Previo a la bilateral entre Alberto Fernández y Joe Biden en la Casa Blanca, el ala ultra del partido republicano dio vuelo a sus halcones de la comisión de asuntos exteriores del Congreso estadounidense especializados en los intereses del país del norte en América Latina. El objetivo: apuntar directo contra Cristina Fernández de Kirchner, presentando un proyecto de ley para investigar “por corrupción” tanto a la vicepresidenta argentina como a otras cuatro personas de su entorno y, de encontrar “los criterios”, disponer “la imposición de sanciones”.
Esa iniciativa es fogoneada por el senador por Texas Ted Cruz, mientras que, en la Cámara de representantes la legislación en cuestión será liderada por la congresista María Elvira Salazar. “Cristina Fernández y su círculo íntimo son algunos de los malversadores de fondos públicos más prolíficos de América Latina. Es hora de que Estados Unidos tome medidas contra su abuso de poder sin control”, arengó Salazar, hija de exiliados cubanos y experiodista de la CNN, quien en 2022 fue reelecta como representante por el estado de Florida haciendo bandera de una ferviente pirotecnia retórica contra cualquier experiencia progresista en América Latina.
Para esa reciente campaña, entre los aportantes de Salazar aparece un nombre que puede ampliar el margen de luz sobre el antikirchnerismo acérrimo de la congresista republicana: Gabriel Sánchez Zinny. Lobista de largo aliento en el país del norte, el titular de la cartera educativa bonaerense durante la gestión de María Eugenia Vidal aparece con aportes destinados a la campaña “Salazar for Congress”, según constató Letra P en el listado de contribuciones individuales que exhibe como datos de financiamiento de campañas la Comisión Federal Electoral del gobierno estadounidense (FEC, sus siglas en inglés).
Lo hizo bajo su rol de managing director de Blue Star Strategies, una consultora de lobby que confundó en 2009 con orientación hacia el ala demócrata pero con la que Zinny, como supervisor del accionar de la consultora en América Latina y el Caribe, también hace sus apuestas por figuras republicanas de extracción latina. Eso, más allá de su vieja amistad con Hunter Biden, hijo del actual presidente norteamericano.
El interés por la reelección de la experiodista de la CNN en español y Telemundo también parece irradiarse en la familia del exfuncionario PRO que por estos días integra el equipó de educación de la Fundación Pensar (think tank del macrismo). Así, otro de los aportantes a esta campaña republicana fue Ignacio Sánchez Zinny, hermano del dirigente PRO y director de mercados internacionales de Neapod, una plataforma de educación interactiva.
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La educación pública como una unidad de negocios a explotar desde el sector privado ha sido uno de los ejes conductuales de Sánchez Zinny. En su paso por el ámbito educativo bonaerense, les abrió la canilla a fundaciones financiadas por grandes multinacionales para filtrar en las aulas públicas la visión mercantilista de la educación, ideario amarillo en donde la importancia de la escuela no pasa por generar ciudadanos reflexivos e involucrados con su entorno y su tiempo, sino moldear mano de obra para los intereses de las diversas multinacionales que financian dichas fundaciones.
Con la salida del PRO del poder nacional y bonaerense, Gabriel Sánchez Zinny ejerció funciones en la cartera educativa porteña, pero, en EE. UU., volvió a ponerse el saco de lobista en Blue Star, bajo el cargo de Senior Managing Director. Además de a Salazar, también hizo aportes desde WinRed, plataforma de recaudación de fondos del partido republicano estadounidense. Así empujó con dólares la campaña de otros republicanos, como Alex Mooney, congresista que, en 2018, integró la comitiva norteamericana que apoyó las “reformas económicas” de Mauricio Macri con una visita al por entonces presidente argentino a la quinta de Olivos.
Sánchez Zinny acentuó sus lazos con congresistas norteamericanos e incluso expuso en la Cámara de representantes acerca de su especialidad: “Pérdida de aprendizaje en América Latina y el Caribe”. Esa conferencia fue habilitada por el comité de Relaciones Exteriores de la Cámara que integra María Elvira Salazar como presidenta del Subcomité del Hemisferio Occidental.
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Desde ese rol, Salazar arremete con munición gruesa contra cualquier experiencia de corte progresista en el hemisferio sur. Con esa prédica, a principios de mes esa congresista dijo que los vínculos entre los gobiernos argentino y chino afectarían a los intereses norteamericanos.
Con discurso apocalíptico, la congresista financiada por Sánchez Zinny espetó desde su banca hace un par de semanas: “Lo voy a decir en español para que quede muy claro a mis amigos argentinos. Su presidenta (SIC, por CFK) y su presidente están haciendo un pacto con el diablo que puede tener consecuencias de proporciones bíblicas. Los Estados Unidos no se va a quedar con los brazos cruzados porque no se puede tener un aliado que fabrique y exporte aviones militares chinos y que se los venda a los vecinos. Hay dos mundos: el mundo libre y el mundo de los esclavos. Espero que los argentinos se queden en el mundo libre”.
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Esa intervención motivó un descargo de la embajada argentina en EE.UU. “No hay, en la Argentina, ninguna infraestructura o presencia militar de una potencia extra regional, con excepción de aquella que corresponde a la ocupación ilegal de las Islas Malvinas por parte del Reino Unido”, dijo el embajador Jorge Arguello, que ahondó: “Las referencias ofensivas, injuriosas, a las más altas autoridades de un país libre y soberano desde 1810, amigo de los Estados Unidos, no contribuyen en ninguna circunstancia a un mejor entendimiento y a una mayor proximidad, sino al contrario”.
Ted Cruz, por su parte, tenía también su antecedente antikirchnerista: le había pedido al Secretario de Estado, Antony Blinken, que se le prohíba la entrada a EE.UU. a la vicepresidenta argentina.