El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larr eta, no salía de su asombro cuando este domingo por la tarde en las oficinas de Olazábal, sede de su campaña nacional, llegaban los resultados de las mesas testigos. Las primeras lecturas que hicieron en su mesa chica para ensayar una explicación para una derrota -que ni querían imaginar en la previa- ante Patricia Bullrich en la interna de Juntos por el Cambio (JxC). El análisis, que admitieron que estaba marcado por la inmediatez del impacto que recibieron, se centró en torno a una estrategia de campaña para ellos considerada correcta, pero mal aplicada, una falla a la hora de interpretar al electorado y a dos sucesos que marcaron los últimas horas: la ola de asesinatos en el conurbano y las demoras de la Boleta Única Electrónica (BUE) del mismo día de la elección.
Al mirar los resultados a nivel país y en la Ciudad, según pudo saber Letra P, Larreta se terminó de convencer de que el acuerdo con el gobernador cordobés Juan Schiaretti era necesario para poder terminar de construir un espacio de centroderecha competitivo. Al cierre de este artículo, la sumatoria de los votos del alcalde más los del mandatario provincial sumaban casi el 17% del total, lo que los hubiera dejado como los ganadores de la noche. Como vaso medio lleno, evaluó como positivo la idea de separar los comicios porteños para neutralizar a Javier Milei en elecciones concurrentes. Sin embargo, con las demoras en la votación por el sistema de la boleta única electrónica (BUE), ese acierto en la táctica no se convirtió en un gol electoral.
La lectura de lo que buscaba la sociedad en sus precandidatos fue el otra autocrítica que admitían cerca del jefe de Gobierno. “No supimos interpretar la derechización al extremo en la sociedad”, agregó uno de los armadores de Larreta que desde la semana pasada estaba preocupado por las imágenes que llegaban desde el conurbano, a partir del crimen de Morena Domínguez en Lanús. La seguidilla de homicidios en ocasión de robo en la recta final de las PASO, creen en la Ciudad, fueron tierra fértil para que terminaran de instalarse en el electorado los discursos de mano dura y sobre todo el de “orden”, el leitmotiv de campaña de Bullrich.
Con cierta resignación, antes de que abrieran los comicios, cerca de jefe de Gobierno sostenían que la sucesión de hechos de violencia le permitieron a Bullrich volver a los medios de comunicación para hablar sobre inseguridad, después de que había despejado su agenda de entrevistas porque estaba en el centro de la escena la economía, el tema que peor maneja. “Lo de Lanús, lo del Obelisco (la muerte de Facundo Molares en la represión de la Policía de la Ciudad) y lo de Morón fueron el cierre de campaña de Patricia. Y fue la única que lo pudo hacer”, expresó la misma fuente, al recordar que con las campañas suspendidas, mientras Larreta pidió el voto con un tuit y Sergio Massa con un video, Bullrich se mostró en estudios de TV. Allí expresó, como durante toda su campaña, la necesidad del “orden” como concepto clave.
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Como si fuera poco, a la idea de caos imperante que se instaló por la inseguridad, este mismo domingo se le sumó el cuestionado operativo electoral en la Ciudad en el cual la moneda corriente fueron las demoras en las filas por problemas en las máquinas de la BUE. Uno de los encuestadores que trabaja para el jefe de Gobierno alertó en los días previos que buena parte del voto se definía al momento de sufragar al ver el estado de las escuelas, si las calles estaban limpias, entre otras apreciaciones de último momento. Dos horas de espera para sufragar no ayudaron.
El enojo porteño con las demoras fue palpable para cada uno de los estrategas de Larreta y así se lo hicieron saber durante la jornada electoral. “Si tardas más de 30 minutos en votar hay bronca”, expresó uno de los coordinadores de la campaña de Jorge Macri.
Con estas razones, el domingo por la noche, Larreta buscó explicar una derrota inesperada y que lo dejó como uno de los grandes perdedores de la noche de las PASO.