“Monigote” y “mamarracho”. Esas fueron las palabras que eligió el senador Flavio Fama para definir al titular de la UCR de Catamarca, Alfredo Marchioli, poniendo sobre la mesa una pelea que desde hace tiempo viene levantando temperatura en la provincia.
Se trata de una vieja disputa que volvió a estallar en los últimos días, cuando Fama arremetió contra Marchioli, que ocupa una banca en la Legislatura al advertir que había abandonado el grupo de WhatsAppde la bancada, enojado porque el bloque había presentado un proyecto para que la boleta única se implementase en la provincia. “Lo quería presentar él y se ofendió”, señaló.
“Es una circunstancia menor que yo me vaya de un grupo, a mí me llama la atención que hayan tomado la iniciativa de adelantarse en la presentación del proyecto cuando es algo que ni siquiera estaba en carpeta, yo lo considero una falta de respeto”, se excusó Marchioli, quien asegura que no es la primera vez que pasa y reconoció que “todas las disputas se configuran a partir de las elecciones del año que viene”.
Alfredo Marchioli y Raúl Jalil, una relación en la mira
Marchioli, cuyo mandato como legislador vence en diciembre de 2025, dice que no se siente cuestionado por el grueso del partido y el propio Fama reconoce que se abocará las decisiones que se tomen orgánicamente aunque su postura frente al presidente del Comité catamarqueño responde a una serie de diferencias políticas que nunca ocultó.
Así, la batalla discursiva saca a la luz una discusión en el radicalismo de la que rehúyen muchos de los correligionarios que se mueven en diferentes direcciones dentro del escenario provincial. En voz baja “para no terminar de romper todo”, advierten sobre la cercanía Marchioli con la gestión provincial.
Alfredo Marchioli, titular de la UCR Catamarca.png
Alfredo Marchioli, presidente del Comité provincial en Catamarca.
Con la reelección de Raúl Jalil consumada el año pasado, en el radicalismo hay quienes todavía le recriminan al oficialismo partidario lo que en la provincia se denomina “el Pacto de San Antonio”, una reunión en la casa de Marchioli en la que un grupo de la dirigencia boinablanca se encontró con representantes del gobierno provincial. Los corrillos de la política catamarqueña advierten que aquel encuentro fue convocado para “negociar cargos”.
El encuentro, que encendió alertas en todo el arco opositor, fue reconocido por Marchioli, que negó las acusaciones respecto de los cargos. Según dijo, el cónclave había sido convocado como preámbulo para avanzar en acuerdos básicos sobre una de las promesas siempre latentes en la gestión Jalil, la reforma constitucional.
La situación, señalan, desnuda una práctica común en el jefe del radicalismo: tensiona con el gobierno provincial para terminar cediendo. Así lo hizo en la última gran discusión provincial, en la que se opuso a la adhesión al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) hasta último momento, cuando terminó votando a favor en el recinto.
El radicalismo busca su brújula en Catamarca
Marchioli será el titular del radicalismo hasta febrero del año que viene, cuando el partido debería renovar sus autoridades. Si bien todos los sectores buscan evitar un enfrentamiento abierto, la experiencia del año pasado deja las expectativas a un costado.
Con las internas de Juntos por el Cambio in crescendo, la pelea en el radicalismo consagró al diputado provincial, que contó con el apoyo de Evolución, el espacio que tiene como principales referentes a Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti.
Ese espacio se encolumnó con la candidatura presidencial de Horacio Rodríguez Larreta y cayó en las primarias provinciales, que terminaron proclamando a Fama como candidato a la gobernación. La cabeza de aquella lista fue un dirigente de la Coalición Cívica, Rubén Manzi, algo que tampoco perdonan quienes critican a Marchioli.
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Sin nombrarlo, la dirigencia alineada con la conducción provincial salió al cruce de Fama con un comunicado apuntado contra “las actitudes de quienes, desde adentro, buscan dividir, romper y fragmentar al partido”. “No podemos permitir que se traicionen las ideas y principios de la Unión Cívica Radical, porque también estaremos dando la espalda a la ciudadanía que confío en nosotros”, afirman en un llamado a la unidad que, a todas luces, parece estar totalmente rota.
La UCR y el mandato de Alem
La implosión no es ajena a lo que sucede a nivel nacional, aunque con características propias del escenario local. Luego de la derrota en 2023, donde la UCR quedó por debajo de La Libertad Avanza, la discusión sobre la renovación es una constante que sobrevuela los sectores que no comulgan con la actual conducción. Sin embargo, señalan que hay una “generación intermedia” del radicalismo catamarqueño no logra asomar.
Rector de la Universidad Nacional de Catamarca, Fama estuvo alineado con el armado de Evolución hasta que, por sus diferencias con Marchioli, abandonó el espacio el año pasado. Hoy forma parte del grupo de senadores que se posicionan como opositores a Javier Milei, aunque se muestra dispuesto a trabajar en algunos temas específicos.
En la dirección contraria a Lousteau, que preside el Comité nacional de la UCR, se ubica Francisco Monti, el diputado que salió al cruce de la conducción que sancionó a los cuatro diputados que cambiaron su voto para apoyar el veto de Milei a la reforma previsional y es el dueño de la única banca en el Congreso que la UCR catamarqueña pondrá en juego en el próximo turno electoral.
Con todo, Jalil hace gala de su nueva hegemonía, que suma a oficialistas y a libertarios con los que empieza a contar para algunas de sus iniciativas a partir de su buena relación con el Gobierno. Fortalecido en esas dos estructuras, el gobernador mira de lejos la disputa en el otrora espacio opositor más fuerte que hoy parece naufragar en una interna en la que el mandato de Leandro N. Alem busca volver a tomar fuerza.
“El radicalismo ha dejado de ser un partido de vocación de poder para dedicarse a ser un partido con vocación de permanecer. Si tenemos que terminar de detonarnos para que surja algo nuevo, tendremos que hacerlo”, dicen algunas voces, aunque son pocos quienes parecen estar dispuestos a semejante desafío.