NOVENA SECCIÓN

El acuerdo peronista entre Diego Santilli y Néstor Grindetti

Desandan una interna light en Buenos Aires, lejos de la guerra Larreta-Bullrich. El que pierde acompaña. El riesgo de parecerse demasiado y el espejo deformado de Santa Fe.

Mientras Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich se trenzan en la pelea golpe por golpe, Diego Santilli y Néstor Grindetti caminan la campaña hacia las PASO sin sobresaltos y con un pacto de no agresión basado en el día después del 13-A. Sellaron el acuerdo en la víspera del cierre de listas conscientes de que la provincia de Buenos Aires tiene su propia lógica de construcción política y de conflictividad, pero sobre todo porque saben que el verdadero adversario es Axel Kicillof, el principal activo de Unión por la Patria (UP), a quien solo tendrán chances de derrotar si trabajan unidos.

Es por eso que a un mes de la oficialización de las candidaturas, ni el intendente ni el diputado utilizaron la crítica entre sí como herramienta de campaña. Acaso el punto de máxima tensión que se permite Grindetti es diferenciarse por ser bonaerense y tener experiencia de gestión en las dos jurisdicciones más importantes del país; una caricia comparado con el fuego a discreción de la superestructura. Santilli no responde ni a esa chicana. Sigue copiando los pasos que comenzó a dar en las elecciones del 2021 y se aferra al pacto que, como contó Letra P, comenzó con otro contendiente pero mantiene el mismo pliego de condiciones.

Sin embargo, la paz extrema en medio de la contienda interna conlleva un riesgo: el electorado no percibe diferencias entre ellos. Sí trazan una línea fronteriza sus historias políticas y sus currículum de gestión, pero no la estrategia discursiva centrada en las mismas problemáticas. Ambos pisan con frecuencia el conurbano con la agenda de seguridad y se desplazan al interior para hablar de los temas productivos y de educación; ambos se esfuerzan por tocar temas de identidad 100% bonaerenses, como la autonomía municipal, la descentralización de la gobernación y la reforma impositiva.

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A los vecindarios que reciben a los precandidatos podrán gustarle más o menos las camisas rosas con chaleco inflable, el outfit con que Grindetti rompe cada tanto la estética PRO, o la camisa celeste con sueter azul que Santilli lleva a todos lados como marca registrada; lo mismo pasará con el tono institucional del lanusense o el acento anecdótico del porteño, pero lo cierto es que la divergencia entre ambos está puesta en el modelo que expresan sus líderes nacionales: una plataforma de propuestas de shock, ajuste y reformas estructurales con consenso de espacios políticos variados, como propone Larreta, o uno muy similar, pero mucho más firme, llevado adelante con mano de hierro como propone Bullrich.

Subirse a esa agenda podría ser un problema para los dirigentes bonaerenses. Ya lo padecieron Maximiliano Pullaro y Carolina Losada en Santa Fe. Si bien el ex ministro de Seguridad ganó ampliamente la interna y desplazó con su tono parsimonioso el discurso confrontativo de la senadora, tendrá ahora el enorme desafío de contener a todos aquellos que optaron por la otra fórmula y convencerlos de que no es él sino el peronismo el adversario, que gobierna la provincia desde 2019. "Cómo se vuelve de acusaciones como las que hizo Carolina, que vinculó a Maximiliano con el narcotráfico. Puede ser un daño irreparable", grafica alguien del palomar de Larreta. Justamente eso es lo que quieren evitar Santilli y Grindetti.

Pese a que no se hablen desde la previa del cierre de listas, los dos insisten tanto en público como en privado que el 14 de agosto, al día siguiente de las PASO, trabajarán juntos. La comuicación entre ambos quedó en manos de sus operadores políticos. Como sea, una voz que conoce a ambos explica con una máxima del peronismo la letra chica del pacto: "El que gana conduce, el que pierde acompaña".

Diego Santilli, en la redacción de la corresponsalía bonaerense de Letra P.
el mapa caliente de grindetti en el conurbano

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