La reglamentación del impuesto cambió el clima de la central. Hermanó a duros con dialoguistas. Silla vacía en el diálogo con el Gobierno y regreso a las calles.
Reunión de la conducción de la CGT
La reglamentación para vuelta de la cuarta categoría de Ganancias, que impactará en el salario de unos 800 mil trabajadores, fue la chispa que encendió la mecha en la CGT, que en las últimas horas anunció que abandona el diálogo con el gobierno de Javier Milei para volver a la calle con protestas junto a movimientos sociales.
La reversión del impuesto que el Ejecutivo puso en marcha con la publicación de un decreto en el Boletín Oficial el lunes trastocó el clima en la central gremial y extendió el malestar. La bronca quedó expuesta en una reunión de Consejo Directivo que, este jueves, funcionó como catarsis después de semanas de cruces a cielo abierto entre las principales figuras de la CGT.
La central acordó una agenda de confrontación con la administración Milei que abrirá una nueva etapa en la relación. En principio, la CGT dejará las sillas vacías en la reunión prevista con el secretario de Trabajo Julio Cordero y empresarios para la semana próxima, donde se deberían discutir aspectos de la reforma laboral. Además, volverá a las calles el próximo 7 de agosto, día de San Cayetano, junto a movimientos sociales y centrales sindicales combativas.
En la sede de Azopardo, los secretarios generales de las distintas alas de la central se reunieron para discutir cómo seguir después de semanas de cruces a cielo abierto entre dialoguistas y los gremios que proponen ir al choque.
Por ahora, la posibilidad de un nuevo paro parece lejana. Sin embargo, la CGT dejó abierta la puerta al llamar a un plenario de secretarios generales y delegaciones regionales, una instancia en la que se pondrá un discusión el futuro de plan de lucha en medio de un clima hostil. La reglamentación de la reforma laboral y el pedido reciente del empresariado para avanzar con medidas más profundas de desregulación y sanciones a la protesta multiplicó una bronca que se elevó desde las bases hacia la conducción.
La nueva agenda de la CGT fue fruto del acercamiento entre el sector dialoguista que tiene como figuras centrales a Héctor Daer (Sanidad) y Andrés Rodríguez (UPCN) y el ala que pide acelerar el conflicto con el gobierno libertario, con el camionero Pablo Moyano a la cabeza.
El acuerdo contempló dar lugar a la agenda combativa para bajar el tono de la interna y ratificar la unidad de la mesa de conducción en un contexto adverso por la falta de acompañamiento que la central siente por parte de la dirigencia peronista. "Apoyamos todo lo que se hizo hasta ahora en la CGT", dijo Moyano en conferencia de prensa el jueves.
La nueva agenda tendrá Ganancias y la reforma laboral como ejes centrales. En los dos puntos, la mesa de conducción de la CGT acusa al Gobierno de haber roto acuerdos sobre lo que venían trabajando en los canales de diálogo informales. La noticia de la reglamentación de la reversión de la cuarta categoría del impuesto al salario cayó muy mal porque la central venía intentando que la Casa Rosada hiciera un gesto aceptando discutir los mecanismos de aplicación y los mínimos no imponibles.
"Les dijo a mis compañeros de la CGT que el Gobierno los iba a cagar y los cagó", dijo a principios de la semana Moyano. El camionero había decidido no ir a la primera reunión con Cordero y la noticia de que el Ejecutivo puso en marcha el impuesto sin esperar la propuesta de central fortaleció su posición interna.
Sobre la reforma laboral, la chispa fue la noticia de la reunión de Cordero con empresarios, de la que los representantes de las distintas cámaras nucleadas en el G6 salieron anunciando que no iba a haber discusión sobre lo ya aprobado por el Congreso en la ley ómnibus XS y dando por hecho de que el gobierno de Milei aceptaría ir más allá y discutir una flexibilización más profunda.
“El único camino que queda es la confrontación”, dijo Moyano este viernes. Hoy su voz es la que más resuena en la CGT.