ES LA ECONOMÍA

Córdoba: Martín Llaryora hereda una deuda 99% en dólares y ya perfila una renegociación

Deberá hacer un primer desembolso apenas asuma y culpa a Massa por la corrida, pero se apalanca en la "previsibilidad" de Schiaretti. La crisis financiera atravesada por la campaña.

El gobierno de Córdoba adeuda 810.318 millones en moneda extranjera, repartidos en dólares, euros y dinares. Significa el 99% de su pasivo, conforme al último informe que elaboró el Ministerio de Finanzas del gobernador Juan Schiaretti. Pese a la disparada de la divisa norteamericana -que este lunes pegó un salto de $65 y este martes superó los $1.000- en el campamento del sucesor, Martín Llaryora, hay una sugestiva tranquilidad. No lo altera, tampoco, el hecho de que el cronograma de pagos empieza a correr: el 10 de diciembre debutará en el poder provincial con un desembolso de US$120 millones a entidades crediticias.

Este mes hay otro desembolso menor, de US$12 millones, pero en la cartera que comanda Osvaldo Giordano informan que este shock cambiario no afecta las previsiones porque los ahorros están dolarizados. Es más, ya cuentan con la autorización del Banco Central para comprar la divisa a valor oficial cinco días antes de la cancelación.

“El servicio de deuda representa un porcentaje muy pequeño de los gastos totales”, resaltan en el Panal un valor que Schiaretti vende en su rol de candidato presidencial: el superávit fiscal. ¿Llaryora puede estar tranquilo igualmente?

El cordobesismo sabe que desarmar el pasivo llevará varias gestiones. Sin embargo, en el entorno del gobernador electo también desdramatizan la situación, al punto de insistir en que se trata de un tema que tendrá prioridad, pero que no lo desvela. En términos directos: si hay que renegociar la deuda, se hará sin pruritos. Ahora bien, es una decisión de partes, en las que el sanfrancisqueño no tendrá la última palabra y estará directamente atada a la foto política que surja -y sus proyecciones- después del 22 de octubre o el ballotage.

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Esa confesión surge de la mesa chica de Llaryora y como conclusión central de la gira de una semana por Estados Unidos. Como ya se contó, llevó tranquilidad a las entidades crediticias sobre la continuidad de la conducta que marcó la administración de Schiaretti, pero también dejó en claro las dificultades que emanan de la coyuntura.

Corrida y campaña

La lectura que se trasluce bajo las ropas de esta posición es una muestra más de la jugada política del cordobesismo, en plena campaña. Demostrar preocupación por la deuda dolarizada atentaría contra la estrategia de la campaña nacional de Schiaretti, que vende solidez fiscal y un manejo robusto de la gestión. El viaje a Washington y Nueva York del mes pasado fue, quizás, la escenificación cuidada de la importancia que tendrá la deuda pública para lo que sigue y en un contexto de alta incertidumbre.

Como Schiaretti, despega a Milei de la corrida del dólar, producto de su “consejo” a los ahorristas, y redoblan la apuesta: “La culpa es toda de Sergio Massa, es el responsable de gobernar el país”, se saltan al olvidado Alberto Fernández en el Palacio 6 de Julio, sede del gobierno capitalino.

El cordobesismo se anticipa y da por ganador a Milei. La certeza nació a las 18 horas del 13 de agosto, cuando el aceitado sistema de mesas testigo que se habían montado para las elecciones provinciales y capitalinas confirmaban lo impensado durante la campaña y esa jornada electoral: Schiaretti era derrotado por el libertario en su provincia. El fenómeno era más profundo de lo que habían sospechado.

La caída de un aliado natural y complementario, Horacio Rodríguez Larreta, y la ausencia de piel del PJ provincial con el kirchnerismo encuentra al candidato presidencial del interior y a Llaryora ensayando estrategias subterráneas bajo la hipótesis de una Argentina gobernada por La Libertad Avanza. Con la oferta de gobernabilidad sobre la mesa, el mandatario electo ratifica la continuidad de una postura histórica hacia el poder central, pero espera reciprocidad.

Los guiños al libertario están hechos, pese a la promesa de neutralidad después del 22 de octubre.

Ignacio García Aresca, Carlos Gutiérrez y Natalia de la Sota, en sus bancas en el Congreso de la Nación. 
Juan Schiaretti.

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