La situación de Cristina Fernández de Kirchner (CFK) impactó de lleno en el tramo final de la campaña en Santa Fe. En Rosario, donde se vislumbra un final abierto, el aliado del peronismo Juan Monteverde bancó todo lo que pudo, el libertario Juan Pedro Aleart profundizó su sesgo y la oficialista Carolina Labayru necesita que no se nacionalice la cosa.
Por la potencia del hecho, su condición de detenida y por la centralidad que recuperó en la escena política, CFK aterrizó como un estruendo en la recta final de la campaña legislativa de Rosario. Quien pensaba que la elección se municipalizaba o se definía en función de atributos hiperlocales, está justo en este momento revisando sus conclusiones.
Juan Monteverde, en puntas de pie
A Monteverde, al menos en la escena pública, lo incomodó. El líder de Ciudad Futura solo se pronunció a través de un tuit, donde habló de “proscripciones”. Hizo poco y nada de medios en los últimos días y pareciera que está concentrado en no pisar el palito, en evitar que Aleart le tire el fardo.
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“Lo de Cristina directamente lo perjudica a Monteverde en la esfera pública”, aporta a Letra P el titular de la consultora Innova, Martín Ostolaza, quien en la semana difundió una encuesta que le da al filoperonista una ventaja exigua sobre La Libertad Avanza (LLA). Se observa un esfuerzo del líder de Ciudad Futura por no nombrar a la expresidenta y una necesidad de que la campaña regrese a carriles más rosarinos.
“Cristina vuelve a ocupar el eje de gravedad de la política argentina, hoy está en el centro de la agenda, administra la agenda y administra también la narrativa que tienen que tomar el peronismo y el kirchnerismo. Todos están obligados a solidarizarse con la situación, es casi una máxima para el electorado solidarizarse. Eso es algo que también lo convoca a Monteverde", señaló Alan Stummvoll, de la consultora Dixit, ante la misma consulta de Letra P.
¿Dónde está el problema? Monteverde, para adoptar esa narrativa, "se tiene que nacionalizar y radicalizar ideológicamente y el riesgo es alejarse del territorio, que es donde hoy está anclada su campaña, en las deficiencias de gestión. Entonces, se arriesga a entrar en el encuadre que le está proponiendo La Libertad Avanza, eso de 'kirchnerismo o libertad'”, completó.
Un peronismo movilizado, rasgo a favor para Monteverde
Con todo, así como por un lado Monteverde puede perder, hay una franja en la que puede fidelizar y ganar. El candidato del PJ puede valerse de esta coyuntura de peronismo movilizado que recuperó poder y peso en la calle. Ahí, en las reuniones barriales, en el vínculo con la militancia y la dirigencia, el jefe de Ciudad Futura dispone de un valor sobre el cual apoyarse. Aún con la decisión de no cargarse tan al hombro la situación de CFK.
“El peronismo en esta clave de unidad y de solidaridad está más flexible en términos de no exigir tantos gestos. Como decir, 'bueno, está claro dónde están los enemigos, por lo tanto, no perjudiquemos al que más tiene chances de los nuestros´”, agrega Ostolaza.
Aleart ya marcó su contorno cuando habló de “kirchnerismo o libertad”. En esa franja, lo fuerza todo lo que puede a Monteverde para emparentarlo con Cristina. Lo hacía antes de la detención de la expresidenta y lo volvió a hacer con mucha más fuerza esta semana.
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Le conviene al periodista libertario que la discusión se nacionalice. Es más, no le desagrada que la centralidad de Cristina se sostenga hasta el cierre de la campaña. Las calles de Rosario están repletas de carteles con la estampa “Alear es Javier Milei”. Cero municipalización.
A Labayru todo le resulta cuesta arriba. Si bien remontó y se acercó al dúo de varones en los sondeos, necesita, por defender al oficialismo y las gestiones municipal y provincial, que la campaña no escale y vuelva al terreno local. A Unidos para Cambiar Santa Fe no le sirve ser la segunda marca de LLA, no tiene nada para ganar ahí. Monteverde no debería perderlo de vista, porque no puede permitirse que la candidata de Pablo Javkin y Maximiliano Pullaro se desinfle. “Monteverde necesita que Unidos haga la mejor elección posible para que divida votos con LLA y así tener mayores posibilidades”, consideró Ostolaza.
Para Stummvoll, en cambio, LLA y Unidos comparten una lectura negativa del impacto en Rosario de las gestiones de Alberto Fernández y Omar Perotti. “Si bien en términos de gestión hay un trabajo alineado entre los tres niveles de gobierno, la lectura narrativa es distinta. Por un lado, para Aleart la solución es nacional y para Labayru es provincial-municipal. A partir de ahí, Unidos va a tratar de evitar la nacionalización de la discusión y Aleart va a tratar de nacionalizar”, destacó el consultor.
Así las cosas, a una semana de la elección, la detención de Cristina significó un cimbronazo en la campaña. No queda claro si terminará siendo un componente central a la hora de la definición del voto rosarino, pero al menos en la recta final se coló con muchísima fuerza y centralidad.