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Duro discurso de la iglesia ante Javier Milei: "Pocas cosas corrompen más que el hábito de odiar"

Ante el Presidente, Jorge García Cuerva pidió solidaridad y sensibilidad. Apuntó contra los “autoaumentos de sueldos” y llamó a terminar con la grieta. Estuvo Posse.

A las 9.30 Milei salió de la Casa Rosada llevando del brazo a la vicepresidenta, Victoria Villarruel, y escoltado por los miembros del gabinete, todos "bajo análisis" según las palabras del propio Presidente, para cruzar Plaza de Mayo y llegar a la Catedral porteña. Allí escuchó a García Cuervas dar un discurso a contramano de su propia prédica política diaria. Envuelto en medio de rumores que indican su pronta salida del gobierno, estuvo presente el jefe de Gabinete Nicolás Posse, una presencia que en la previa estaba en duda.

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Tal vez el tramo más claro y direccionado a la gestión del Presidente fue cuando el arzobispo marcó: “Para que la acción de gracias sea posible, tenemos que tomarnos en serio las parálisis de nuestro pueblo. Sabemos que hay parálisis que no se pueden procrastinar. Su postergación, en nombre de un futuro prometedor, generarían consecuencias nefastas por irreversibles en la vida de las personas y, por tanto, de toda la sociedad". Y siguió afirmando que "un precio muy alto a pagar que no nos podemos permitir: la malnutrición en la primera infancia; la falta de escolarización y accesibilidad a los servicios de salud; los ancianos y jubilados incapaces de sostenerse diariamente con un mínimo de dignidad, son algunos de esos ejemplos impostergables”.

No obstante, el arzobispo aclaró al iniciar su discurso que el mensaje pretendía ser un “aporte” para la reflexión de “todos los actores de la sociedad argentina”, aunque sabe que luego “puedan ser tomadas frases aisladas para querer alimentar la fragmentación”.

“Estamos invitados a probar la fuerza subversiva de la gratitud que no se sustenta en la violencia ni el desprestigio del otro, que no construye en base a la denigración ni manipulación, sino que es capaz de despertar la fuerza de la solidaridad como forma de construir la historia, y de la creatividad como dimensión esencial para generar nuevas posibilidades”, dijo en uno de los tantos tramos en los que llamó a terminar con la grieta.

García Cuervas pidió a Dios que “nos preserve de las manos manchadas de sangre por el narcotráfico, las manos sucias de la corrupción y la coima, las manos en el bolsillo del egoísmo y la indiferencia”. “Jesús nos interpela, que nos cuestiona, que nos alerta sobre nuestra insensibilidad con los más desprotegidos”, apuntó.

“Nuestra gente está haciendo un esfuerzo muy grande no podemos nosotros hacernos los tontos; hay que acompañar con hechos y no solo con palabras ese enorme esfuerzo; por eso siguen doliendo algunas acciones de la dirigencia divorciadas de la ciudadanía de a pie, como los tan comentados autoaumentos de sueldos de hace algunas semanas”, lanzó luego, en una clara referencia al incremento salarial del Senado y del Ejecutivo.

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El arzobispo citó al papa Francisco al pedir “que la grieta se termine, no con silencios y complicidades, sino mirándonos a los ojos, reconociendo errores y erradicando la exclusión”, e invitó a “una alianza social para la esperanza, que sea inclusiva y no ideológica”. “Para eso, y entre otras cosas, deberemos desterrar la conocida “doble vara” que no nos permite ser ecuánimes, porque nos expresamos desde el prisma partidista que nos empaña, nos obnubila y nos hace injustos, y terminamos defendiendo lo indefendible”, añadió García Cuerva.

Finalmente, marcó que “hay pocas cosas que corrompen y socaban más a un pueblo que el hábito de odiar” y llamó a comprometerse delante de Dios “a generar todas las acciones de gobierno y políticas públicas necesarias para que la acción de gracias de hoy no quede encerrada en la catedral y congelada en este día, sino que continúe en las calles y en la vida de todos los argentinos que se descubren sanados en su dignidad, dignificados en su trabajo, esperanzados en el futuro de sus hijos y nietos, hermanados en la tan ansiada unidad nacional, reconstruyendo la Patria, nuestra Argentina que tanto amamos y, a la vez, tanto nos duele”.

Jorge García Cuerva medita su sermón para Javier Milei
El Cabildo de Córdoba.

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