La ministra logró imponerse sobre el expresidente. Recibió el apoyo de todas las figuras del partido. Las dudas sobre el futuro del espacio.
Patricia Bullrich festeja el resultado de la pulseada con Mauricio Macri.
El ahora presidente del PRO, Mauricio Macri, no pudo dejar afuera de la conducción del partido a Patricia Bullrich, pieza relevante del gobierno de Javier Milei: tuvo que cederle la titularidad de la asamblea del espacio, más otros cargos, por ser, entre otras cosas, la dirigente con mejor imagen.
El ahora presidente del PRO quería relegar en el reparto de cargos a la ministra de Seguridad, que, fiel a su forma de jugar "fuerte y a todo o nada", presionó con todas las herramientas que tenía a su disposición. El cierre de las negociaciones encontraron a Macri cediendo la titularidad de la asamblea y la vicepresidencia segunda, que fueron para la mano derecha de Bullrich, el diputado Damián Arabia.
Macri, por su parte, se quedó con la vicepresidencia primera, donde colocó a la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez. Además, el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, primo del expresidente y referente de la alcaldesa bonaerense, se quedó con la conducción del partido en la Ciudad, lo que fue un motivo de festejo para el ingeniero.
El expresidente llegó a la etapa final de las negociaciones con la ministra de Seguridad con dos ideas: dejar afuera a Bullrich de los primeros planos de la conducción partidaria o permitirle el ingreso pero construir una corriente en el PRO para condicionarla, como también Horacio Rodríguez Larreta. Este último camino, que fue el elegido por Macri, tiene algunos reparos en su mesa chica ante la posibilidad de que las discusiones terminen por romper al macrismo.
Bullrich, con Arabia y el legislador porteño Juan Pablo Arenaza como puntas de lanza, jugó a fondo en el cierre de las listas al punto de que las figuras del PRO coincidieron en que la ministra "tiene los votos, la imagen y el poder central" por estar en el Gobierno.
Para intentar equilibrar la cancha, Macri abrió los cargos partidarios a los gobernadores de Entre Ríos, Rogelio Frigerio, y de Chubut, Ignacio Torres, que además serán los presidentes en sus respectivas provincias.
El expresidente hizo lo mismo con los titulares del PRO en cada provincia. Si Bullrich tiene como cualidad jugar siempre fuerte y a fondo, Macri es cultor de la paciencia para tomarse revancha. En este caso particular, no tiene apuro, sobre todo después de las quejas de algunos dirigentes históricos del partido que, sin dejar de autopercibirse macristas núcleo duro, le hicieron saber. "Estuvo medio borrado" durante cuatro años, le reprocharon.
Antes de partir rumbo a Europa, Macri se encargó de dejarle en claro ante sus alfiles que "un 75% de la lista de unidad responde a él y un 25% a Bullrich" y que se eligió una forma federal de representación "a tono con la nueva imagen que le quiere dar al partido". Ni una palabra sobre el factor Milei.
La forma de encarar la relación con la Casa Rosada es el gran factor de pelea entre Macri y Bullrich. Larreta completa el podio en esa discusión. El presidente del PRO quiere confluir en un acuerdo parlamentario, pero sin apuro, con vistas a 2025, por considerar que el macrismo y La Libertad Avanza comparten un mismo electorado. Sin embargo, su límite es una fusión entre espacios.
"Mauricio (Macri) quiere que el PRO recupere la identidad, que se fortalezca, no que se diluya", resumió un colaborador del exmandatario. En los cálculos que hace el ingeniero, incluso cuando tiene una buena relación con Milei, el PRO tiene estructura, gobernadores, intendentes, senadores, diputados y representantes provinciales, mientras que LLA carece de todo. Una fusión sería perjudicial.
Confiada en ser la dueña de los votos del PRO pero también de Juntos por el Cambio (JxC), Bulllrich quiere conducir el proceso de fusión con LLA. Su objetivo es, en palabras de Arabia, dejar sin lugar al "bloque depende" para confluir en un espacio de derecha que evite el regreso del kirchnerismo. Por ahora, la popularidad con la que cuenta juega a su favor.
Larreta, por su parte, ya avisó que no se irá del PRO a menos que lo echen, que mantendrá una postura crítica con respecto a Milei y que está preocupado por el proceso de transformación del partido en un espacio de ultra derecha al estilo Vox.
En el PRO miran con preocupación el escenario que comienza a construirse por la posibilidad de que Bullrich critique por "tibio" a Macri por el acuerdo con Milei, que Larreta haga lo propio por la falta de acuerdos y que los gobernadores reclamen mejor dialogo con la Casa Rosada. Esa tormenta perfecta, que ven asomarse en el horizonte, podría romper al macrismo.