Desde hace más de dos siglos, el diseño de la Argentina está expuesto a una fuerza centrípeta que tiende a acumular bienes y personas en torno a la capital portuaria y cuyo resultado ha sido la concentración de los mayores volúmenes de población y de actividades económicas en la provincia de Buenos Aires, el centro neurálgico de la logística nacional.
Como causa y efecto de una red tejida con puntos cada vez más apretados, impulsada por políticas de ocupación que favorecieron ese entramado y por un sostenido desarrollo de infraestructura, en la llanura bonaerense se juega la suerte del principal nodo logístico del país.
Ese enorme grado de concentración demográfica y económica se traduce en una gran diversidad de actividades, que incluyen la agroindustria y una larga lista de industrias y servicios, pero además, la provincia, que produce y provee a buena parte del país de una importante variedad de bienes finales, recibe carga de todas las regiones.
Buenos Aires es la principal puerta de salida de las exportaciones argentinas, desde el Puerto de Buenos Aires y desde el resto de los puertos que embarcan productos en la margen bonaerense del río Paraná, en el Plata y en la costa atlántica.
Esta posición nuclear en el trazado del transporte de bienes de la Argentina y de todo el Cono Sur genera en la provincia de Buenos Aires una altísima demanda sobre las redes vial y ferroviaria que conectan los principales centros de producción y consumo entre ellos y con los puertos, con un inmenso caudal de tráfico terrestre de carga, el mayor del país, obligado a coexistir con una compleja dinámica poblacional que ocasiona una difícil convivencia en los tramos urbanos de las rutas.
Los desafíos de la provincia de Buenos Aires
El Tránsito Medio Diario Anual (TMDA) de la provincia, aun sin contar los accesos al Área Metropolitana, es 34% superior a la media nacional, con un flujo de más de 6.000 vehículos por día en más del 20% de la red vial. Estos números, que se elevan en el AMBA o en el puerto de Bahía Blanca, donde confluyen las principales rutas nacionales con líneas ferroviarias y se exporta gran parte de la producción del país, implican un fortísimo impacto sobre la infraestructura vial.
Uno de los grandes desafíos de la logística bonaerense es, por lo tanto, incrementar la capacidad de las principales rutas que recorren su geografía, junto al desarrollo de variantes viales y travesías urbanas que mejoren la fluidez del transporte de carga, reduciendo la congestión y minimizando el impacto en la calidad de vida de los habitantes.
En este sentido, es prioritario finalizar los tramos de autovía en las rutas nacionales 3, 5 y 7, para aumentar su capacidad, lo mismo que las mejoras en vías no radiales, sobre todo en las rutas nacionales 33 (Bahía Blanca-Rosario), 188 (de San Nicolás hacia el oeste, Mendoza) y 226 (Mar del Plata-General Villegas), además de en las provinciales 6 (La Plata-Zárate) y 51 (Ramallo-Bahía Blanca), lo que ayudaría a descomprimir esos corredores fundamentales para la circulación de cargas.
BUENOS AIRES 3.jpg
Más y mejores rutas, un desafío central en la provincia de Buenos Aires.
Las travesías urbanas son otro dilema. El crecimiento demográfico de ciudades y pueblos bonaerenses los ha extendido hasta la vera de las rutas, donde la convivencia entre el transporte de carga y los usos locales aumentan los tiempos de viaje y la inseguridad vial. Tandil, Tres Arroyos y Monte son algunas de las ciudades que necesitan aligerar esas caravanas de camiones.
Otra medida en clave de eficiencia logística sería ampliar la red de rutas habilitadas para la circulación de bitrenes (un camión tractor con dos semirremolques articulados), que resolvería las necesidades de muchos sectores productivos. Son pocas en la provincia y en tramos discontinuos.
Los puertos en la provincia de Buenos Aires
Una válvula estratégica de la economía en territorio bonaerense está en sus puertos, tanto fluviales como marítimos, articuladores de gran parte del comercio exterior de la Argentina. Granos, hidrocarburos y otros bienes exportables producidos en todo el país son trasladados hasta allí, desde donde se exportan.
Los grandes polos portuarios de la provincia de Buenos Aires movilizan el 40% de la carga no contenerizada y el 42% de la carga contenerizada del país. Esos enormes volúmenes significan miles de camiones que ingresan a los puertos y generan congestión, demoras y mayores costos logísticos. Las recurrentes sequías que impactan en los niveles del río Paraná agravan el escenario, al derivar más carga de los puertos del Gran Rosario hacia las terminales atlánticas bonaerenses, que tienen mayor profundidad.
Por lo tanto, para aumentar la competitividad de los productos argentinos en los mercados globales es esencial mejorar los accesos a las terminales portuarias situadas en los grandes centros urbanos, en Dock Sud, La Plata, San Nicolás y Mar del Plata, y evaluar la continuidad de las obras en la autopista de circunvalación en la ciudad de Bahía Blanca, castigada por la trágica inundación del 7 de marzo.
En el vínculo entre los modos carretero y fluvial, hay también una importante oportunidad para mejoras en términos de incorporación de tecnología y conectividad digital, que potencie la coordinación entre todos los actores del transporte de carga y en la articulación con el sector público, vía simplificación de trámites.
El aporte del transporte ferroviario
El tren puede ser un importante complemento para la logística en la región, disminuyendo la presión sobre el modo carretero. Por la provincia transita el 50% de la carga ferroviaria del país. Según estimaciones de distintos sectores productivos –cerealeras, mineras y otras industrias que buscan reducir sus costos logísticos–, la red de ferrovía bonaerense podría absorber unas 55 millones de toneladas de carga, un 12% de lo que circula por la provincia en camiones.
Restablecer el potencial del trazado ferroviario de cargas en la provincia de Buenos Aires impactaría positivamente en todas las economías regionales que producen para exportar. Sin embargo, sólo el 40% de la red en territorio bonaerense está operativa, y de ese porcentaje, el 56% de las vías presenta un estado regular o malo.
Son muchas las obras de infraestructura ferroviaria que podrían empezar a aportar soluciones. Algunas en tramos estratégicos: el ramal del ferrocarril Roca que va de Tandil al puerto de Quequén, el que une Bahía Blanca con Olavarría y Cañuelas y el del San Martín a Rufino. Hay obras pendientes en los enlaces de Temperley y Zárate-Pilar y es necesario desarrollar centros de acopio en estaciones nodales.
No todos los caminos conducen a la provincia de Buenos Aires, pero sí muchos, que la atraviesan de un lado a otro llevando mercancías de distintas regiones, que se exportan y aportan valiosas divisas a la economía argentina. Enfrentar y resolver los desafíos del transporte de cargas en este centro neurálgico de la logística nacional es una tarea fundamental.