"No tenemos ningún diálogo con el Gobierno y mientras eso no ocurra no moveremos un dedo", señalaron a Letra P fuentes de UP. Fue por eso que este miércoles no se firmaron dictámenes después de las ocho horas de exposición del magistrado: fue sólo el inicio de una larga rosca, que tal vez nunca termine. Lo más curioso es que nadie del Ejecutivo parece apurado, lo que sugiere que el interés no es en la designación en el corto plazo de Lijo ni del otro postulante, Manuel García-Mansilla, y se conforma con una Corte que no junte mayoría para emitir fallos.
La falta de un cupo femenino en el máximo tribunal fue tal vez el tema que más incomodó a Lijo, porque el reclamo mancomunó a Unión por la Patria y la UCR. El peronismo también le exigió pronunciarse sobre la constitucionalidad de una eventual dolarización. Además, increpado por UP, el juez evitó defender a la mayoría automática del máximo tribunal, que componen Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda. Lijo tiene sintonía con el cuarto supremo, Ricardo Lorenzetti. Sus evasivas fueron un recurso reiterado ante cada consulta sobre temas que podría instruir si llega a la Corte.
Lijo llegó al Senado acompañado de tres asesores, su mamá y su hijo. No tuvo tantos inconvenientes en defenderse de la denuncias por corrupción o por la demora o resolución de las causas, que fueron enarboladas por cuatro detractores a su candidatura: la cordobesa Carmen Álvarez Rivero (PRO), Francisco Paoltroni (LLA); y Carolina Losada y Pablo Blanco, de la UCR.
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Como anticipó Letra P, en su discurso introductorio y en sus respuestas, el juez trató de persuadir a Unión por la Patria, bancada que tiene los votos decisivos para llegar a los dos tercios. Lijo se definió como "representante del Poder Judicial", donde trabajó durante 20 años.
Propuso que la Corte debe enfocarse "en garantizar el acceso a la justicia" y acercar a la gente a los Tribunales. Dejó música para los oídos de UP con algunas propuestas, como darle más autonomía a las cámaras federales y mejorar la producción de sentencias. "Si es necesario, hay que poner plazos", propuso.
Otro centro al peronismo fue plantear un límite a las declaraciones de inconstitucionalidad de las leyes, que tuvo como principal víctima a Cristina Fernández de Kirchner durante su mandato. Lijo pidió que funcione el "sistema de frenos y contrapesos entre los poderes del Estado" y sostuvo que los actos de cada uno de ellos tiene "una presunción de legitimidad", porque la declaración de inconstitucionalidad "es algo grave".
Lijo anticipó que pedirá crear una oficina en la Corte para tratar casos de antisemitismo, como el atentado a la AMIA y a la embajada de Israel. Su otra propuesta será una dependencia sobre casos de violencia de género.
"Nunca me sancionaron"
Lijo tuvo que responder sobre sus denuncias con un dato: en ningún caso, las acusaciones por mal desempeño fueron resueltas y el Consejo de la Magistratura actuó en su contra. "Yo no lo considero idóneo para el cargo", lo acusó la radical Losada. Le siguió en esa línea Álvarez Rivero.
"En 20 años no recibí una sola sanción del Consejo de la Magistratura, nunca, ni una sanción", respondió el juez. Losada y su correligionario Blanco acorralaron a Lijo con un planteo que bien puede complicarlo a futuro. Le preguntaron si estaba de acuerdo con cumplir el cupo de género en la Corte, que Milei ignoró, y ante la falta de respuesta le recordaron que podría estar violando una norma sólo por aceptar la propuesta.
"Le aseguro, le doy mi palabra que no creo que al haber aceptado una propuesta estoy siendo cómplice con la violación de la norma. Esa es mi respuesta", cerró el debate.
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El momento más tenso lo protagonizó Paoltroni, quien tuvo un careo con Lijo. El oficialista le recriminó haber enviado a Formosa la causa contra el gobernador Gildo Insfrán por Ciccone Calcográfica. "El federalismo también son las justicias provinciales", se defendió el juez. La presidenta de la comisión, Guadalupe Tagliaferri (PRO), tuvo que parar al libertario enojado.
El radicalismo no fue benévolo. Vischi le obligó a explicar las denuncias por demoras en causas como YPF y la resolución del caso Siemens, en el que absolvió a funcionarios. Son los gestos que siempre le reconoció la política. Lijo se amparó en el secreto de sumario y explicó que en el caso Siemens lo obligó a un trabajo artesanal en el juzgado por demás complejo. Apretado por su bloque, el radical también le mencionó a su hermano, Freddy, apuntado como lobbista judicial. El candidato a supremo aludió a esas versiones como a "especulaciones" sobre la familia.
Martín Lousteau quiso sacarle definiciones sobre los debates sobre autonomía porteña. Lijo esquivó la mayoría de esas consultas porque, repitió, podría tener que expedirse si llega al máximo tribunal.
Dolarización
El kirchnerismo y Lousteau incomodaron a Lijo con un tema que lo complica frente a Milei: la dolarización. El año pasado, Rosatti sostuvo que es inconstitucional. Consultado por Anabel Fernández Sagasti, de UP, Lijo dijo que tenía una posición, pero que no podía anticiparla.
Lousteau repitió la consulta citando fragmentos de la Constitución y obtuvo alguna mínima respuesta. "Sólo le puedo decir que la Corte y la Constitución establecen pautas mínimas, que deben ser respetadas", apuntó. Pero aún más explícito fue cuando le insistió sobre el tema Juliana Di Tullio y habló de "alguna manera de preservar la moneda". Difícil que le haya agradado a Milei.
Lijo chocó con Andrea Cristina, senadora cercana al gobernador chubutense Ignacio Torres, del PRO, que le exigió dar explicaciones sobre su conducta las veces que fuera necesario. La audiencia se cerró con un alegato de Di Tullio y Mayans contra la Corte, por el fallo que obligó a realizar una nueva composición del Consejo de la Magistratura. El juez no respondió, ni siquiera para defender a quienes podrían ser sus compañeros.