Después de meses de comunicaciones interrumpidas e interna feroz, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner retomaron este viernes el diálogo para sellar la fórmula de unidad de Unión por la Patria (UP), que llevará al ministro de Economía, Sergio Massa, como precandidato a presidente y al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, como vice.
No hubo diálogo directo. Fernández y Cristina intercambiaron algunos mensajes a través de un actor clave para la unidad, el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos, amigo del Presidente, que visita con frecuencia el despacho de la vicepresidenta en el Senado y que siempre impulsó la postulación de Massa.
A Olmos “le tocó hablar con todos, convencer a todos, no pelearse con nadie y encontrar el tono con cada uno”. Lo logró. A las 20.49, cuando las negociaciones llevaban 12 horas de idas y vueltas, la cuenta de Twitter de UP anunció: “Por responsabilidad institucional, política y social, nuestro espacio ha decidido conformar una lista de unidad que nos representará en las próximas elecciones”.
A continuación salió el nombre de los elegidos, Massa y Rossi, y un agradecimiento especial a Eduardo de Pedro y Daniel Scioli por haber antepuesto “lo colectivo sobre lo individual” y haber apostado a la unidad del peronismo. El acuerdo se había cerrado de forma definitiva una hora antes de la publicación del tuit.
https://twitter.com/bordet/status/1672407449230356481
Fue un golpe de timón que sorprendió sobre todo al cristinismo puro, que había celebrado el jueves el lanzamiento de De Pedro y la posible fórmula junto a Juan Manzur. ¿Fue una maniobra de distracción mientras se negociaba otra opción? En La Cámpora explicaron que “fue estrategia política” de Cristina y que las conversaciones por la candidatura de Massa siempre existieron. Faltaba un acuerdo con Fernández para que Scioli declinara sus aspiraciones presidenciales. El embajador argentino en Brasil lo hizo este viernes, “frustrado, pero sin patalear”, en pos de la unidad peronista.
Hacía algunos días que Fernández, después de mucho insistir con la necesidad de dirimir la interna en las PASO, había dado marcha atrás. Su círculo íntimo, en el que están Olmos, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y la portavoz Gabriela Cerruti, se inclinaba por la lista de unidad. Enrolados en el ala sciolista quedaron solamente el canciller Santiago Cafiero y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz.
Por la unidad pedían, también, la CGT y los gobernadores. Se lo hicieron saber al Presidente Raúl Jalil (Catamarca) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero), quienes lo visitaron el jueves en representación de La Liga. Los intendentes bonaerenses se expresaban en la misma línea. Rossi había lanzado su precandidatura presidencial, pero había bajado abruptamente el perfil en los últimos días. También había cambiado de opinión al ver el desorden que se había generado en la dirigencia y en la militancia con las ofertas múltiples.
Fernández ya se había convencido de la necesidad de encontrar una fórmula de síntesis. “Si me traen algo que unifique a todos, no tengo problema. Por ahora, eso no existe”, había dicho. Si el peronismo quería ser competitivo, no había margen para las internas. Mucho menos cuando quien impulsaba la unidad era Massa, el ministro que tiene atadas las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los vínculos con el principal accionista del organismo, Estados Unidos, de una manera muy directa y personal, y maneja toda la botonera de una economía frágil, que sobrevive sin dólares. ¿Qué riesgo corría la economía si el ministro pegaba un portazo?
Massa nunca lo había dicho de forma tan explícita como el jueves, después de que se filtrara el posible lanzamiento de la fórmula De Pedro-Manzur. Hasta ahora, el ministro se había encargado de reclamar un candidato de unidad para el peronismo. Aunque era obvio, no había puesto sobre la mesa que reclamaba el lugar de candidato único para sí mismo. El jueves lo hizo frente a Cristina y al Presidente.
De Pedro y Manzur habían grabado el jueves un spot de lanzamiento. La publicación estaba prevista inicialmente para las 16. Después se postergó para las 18. El tucumano estaba instalado en Buenos Aires con un equipo de colaboradores. A media tarde, levantó las tareas de todos. Dijo que seguirían el sábado, ya con todo encaminado. Mientras, el Frente Renovador se encargaba de difundir un mensaje interno en el que el ministro instaba a sus colaboradores a no dramatizar y a trabajar para que “la economía siga funcionado”, el próximo lunes. “No es de vida o muerte”, escribió. En horas de cierre, nadie lo tomó al pie de la letra.
Promediaban las 15 cuando un gobernador respondió a la consulta de Letra P sobre la falta de confirmación oficial. “Todavía falta un día y medio. Siguen las conversaciones. Está trabado”, dijo. Todo estaba bajo revisión. Jalil y Zamora le habían pedido por la unidad el jueves a Fernández. Lo reveló este viernes el riojano Ricardo Quintela, que agregó que el primer mandatario les contraofertó: “Ustedes pidan a Massa candidato único y yo pongo al vice”. Los mismos gobernadores habían estado el jueves con Cristina antes de ver al Presidente. A la noche, la vicepresidenta cenó con Massa.
El cristinismo se aferraba a la ilusión. La sociedad política con Massa funcionó durante cuatro años, pero será difícil volver a pedirle a la militancia votos para un candidato que no tiene ADN kirchnerista. De Pedro había sido el mejor exponente para el votante fiel. El “hijo de la generación diezmada” moldeado a imagen y semejanza del proyecto.
Con todo, la fórmula De Pedro-Manzur no había enamorado. No cosechaba apoyos de ningún dirigente de peso y provocaba malestar en el territorio. El peronismo tradicional no daba su aval. El Frente Renovador había estado al tanto del lanzamiento. “Hay un video en el que Wado dice que quiere ser presidente. Está perfecto. Ya lo sabíamos”, apuntaban en el massismo. Eso no significaba que efectivamente fuera el elegido. Las pocas voces cercanas al ministro que respondieron a las consultas periodísticas aseguraban que las negociaciones todavía estaban en marcha y remarcaban que no había existido ninguna comunicación oficial.
Mientras, en el Senado se cocinaba la fórmula final. Cristina recibió a la tarde a De Pedro y más tarde a Massa. El vice impulsado por Fernández resultó ser Rossi, jefe de Gabinete con ADN kirchnerista que mantuvo siempre buenas relaciones con el ministro de Economía. La lista para Diputados por la provincia de Buenos Aires también incluyó a los dos dirigentes que el Presidente buscó resguardar, Tolosa Paz y Cafiero. Estarán en la boleta junto a Máximo Kirchner, Juliana Di Tullio, y Julián Domínguez.
Como en 2019, cuando Cristina anunció la fórmula que encabezó Fernández por el Frente de Todos, Massa también cosechó apoyos de manera veloz. En fila salieron a celebrar gobernadores, la CGT, intendentes, diputados y senadores. Desde el Ministerio de Economía, con una inflación disparada, pero con audacia y mucha pericia política, el socio minoritario del espacio había construido, por primera vez, su escalera hasta la cima de la boleta de la unidad peronista.