El debate de aspirantes a la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires que transmitió el Canal de la Ciudad en la noche de este martes fue muy útil y muy divertido, aunque sólo para fans de la política con disposición a sostener tres horas de atención y reír en vez de llorar.
El formato de la discusión fue eficiente frente al desafío mayúsculo que suponía la participación de 17 postulantes, un problema incluso escenográfico y televisivo, porque la multitud de protagonistas impedía asignarle a cada quien un atril y una posición fija que permitiera, por ejemplo, que todo el grupo entrara en cuadro al mismo tiempo.
Aunque no pudo evitar el carácter maratónico de la sesión, la organización se las arregló para darle a cada participante la posibilidad de enunciar algunas propuestas y de desplegar, en el segmento de preguntas y respuestas entre pares, sus dotes de polemista con la exigencia de la síntesis como una presión que acaso les sirva a quienes consigan llegar al ex Concejo Deliberante.
El debate en la Ciudad de Buenos Aires, entre biblias y calefones
El electorado porteño pudo, entonces, conocer los perfiles de las 17 personas que encabezan las listas que competirán en las elecciones del 18 de mayo, hacerse una idea acerca de si tienen algo que proponer para la Ciudad -si tienen un interés genuino en los asuntos locales- o sus candidaturas responden a necesidades o estrategias supraporteñas, como en el caso muy claro del vocero presidencial, Manuel Adorni, que, confesó, es Javier Milei puesto a competir por una banca de concejal y a dirimir, en vidriera premium, la paritaria electoral que sostiene el Presidente con Mauricio Macri, su mecenas del ballotage devenido jarrón chino en la estantería libertaria.
Debate de candidatos porteños.
Elecciones 2025 en la Ciudad de Buenos Aires: el debate fue multitudinario.
Reflejo de la era Javier Milei
No ganó nadie, pero el debate fue revelador, también, sobre 1) el resultado del estallido en mil pedazos del sistema político, 2) la endogamia perseverante de la dirigencia, 3) los efectos de la eliminación de las malditas PASO y 4) el clima de época marcado por un circo de payasos, saltimbanquis, malabaristas y freaks de utilería.
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El debate mostró una oferta hiperfragmentada que enlaza las revelaciones 1), 2) y 3). La irrupción de Milei y su huracán anticasta produjo la voladura del sistema político, que se encamina a su primer test electoral desde el terremoto de 2023 en completo desorden, ni siquiera en proceso de reacomodamiento.
La parrilla que exhibió el debate porteño incluyó tres/cuatro variedades de peronismo (Leandro Santoro, Juan Abal Medina, Alejandro Kim y César Biondini), dos opciones de macrismo (Silvia Lospennato y Horacio Rodríguez Larreta) pero cuatro/cinco de la alianza Juntos por el Cambio sumando a la lilita Paula Oliveto, a la radical Lucille Levy y al republicano federal Yamil Santoro; tres/cuatro versiones libertarias (Manuel Adorni, Ramiro Marra, Ricardo Caruso Lombardi y Mila Zurbriggen) y dos de izquierda trotskista (Luca Bonfante y Federico Winokur).
Candidaturas CABA.jfif
Con 17 candidatos anotados para competir en las elecciones porteñas, el debate oficial amenaza con convertirse en un ancla política para todos los partidos.
Semejante fenómeno de división de los átomos que fueron referencia hasta hace menos de dos años revela que, lejos de "leer el mensaje de las urnas" de 2023 y salir del frasco en el que había estado comprimida y aislada, la política sigue siendo una experiencia endogámica en la que se dirimen asuntos menores -enconos personales, vendettas de comité y cálculos de conveniencias mínimas- que sofocan la construcción de consensos que cimienten proyectos sustentables.
El debate confirmó, con todo, que la dirigencia porteña algo escuchó de aquel mensaje de las urnas. Con el rabo entre las patas, las fuerzas tradicionales optaron por esconder sus sellos originales (PJ, UCR, PRO) o los nombres de fantasía que usaron en sus últimas incursiones fallidas (Unión por la Patria, Juntos por el Cambio...) y ocultarse en camuflajes vecinalistas (el peronismo se presenta bajo las ramas de Es Ahora Buenos Aires, por ejemplo).
La maratón dialéctica de este martes expuso por primera vez en el año electoral naciente los efectos de la suspensión de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias, un instrumento que ha sido virtuoso o un engendro demoníaco según fueron alternando los oficialismos y las oposiciones, pero que, fueran lo que fuesen, suponían un filtro que ya no está. La política finalmente se puso de acuerdo para mandar las PASO al freezer y ahora hay que bancarse la pelusa.
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El debate porteño fue un aporte valioso, también, para la comprensión del clima de época que dejó en el país el paso del huracán Javier, marcado por la violencia retórica y la agresión como método, la ignorancia como virtud, la exaltación de lo bizarro y la irrupción de freaks impensables (un trader obsesionado con "los fisuras" que prometió mano dura con quienes revuelvan tachos de basura para comer, un DT que descargó a los gritos charlas motivacionales estructuradas a partir de metáforas xeneizes...) como contraste con la política profesional y la corrección política, sinónimos, según la narrativa dominante, de profesionalismo al servicio del enriquecimiento propio y el empobrecimiento de las mayorías.
Afortunadamente para la fanaticada de la política y para la Argentina optimista que prefiere reír para no llorar, el debate porteño fue el primero, pero no el último: con el sistema político todavía volando en el aire, sin PASO y con las reglas del vale todo en plena vigencia, las elecciones bonaerenses y las nacionales prometen una orgía de democracia.