Balcanizado, arrastrado, con la lengua afuera, el peronismo de Santa Fe define por estas horas su estrategia electoral a contrarreloj. Con tribus dentro de la orgánica del partido, sectores por afuera y otros que evalún no competir directamente, el PJ exhibe una clara postal de un tiempo difícil.
El PJ y un caótico cierre de alianzas
Unidos para Cambiar Santa Fe selló su alianza 48 horas antes del límite para presentar alianzas electorales. También es una postal del partido del gobierno. Ordenado, sin crisis y con mayor volumen, sumó a la pata peronista que encarna Hacemos del exgobernador de Córdoba Juan Schiaretti. La Libertad Avanza, por su parte, con la presencia de Karina Milei en la provincia, sellará su debut como partido nacional en una elección local. A Amalia Granata, en cambio, no le resultó fácil conseguir sello y cierra este proceso carente de despliegue territorial.
En ese marco, la atención está depositada en el peronismo. Al senador Marcelo Lewandowski lo quiso convencer medio mundo de regresar al PJ, como una suerte de candidato del consenso. Desde Cristina Fernández de Kirchner, con quien habló por teléfono, hasta su ¿ex? adversario Armando Traferri, con quien se encontró el miércoles casi dos horas, cara a cara.
Marcelo Lewandowski, firme por afuera
El periodista deportivo está firme en su postura de competir por fuera de la estructura. Impera en Lewandowski una suerte de conducta, una imposibilidad personal de aliarse con Traferri, a quien quiso desaforar cuando compartían el Senado. Trascendió que el sanlorencino le ofreció ser cabeza de la lista a convencionales con derecho a veto, pero no alcanzó.
Lewandowski, al menos al cierre de esta nota, tampoco había logrado estampar una alianza con el Movimiento Evita y Ciudad Futura. “En stand by, complicado”, le reconocieron fuentes de ambas a tribus a Letra P. En ese marco, el plan B del frente de centroizquierda es ir con Juan Monteverde a la cabeza, que pondría su rostro 4x4 en dos boletas: convencional constituyente por distrito único y concejal de Rosario.
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El PJ, en tanto, no tiene frente ni cabeza de lista. Cocinará gran parte de su rosca en el transcurso del día. La conducción del partido la ejercen los senadores, Agustín Rossi, La Cámpora y los intendentes de Vamos, quienes tendrán que demostrar hasta dónde pueden ensanchar los límites del partido. En las últimas horas resurgió el nombre de Rafael Bielsa como posible número uno de la lista de aspirantes a convencionales.
La carta de Diego Giuliano a la cabeza, sostenido por los senadores y Rossi, recibió un apercibimiento del camporismo. El Frente Renovador vio cómo venía la jugada y viajó a Buenos Aires a obtener el aval de Sergio Massa para jugar por afuera y en soledad como Frente Renovador. Lo consiguió, aunque también contempla la posibilidad de integrar la orgánica del partido. Final abierto ahí.
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Y hay más. El perottismo, si bien evalúa dejar pasar la elección de convencionales, puede terminar dentro de un un armado, incluso aún con el sueño de que Omar Perotti revise sobre la hora del 7 de febrero, fecha del cierre de listas, su negativa inicial de encabezar una boleta. Se anotó, además, el exministro de Gobierno Roberto Sukerman, quien trabaja para armar una lista, como publicó Letra P. También se mueve por la suya un grupo de intendentes, liderado por el jefe municipal de Funes, Roly Santacroce, con aspiraciones de jugar fuerte en la provincial y en el departamento Rosario.
Hay un gran beneficiado por este andar del peronismo: el gobernador Maximiliano Pullaro. A mayor cantidad de listas, mayor negocio para el radical y para el oficialismo. A mayor diáspora y fragmentación opositora, mayor rédito para Unidos.
Un histórico dirigente del PJ calcula que todas las listas del peronismo sumadas tienen un techo de 400 mil votos. La Casa Gris, en tanto, estima que sacarán entre 20 y 25 puntos, pero en el nombre por nombre, el PJ se enfrenta a lo que puede ser una de las peores elecciones de su historia en Santa Fe. Con la chance, incluso, de terminar en el tercero o cuarto puesto.
Por la positiva, con algo de esfuerzo, se puede analizar –como se publicó en esta columna– que el PJ santafesino usará esta instancia para definir una interna a cielo abierto y que será la Convención la que ordene lo que se resolverá en febrero. Que la elección del 13 de abril servirá para determinar nuevos ganadores y perdedores y el reseteo necesario de un partido central de la política tradicional que está en crisis aguda.