"Es una elección atípica, de tercios", vaticinó Cristina Fernández de Kirchner el 18 de mayo, en una entrevista con el canal amigo C5N. La pelea del entonces todavía Frente de Todos, completó el pronóstico, será "por entrar al ballotage". Se sabe: de política, CFK sabe. Lo que no se sabe ahora, con el diario del lunes, es por qué, frente a semejante sombra que se cernía sobre el peronismo de sus amores, renunció a hacer lo que tuviera que hacer, incluso a hacer campaña, como hasta su hijo le reclamó, sin éxito.
En ese reportaje, la vice había terminado de renunciar a la candidatura que la hinchada le había pedido mil veces porque ella misma la había cebado, por acción o por omisión. "Espero que los hijos de esa generación diezmada tomen la posta", había pedido y Wado de Pedro había respondido: bastón de mariscal, candidatura por un día y -¡santos baños de humildad!- renunciamiento.
Todavía se discute en los bares de la rosca: ¿el ministro del Interior fue -sabiéndolo o no- instrumento de una maniobra de distracción urdida por La Jefa porque Sergio Massa siempre fue su favorito? Como sea, el hincha de Tigre recibió la bendición como candidato de la casi unidad en el despacho principal del Senado, un viernes a la caída de la noche, 28 horas antes del cierre de listas.
¡El avión, el avión!
El inicio de la campaña de Unión por la Patria la tuvo como protagonista: el lunes 26 de junio, Cristina usó un acto de Derechos Humanos montado en Aeroparque para cristinear de lo lindo: sacó al sol los trapitos sucios de la interna peronista, que estaba en carne viva -blanco predilecto: Alberto Fernández- y le hizo un par de caiditas de ojos al flamente candidato.
Durante el resto de los 45 días de la campaña, La Jefa, la "militante" dispuesta a hacer lo que tuviera que hacer, como le había prometido al periodista Pablo Duggan en el late night K Duro de domar, participó de dos actividades más. Poquito. Nada.
¿Evaluó que no dejaría crecer a Massa, que lo transformaría en otro Alberto o que le espantaría votos del centro moderado que el ministro supuestamente podía captar?
¿Evaluó que la elección de tercios era un escenario inevitable y decidió no dejar su cuerpo y su buen nombre al alcande de esas llamas y quedarse a un costado, al amparo del yo no fui?
Este cronista no tiene la respuesta. Si es que se borró, Dios -ella cree en Él-, la Patria de Perón y sus santos fans desolados se lo demandarán. En todo caso, este lunes empieza el segundo tiempo de un partido que está chivísimo. Massa llamó a darlo vuelta, como Mauricio en 2019.
