para tener leyes. Suelen estar dispuestos a negociar siempre. Se mantendrán en sus butacas después de la elección legislativa tres representantes del partido provincial de Misiones (que reportan a Carlos Rovira), dos de Salta y otros de Santa Cruz y San Juan. El Presidente debería cuidarlos.
El Gobierno sí tiene una razón para respirar aliviado: sólo con su bloque propio podría superar los 86 votos, un tercio de los representantes, número necesario para proteger los vetos presidenciales. De ahí que una conclusión de los libertarios es que tener 90 votos o 120 puede ser casi lo mismo. A no ser que consiga cuórum propio. Una tarea complicada.
Además, a UP no le será fácil llegar a una mayoría si pierde el grueso de aliado que tuvo en las últimas sesiones desde la CC y la UCR díscola. El recinto podría quedar paralizado, como ocurrió en buena parte de la gestión del Frente de Todos. No parece tener otro destino.