FERNET CON ROSCA

Cristina fashion police, la mesa blue de Massa en Córdoba y Frizza al gabinete

La vice de Recoleta le apuntó a Llaryora. Los puentes massistas con el PJ cordobés. Un transversal con ministerio asegurado. Por qué la UNC es la meca de aspirantes presidenciales.

Lo logró. En los cafetines de Buenos Aires ya se habla de Martín Llaryora, el peronista cordobés que confesó su ambición nacional con la ya célebre frase de los “pituquitos de Recoleta”. Hay quienes se divertían con el olor a naftalina de la referencia o con el equívoco de un periodista que mostró la mansión de Luis Juez en la zona sur de la ciudad de Córdoba y se la adjudicó al gobernador electo.

También se habla de Llaryora en el Congreso. El sanfrancisqueño logró captar la atención de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. La referente de Unión por la Patria compartió algunas reflexiones sobre el tema que dominó el debate en los prime time televisivos después del triunfo de Daniel Passerini en la ciudad.

Como era de esperarse, no se sintió aludida pese a ser vecina del coqueto barrio porteño o figura de referencia obligada de José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti para la construcción del relato de la Córdoba discriminada por el puerto, que dio origen al cordobesismo.

Cristina Fernández escuchaba el debate sobre el tema de dos hombres de la coalición oficialista con domicilio en la provincia y que tienen el privilegio de tener diálogo con relativa frecuencia. La expresidenta, fiel a su estilo rupturista, dio por finalizada la conversación con un comentario irónico. “Nos dice pituquitos, tendría que aprender un poco. ¿Vieron como se viste?”, desaprobó los outfits del intendente que será gobernador. El entorno de la vice niega que CFK haya dicho eso.

La mesa blue de Massa en Córdoba

Juanjo Álvarez, el operador estrella de Sergio Massa, llegó a Córdoba el miércoles por la noche con varios propósitos. Hasta último minuto insistió con uno de ellos: lograr algún contacto con un dirigente de la primera línea del llaryorismo naciente para comprobar si el discurso reactivo de todo el peronismo no kirchnerista cordobés se moderaba o apagaba junto con las cámaras y los micrófonos. No hubo caso: el gobernador electo mira al precandidato de Unión por la Patria como un rival político directo.

Sin embargo, el fracaso no fue total, porque algunas segundas líneas del justicialismo provincial, que tienen tatuado en uno de los bíceps “Juan, presidente”, accedieron a estos conversatorios informales con el asesor massista en la víspera de la cena con la CGT.

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Los nombres se mantienen en estricta reserva. Es lógico, se vienen días donde el poder se reparte en los gabinetes. Sin embrago, las fuentes arrojan a cambio un dato del GPS para reforzar la versión: los encuentros sucedieron en el aeropuerto internacional de la capital, apenas Álvarez descendió del avión. “No vamos a presionar a nadie, aunque Sergio es el mejor candidato que este espacio le podía ofrecer a Córdoba”, repetía a cada una de las personas a cara cubierta que en una rápida sentadilla se sentaban y se alejaban de la mesa después de entregar algún tipo de información.

Hubo otro elemento curioso. A sus interlocutores, el operador de Massa les pedía opinión sobre la interna del kirchnerismo de Córdoba. En definitiva, fuera de los tiempos de campaña, las patas del justicialismo que conviven en la provincia tienen más puentes de contacto de los que se imagina ergo información. El partido cordobés de Llaryora oficia de blanqueo de estas relaciones que la vieja guardia schiarettista desprecia.

El ministerio de Frizza

El gobernador electo, Martín Llaryora, se divide entre la campaña presidencial de Juan Schiaretti, la gestión de la Municipalidad de Córdoba, la sucesión con Daniel Passerini y el armado de su futuro gabinete de gobierno. En fase de diseño aún, la intriga va en aumento y la dirigencia suelta algunos nombres al viento.

Todo un clásico de esta etapa es deslizar un nombre para “quemarlo”. Sin embargo, varios apellidos suenan con fuerza. De la vieja guardia schiarettista pasará a la siguiente etapa Sergio Busso, que continuará como ministro de Agricultura. “Es respetado por el campo y, además, el único que logró un triunfo en su departamento en las elecciones provinciales de junio”, rematan altas fuentes.

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Guillermo Acosta, su secretario de Finanzas en el municipio, reemplazaría a su par en la provincia, Osvaldo Giordano. El schiarettista Julián López, ministro de Gobierno y Seguridad, tendría un lugar reservado, pero aún no se sabe dónde. Verónica Bruera, secretaria General del Palacio 6 de Julio, es otra funcionaria municipal que cambiaría de despacho desde el 10 de diciembre.

Mientras, suena con fuerza otro nombre que sorprendió a varios. El exintendente de Jesús María Gabriel Frizza podría ser el titular del nuevo Ministerio de Cooperativas. Cabe recodar que el larretista integró las filas del PRO hasta después de la pulseada por la gobernación y engordó la lista de pases al peronismo que inició la radical Myrian Prunotto, flamante vicegobernadora electa.

La meca universitaria

¿Por qué la mayoría de quienes se postulan para sentarse en el sillón de Rivadavia hacen una visita de rigor a la Universidad Nacional del Córdoba? ¿Interesa la educación pública y gratuita? Es probable.

Los paseos institucionales de Sergio Massa y Juan Grabois, de Unión por la Patria; de Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, de Juntos por el Cambio, prometieron presupuesto universitario, una educación superior de calidad y firmaron el documento que redactó el Consejo Interuniversitario Nacional.

La respuesta que aportan las consultoras políticas a la pregunta inicial es un poco más cáustica. La alta casa de estudios de la provincia es "la marca más valorada” según varias mediciones y su rector, de extracción radical, Jhon Boretto, también tiene buena imagen. Es un combo de factores que ubican a la universidad como un bastión ineludible para hacer campaña.

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