La diputada no quiere que el sello amarillo sea una franquicia del expresidente. Oscar Agost Carreño concilia y Soher El Sukaria se alinea con el jefe.
La intervención del PRO Córdoba decidida por el ex presidente Mauricio Macri y anunciada en el Consejo Nacional volvió a poner a las dos principales mujeres mediterráneas en una disputa. Mientras Laura Rodríguez Marchado exige que la lapicera quede en Córdoba, la espada macrista Soher El Sukaria quiere que su jefe sostenga la birome amarilla que escribirá los nombres en las listas de 2025.
El nuevo duelo que protagonizan la diputada bullrichista y la flamante Defensora del Público de Servicio de Comunicación Audiovisual las tiene como protagonista de una larga historia de desencuentros. En el medio, al diputado Oscar Agost Carreño le sacaron de un plumazo el diploma que lo acreditaba como presidente de los amarillos por su acercamiento al schiarettismo.
El control macrista vino de la mano de su ex funcionaria, Laura Alonso, lo que despertó dos lecturas radicalmente opuestas entre Rodríguez Machado y El Sukaria. La primera quiere que las decisiones se tomen en Córdoba y, la segunda, no para de hacerle "ofrendas" al ex jefe de Juntos por el Cambio (JxC), destacando la importancia de que las decisiones provinciales se apoyen en los lineamientos nacionales.
El telón de fondo, como contó Letra P, es la pelea entre Macri y Agost Carreño, a quien no le perdonan que forme parte del bloque capitaneado por Miguel Pichetto en la cámara baja, que también integran los cordobesistas que responden a Martín Llaryora y Juan Schiaretti.
A Rodríguez Machado no le preocupa lo que algunos amarillos llaman "trasnfugismo" en obvia referencia al desplante que sufrió el bloque del PRO cuando Agost Carreño pegó el portazo y se abroqueló en Encuentro Federal junto a los también cordobeses Natalia de la Sota, Ignacio García Aresca, Alejandra Torres, Carlos Gutiérrez y Juan Brügge.
En cambio, Macri instruyó a El Sukaria para que banque la jugada de meterse de lleno a disputar por el PRO cordobés. Así, mientras Rodríguez Machado bancó públicamente a Agost Carreño, la concejala en uso de licencia optó por ver al partido provincial como una delegación nacional.
A Macri no le cierra que Agost Carreño sea un ferviente opositor a las políticas de Javier Milei. A pesar de ello, desde el bullrichismo valoran que cuando en el recinto se debatieron leyes vinculadas a la Seguridad, el diputado siempre levantó su mano.
Patricia Bullrich, la ministra de seguridad del gobierno libertario no se entromete en las decisiones que se toman en Córdoba. Muy por el contrario, tiene un lazo de extrema confianza con Rodríguez Machado y entiende perfectamente el juego de diferenciación que llevan adelante las dos leonas amarillas en la provincia. Así, la diputada saber que tiene vía libre para pelear para que el partido tenga sello 100% local.
El diálogo entre las dos mujeres fuertes del PRO Córdoba está roto hace años. Solamente se ponen la mejilla cuando públicamente tienen que ofrecerse un saludo. Hace tiempo que no se encuentran y las últimas conversaciones de WhatsApp datan de hace algunos años.
Las coincidencias entre ambas son pocas. La más contundente es el respaldo que le dan al gobierno de La Libertad Avanza (LLA). Mientras tanto, en suelo cordobés protagonizan un enfrentamiento que ninguna disimula. La repartija de poder consensuado en Córdoba durante el ascenso de Cambiemos, devenido en JxC es cosa del pasado. La buena performance de ese armado, también.
En épocas de vacas flacas, con un partido que atraviesa serias dificultades, el enfrentamiento se potenció y las mujeres del PRO se mostraron los colmillos desde lejos. Mientras El Sukaria recorría el recinto de diputados y tenía el ojo puesto en la ciudad Capital, Rodríguez Machado estaba sentada en el Senado y ponía su ojo en la estrategia provincial. No se pisaban.
La historia cambió cuando empezaron a buscar el mismo norte. El Sukaria intentó mudarse a la cámara alta de la mano de Mario Negri y quedarse con la butaca que ostentaba Rodríguez Machado. La jugada le salió mal y Rodríguez Machado, que gambeteó la interna apoyándose en la lista que encabezaron Luis Juez y Rodrigo de Loredo, no pudo disimular la sonrisa cuando se mudó al recinto de Diputados.
Los enfrentamientos se profundizaron cuando Rodríguez Machado anunció su candidatura a la intendencia de Córdoba, el lugar al que El Sukaria siempre había querido llegar. Molesta por esa jugada, la entonces diputada puso el grito en el cielo y, con el apoyo incondicional de Macri, terminó acompañando a Rodrigo de Loredo en la fórmula del cambiemismo.
Una voluntaria amarilla, como se suele llamar a los militantes del PRO, le dijo a Letra P que el rechazo de Rodríguez Machado a la decisión intervencionista del PRO local "va más allá de Oscar" porque lo que importa es "no entregarle el partido a Macri a través de Soher".
La misma fuente destacó a este medio que "si bien Oscar está en un bloque que detesta a Milei, se ha portado muy bien con Patricia Bullrich". Desde esa trinchera ven a Agost Carreño como "un dirigente de diálogo"; en cambio, creen que "El Sukaria es macrista paladar negro y va a acatar siempre la bajada de línea del ex presidente de Boca".
Al separar el grano de la paja, queda claro que ambas tribus necesitan allanar el territorio cordobés para las decisiones que deberá tomar el PRO el año que viene, cuando venza el tiempo de Rodríguez Machado en la cámara baja. Se descuenta que Macri querrá exportar un cordobés puro al Congreso y que la Ministra de Seguridad querrá hacer lo propio con alguna de sus espadas.
En esa disputa, el temor del macrismo es que Agost Carreño reconduzca los destinos de los amarillos cordobeses al Partido Cordobés. Mientras Macri fue Presidente, quiso hacer algo parecido con Schiaretti; ahora, cambió las cartas porque "Llaryora no es el Gringo".