NUEVO GOBIERNO | EL AJUSTE

El ómnibus educativo de Javier Milei: por qué va a chocar

Una por una, las propuestas contenidas en el megaproyecto de ley que mandó el Gobierno al Congreso. Spoiler: es la economía.

Analizar la propuesta educativa del presidente Javier Milei contenida en el proyecto de ley ómnibus que el Gobierno envió al Congreso es difícil, cuando la misma iniciatva solicita la delegación de atribuciones para legislar a puro decretazo; esto significa, lisa y llanamente, que muchas de las normas o iniciativas que analizaremos ahora podrían borrarse de un plumazo. Si abandonó la dolarización y pretende revertir la eliminación de la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias menos de 15 días después de ser electo, habiendo jurado que se cortaría un brazo antes de volver para atrás con eso, no es posible descartar que las palabras de este documento ómnibus también se las lleve el viento.

De ahí que este proyecto deberá ser tomado con pinzas.

La primera observación es que en el documento llamado pomposamente “Ley de bases y punto de partida para la libertad de los argentinos” hay muchas iniciativas legislativas, aunque en el fondo no sea más que un proyecto de desregulación económica. Como ha señalado el politólogo y consultor Gustavo Marangoni, el presidente MIlei, parece estar trepado en su biga romana diciendo a viva voz: ¡Deróguese!, ¡Deróguese!

Habló Milei tras las protestas por el DNU: "Hay gente que sufre el síndrome de Estocolmo"

No es muy democrático que digamos y no hay, en todo caso, mucha sustancia en eso, pero concedamos las ínfulas fundacionales.

Estudiar en casa y examen final

Por lo pronto, hay dos cuestiones que quizás merezcan la atención. Por un lado, la iniciativa que promueve en el artículo 109, el homeschooling. Es decir, la idea de que, a partir de los 9 años, es decir, del segundo ciclo de la escuela primaria, los alumnos puedan seguir estudiando en su casa. La otra es la que impulsa una evaluación de aprendizajes al final del secundario, aunque en este caso el artículo 95 no especifica que será condición para recibir el título. Las dos, en concreto, no son modificaciones de fondo de tipo educativas. Una facilita el negocio de la educación privada, que ni siquiera tendrá la exigencia de mantener costosos edificios. La otra no es más que otra norma que lo único que consigue es ratificar el prejuicio que la fundamenta.

¡Vieron que no saben!, parece decir el Presidente, ahora, desde el balcón de la Casa Rosada.

No sé si son los laureles que le cubren la cabeza lo que le impide ver el problema, pero es evidente que así no se resuelve el problema educativo argentino. Quizás sirva solamente para que podamos señalar como los indeseables a quienes sean reprobados. Los que no alcanzan las metas, “los moralmente” inferiores, como suele decir el Presidente.

Servicio esencial

Otra de las iniciativas que también va a generar polémica -no está presente en el proyecto de ley, pero está en el DNU- es aquella que propone decretar a los servicios educativos como actividades esenciales. Contra cualquier sentido común, esta iniciativa, que tiene el objeto de granjearse el aplauso de los acólitos libertarios, solo provocará, en el caso de aplicarse, problemas. ¿Cómo se articula el derecho de huelga consagrado en la Constitución con esta iniciativa, que obligaría a los docentes a mantener abiertas las escuelas? ¿Se implementarán guardias mínimas? ¿Cómo hará un director de escuela con una matrícula de 1.500 alumnos, cuando el 70% del plantel docente pare, para mantener el servicio funcionando? ¿Quién será responsable de todos esos niños deambulando por la escuela sin docentes? Se ve claramente que es un contrasentido.

Piso salarial, ¡afuera!

Por otro lado, la iniciativa que exime al Poder Ejecutivo nacional de definir los ingresos mínimos docentes (la llamada paritaria nacional) no hace más que profundizar las desigualdades provinciales. La ley promueve definitivamente que los servicios educativos son responsabilidad de las provincias, tanto en las condiciones laborales, el calendario educativo y la carrera docente. Esto es barrer el problema bajo la alfombra, sin resolverlo. Estará contento el secretario de Educación nacional cuando la mitad del país no tenga clases y él pueda decir, tranquilo, a su majestad el Presidente: Ya no es nuestro problema.

En definitiva, acá tenemos otra vez una prueba palmaria de que cuando las derechas se llenan la boca de reformas educativas desde la oposición, al pasar al Ejecutivo y se presenta la hora de llevarlas a cabo, sus intereses son exclusivamente económicos. Es ley que sus reformas perjudican a muchos y benefician a pocos. Está en su naturaleza.

la banalidad del mal
Javier Milei en el debate presidencial en Santiago del Estero

También te puede interesar