OPINIÓN

Un gobierno nacional enredado y el interior postergado, claves para dibujar un nuevo mapa político

Javier Milei eligió confrontar, rompió puentes y abrió una opción de centro. El 26 de octubre como punto de quiebre en Argentina.

Mientras el Gobierno y la oposición siguen enredados en sus peleas internas y en acusaciones cruzadas que sólo alejan a la gente de la política, los gobernadores decidieron no quedarse mirando. Notaron desconfianza en el electorado y trabajaron a contrarreloj para devolverle un poco de sentido común a la discusión sobre hacia dónde va la Argentina del siglo XXI.

Con recursos propios y poca ayuda del Ejecutivo, avanzan con decisión en sus provincias y, de a poco, dibujan un nuevo mapa político. El 26 de octubre puede ser un punto de quiebre. Podría marcar el arranque de una Argentina distinta, más equilibrada, con una impronta que nace desde el interior y busca correrse del eje porteño que durante años concentró todo el poder en la Casa Rosada.

El ejemplo de una coalición santafesina amplia

Los ejemplos están ahí nomás. No hace falta irse muy lejos de la General Paz. A 300 kilómetros de la ciudad donde atiende Dios, hay una provincia que, bajo el liderazgo de Maximiliano Pullaro, logró algo impensado: una coalición que va desde el Partido Socialista hasta el PRO, pasando por la UCeDé y el PDP.

Todo eso fue posible gracias al trabajo paciente y constante de la Unión Cívica Radical santafesina, que mantuvo la unidad y la calma en un territorio donde los chispazos políticos solían ser moneda corriente.

Los puentes rotos por Javier MIlei

Esa construcción también se alimenta del estilo confrontativo del presidente Javier Milei, que no ahorró descalificaciones para gobernadores y legisladores, sin importar el color político. Críticas que, lejos de tender puentes, rompieron los pocos que había con la presidencia de la cámara de diputados y con los negociadores del oficialismo.

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Javier Milei junto a gobernadores en Tucumán.

Javier Milei junto a gobernadores en Tucumán.

Aun así, al comienzo de la gestión muchos gobernadores mostraron buena voluntad. Lo demostraron durante el debate de la Ley Bases, que tardó más de seis meses en salir. Sin el apoyo de varias provincias, esa ley simplemente no se habría aprobado.

Mientras el gobierno nacional sigue mostrando limitaciones y promesas incumplidas, los gobernadores que entendieron el momento se plantaron.

Usaron la fuerza de sus estructuras locales, más sólidas que las del poder central, y llevaron sus ideas al plano nacional. Lo que empezó como una cooperación entre provincias se convirtió en una propuesta con peso propio, que ahora empieza a marcar el ritmo de la política argentina.

Cuando los extremos se desgastan y las peleas políticas pierden sentido, la avenida del centro se abre. Es una oportunidad para ofrecer una alternativa real y competitiva a la mayoría de los argentinos que quieren vivir mejor que en los últimos 20 años.

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