La pelea electoral tiene protagonistas de peso en la Ciudad de Buenos Aires, pero hay poco clima electoral en las calles. ¿Apuesta al sprint final?
El impacto de las elecciones porteñas parece desinflarse frente a un escenario nacional vertiginoso.
El alto voltaje previsto para las campañas de cara a las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires no termina de aparecer y los principales espacios políticos se vuelcan por estrategias de baja intensidad e impacto público. Redes sociales, raids mediáticos y poco territorio caracterizan a la pelea por la Legislatura porteña.
La proyección de que las elecciones porteñas se convertirían en un round electoral donde se iban a empezar a perfilar el destino de las principales fuerzas políticas de cara a las nacionales de octubre no se está cumpliendo. Al contrario, a un mes de la fecha de los comicios, la campaña de la Ciudad no arranca y es una incógnita si habrá cambios en las próximas semanas.
La apuesta de Jorge Macri para despegar la elección local de la pelea nacional, anticipándola cinco meses y suspendiendo las primarias locales, surgió efecto inicialmente y obligó a La Libertad Avanza a jugar una figura importante en su dispositivo político. La candidatura de Manuel Adorni fue un primer indicio de que la batalla porteña podía tener una trascendencia política más allá de la avenida General Paz. Sobre todo en la disputa de un distrito clave para el imaginario del espectro de la derecha argentina.
No obstante, las primeras semanas de campaña vuelven a mostrar que no le será fácil a la Ciudad escapar de su destino adyacente al hoy volátil escenario nacional. Las intervenciones mediáticas de Mauricio Macri que amenazan con desvirtuar la estrategia localista de su primo Jorge Macri, suben y bajan al ritmo del cambio frenético del escenario nacional, especialmente en materia económica.
Con la amenaza libertaria latente, que le marca agenda y le pisa los talones para afilar un ajuste en el gobierno porteño, el macrismo tomó nota de que está frente al primer desafío político concreto, que pone en duda su hegemonía en el distrito madre. Por eso cerró filas y optó por recostarse sobre una estrategia de campaña corta, sin hitos rimbombantes y con contacto mano a mano con quienes viven en el distrito, a quienes pretenden escuchar y darles soluciones inmediatas a los problemas locales.
En relación a las apariciones más políticas, el PRO parece haber desempolvado el modelo de la campaña nacional de 2015 que llevó a Macri a la Casa Rosada. Los actos políticos hechos hasta ahora parecen revivir al dirigente/candidato hablándole a los porteños desde un escenario descontracturado, a puertas cerradas, buscando la empatía del vecino, pero rodeado de militantes propios.
Costa Salguero o el Planetario fueron los escenarios elegidos para presentar una propuesta que ya no gira en torno a un espacio político que viene a expresar lo nuevo. Al contrario, la apelación a la cercanía, a sentirse pares, hoy gira en torno a una gestión conocida que en los últimos tres lustros y pico, convirtió a Buenos Aires en una ciudad moderna, sustentable y segura.
La campaña de baja intensidad, que combina intervenciones públicas y apariciones callejeras "espontáneas" que buscan generar cercanía con el electorado porteño, no es sólo potestad del PRO. La tropa libertaria que planifica la campaña, que lleva a Adorni como principal candidato, también despliega una estrategia similar. La diferencia es que el vocero presidencial no desaprovecha sus periódicas conferencias de prensa en Casa Rosada para meter temas de campaña.
El funcionario nacional cree que su mejor herramienta para ganar las elecciones de mayo es mantenerse "auténtico" al perfil por el que llegó a ocupar su cargo. En otras palabras, continuar activo en las redes sociales y en los medios de comunicación, donde viene desarrollando un raid aún más intenso que el actual que fija como principal adversario al macrismo.
Sin embargo,en los últimos días se incrementaron las apariciones públicas de Adorni en mesas de afiliación o actos reducidos, en las que lo acompañaron los candidatos que lo secundan en la lista, pero también por algunos de las principales figuras de LLA. Este movimiento, y las declaraciones del presidente Javier Milei que fustigó a Macri en una de las entrevistas que dio el pasado lunes, hacen suponer que habrá un involucramiento aún mayor por parte de la cúpula libertaria.
En una línea similar, pero con cierta tranquilidad por los números que emanan las encuestas, el dispositivo de campaña de Es Ahora Buenos Aires que comandan Ana Iparraguirre y Juan Manuel Olmos, maneja una propuesta que se recuesta aún más en las redes sociales, un campo poco explotado por el peronismo, pero habilitando el despliegue militante en los barrios y comunas.
Leandro Santoro se muestra por ahora como único vocero mediático en una campaña que asume la realidad de la Ciudad como principal eje de trabajo, pero que no descuida "la política de la crueldad" desplegada por el mileísmo desde su llegada al poder. Sin resignar la identidad propia, evita levantar los símbolos tradicionales del peronismo o posicionarse en las salvajes internas de otros distritos, y apunta los mensajes políticos contra la derecha local y porteña.
Para eso, combina una campaña tradicional, que se desarrolla en los barrios y comunas, donde los candidatos participan de recorridas junto a los referentes barriales, mientras Santoro participa de un raid mediático exponiendo los ejemplos de abandono y cuestionando los resultados de la transferencia de las funciones públicas al sector privado local.