NOVENA SECCIÓN

Un pacto

Diego Santilli y Cristian Ritondo caminan por veredas distintas, pero el final del camino los encontraría juntos. Alianzas, enroques y el martillo de las encuestas.

Desde que comenzó el año electoral, los dos principales precandidatos a la gobernación de Buenos Aires del PRO, Diego Santilli y Cristian Ritondo, no pararon de sumar kilómetros en la provincia que pretenden gobernar. Nadie tiene dudas de que son los únicos postulantes verdaderos pese a que en la grilla hay otros tres anotados: Joaquín de la Torre, Javier Iguacel y Néstor Grindetti. La peregrinación por el territorio es constante, pero, en parte, el futuro electoral de cada uno está atado a los acuerdos que logren cerrar con otros espacios que conforman Juntos, como la UCR, la Coalición Cívica y otros sectores del partido amarillo que caminan por el centro de esa disputa mano a mano. Ambos caminan con el objetivo de ensanchar sus espaldas, pero saben al mismo tiempo que la suerte de uno está atada a la del otro. ¿Hay chances de que finalmente se enfrenten en una interna? Sí, pero no puede descartarse que la pelea planteada desde hace meses termine configurando sólo una estrategia de beneficio mutuo para pescar en peceras distintas. En el enfrentamiento entre estos dos viejos conocidos subyace un pacto de no agresión que oportunamente podría transformarse en algo más: una candidatura única definida por el martillo de las encuestas al filo del cierre de listas.

Tanto en público como en privado, Santilli y Ritondo insisten en que no declinarán sus aspiraciones y que el enfrentamiento en internas es inevitable, pese a que muchos de los operadores y hombres de confianza que los rodean les advertien que ir con dos boletas separadas en una provincia en la que el gobernador Axel Kicillof está muy bien instalado y el ultraliberalismo no para de crecer puede costar caro.

Hay quienes creen que podrían quedar terceros y cuartos en las primarias, detrás del Frente de Todos y La Libertad Avanza; una cuesta demasiado empinada para remontar en las generales, cuando uno debería lograr transferirle sus votos al ganador y, además, ganar nuevos electorales.

Por eso, ambos buscan cerrar todos los frentes internos posibles detrás de sus armados, que les evite la dispersión del voto, mientras intentan no romper la amistad ininterrumpida de tres décadas que mantienen. Todas las encuestas, propias y ajenas, dan como ganador a Santilli. Las razones para quienes las leen son múltiples: arrancó su campaña en 2021, cuando encabezó una lista de unidad del PRO, y desde ese momento no paró jamás y mostrándose leal a Horacio Rodríguez Larreta. Le suma el uso de una usina de comunicación y estructura política monumental que le prestan en la sede gubernamenal porteña de Uspallata. “Da bien en cámara y es bueno para las relaciones interpersonales en la calle”, suman en su aparato de comunicación.

Pero solo no alcanza. Por eso su equipo trabaja en acercar posiciones con el radicalismo y otros sectores de centro como la Coalición Cívica y el GEN. Hay en marcha un acuerdo entre Larreta y Manes que quedó expuesto el 17 de abril con un primer acto público entre el neurocientífico y el intendente Diego Valenzuela, parte de la mesa chica bonaerense del presidenciable amarillo.

Por si quedaban algunas dudas, el diputado también se fotografío unos días después con Maximiliano Abad, jefe de la UCR bonaerense y principal impulsor de Manes, y Maricel Etchecoin Moro, titular del espacio que lidera Elisa Carrió. Este podría ser quizá la segunda fortaleza territorial de Santilli, detrás de la que le prestan intendentes de peso como el platense Julio Garro y el olavarriense Ezequiel Galli, además de Valenzuela, el mandamás de Tres de Febrero.

Si bien nunca lideró las mediciones privadas, Ritondo comenzó a crecer desde hace semanas, debido a una combinación de factores: permanece en el prime time de medios de comunicación en los que los halcones se mueven con comodidad; capitaliza la buena penetración que tiene Patricia Bullrich en el territorio, pese a no ser formalmente su candidato; cuenta con el apoyo de la exministra de Seguridad, de su jefa política María Eugenia Vidal y de Mauricio Macri. La valoración que le tiene el expresidente es inversamente proporcional a la distancia que tiene con El Colorado. El ingeniero subió a Ritondo a su avión privado la última vez que viajó a Rosario a presentar su segundo libro Para Qué.

Según pudo saber este medio, se le abrirá también en las próximas semanas un nuevo camino en su ambición de sentarse en el sillón Dardo Rocha. Vidal no será precandidata a presidenta y evalúa competir por la jefatura de gobierno porteña. En ese caso, le daría libertad de acción a su exministro de Seguridad para cerrar un acuerdo con la jefa de los halcones.

Habilitar su pase respondería, por un lado, a que Vidal no está dispuesta a alejarse de Larreta y mucho menos enfrentarlo; por el otro, a que considera a Ritondo un dirigente orgánico y leal a su espacio, con suficiente autonomía para llegar a una alianza con Bullrich.

Los contactos del presidente del bloque PRO en la Cámara de Diputados llegan incluso a la Ciudad de Buenos Aires, donde comenzó su militancia. Una sugestiva fotografía con Jorge Macri, enfrentado a Larreta desde que este decidió desdoblar la elección, también abona a la idea de un acuerdo a ambos lados de la General Paz, que les traería beneficios mutuos.

Macri suma a su contienda porteña a un dirigente de peso, con estructura propia en la Ciudad a partir de los operadores Roberto Quattromano y Daniel del Sol, mientras que Ritondo obtiene un gesto relevante para que toda la tropa bonaerense que tiene el primo del expresidente comience a inclinarse hacia su sector. Se cuenta en este aparato a jefe comunales del interior como Pablo Petrecca, que gobierna Junín, corazón de la Cuarta sección; a Soledad Martínez, en manos de quien Jorge Macri dejó Vicente López; y en la Cámara baja vía María Sotolano, entre otros.

De cara al cierre de listas, Santilli y Ritondo se permiten también ciertas muestras públicas de consensos para bajar la tensión interna, como la que tendrán este sábado al participar de un congreso del GEN en La Plata, en el que también estarán Abad y Garro.

Aunque parezca que la guerra es total, los gestos y los movimientos de ambos tributan a la idea de que, al filo del cierre de listas, el pacto que mantienen active la cláusula por la cual uno de los dos deberá bajarse de la pelea electoral: quedará en pie el que mejor mida en las encuestas.

Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.
Gerardo Morales, de recorrida en La Plata. 

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