Rolando Figueroa y Alberto Weretilneck eluden, por ahora, su ingreso a Provincias Unidas.
Los gobernadoresRolando Figueroa y Alberto Weretilneck forman parte del grupo de gobernadores que se reconocen opositores pero, alejados del peronismo, también esquivan Provincias Unidas y hacen rancho aparte en la relación con la Casa Rosada. Juntos, prefieren terminar de darle forma a un bloque norpatagónico para garantizar una negociación sin intermediarios.
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Custodiados por el beneficio que genera Vaca Muerta, los gobernadores de Neuquén yRío Negro se abren paso asociados y enfrentan una campaña electoral desafiante, con similitudes y complejidades particulares. Al rionegrino se le complicó la última semana a partir del escándalo vinculado al piloto Fred Machado, pero confía en un escenario de tercios para sobreponerse y salvar la representación en el Congreso.
El neuquino apuesta a que el ramificado sistema de inversión privada en su cuenca petrolera, con fuerte presencia de obra pública repercuta en un resultado acorde a su enorme expectativa electoral. Aspira a imponerse, con el renovado formato de La Neuquinidad, que incorporó a las partes rotas del Movimiento Popular Neuquino (MPN) en búsqueda de mayor territorialidad.
Gobernadores con rumbo propio
Figueroa y Weretilneck mantienen la distacias con el bloque federal. Están convencidos de su autonomía y confían en el efecto positivo de eludir intermediaciones para alcanzar los mejores acuerdos, alejados de la plataforma que atentan a sus intereses de la Patagonia.
Rolando Figueroa
Rolando Figueroa, gobernador de Neuquén.
“Si sos parte de Provincias Unidas o cualquier espacio, condicionas tus votos con otras provincias que no comparten las mismas problemáticas”, sintetizó un funcionario neuquino a Letra P, en línea con el pensamiento que prevalece en ambas gestiones. El argumento descansa en un dato estructural como las asimetrías fiscales o productivas entre el norte, el centro y el sur del país que, por ahora, hacen inviable una estrategia homogénea de demandas provinciales.
Uno de los factores es el reclamo por la coparticipación federal. Al menos así lo entiende Figueroa, que se prepara para un debate que quema demasiado en la agenda política nacional y mete presión a las provincias. Sus declaraciones coinciden con las publicaciones del Gobierno de Río Negro, que blanqueó una caída superior al 10% de los fondos entre agosto y septiembre.
El bajo peso electoral de Río Negro y Neuquén, relativo en las elecciones nacionales, es otra de las características que condiciona a la dupla. Con distritos medianos y representación acotada en el Congreso, la utilidad de integrarse a un bloque como Provincias Unidas “resulta limitada” por estos días, advierten sus operadores.
En el mejor de los casos, un frente norpatagónico podría aportar cuatro senadores y cuatro diputados, un número relevante pero insuficiente para alterar la relación de fuerzas nacional.
La lectura en ambas gobernaciones apunta a que la verdadera influencia no es la cantidad de bancas, sino el control sobre los recursos estratégicos, como los hidrocarburos, y la energía generada por hidroeléctricas, y de la capacidad de ofrecer “previsibilidad política” a los inversores y al propio gobierno nacional. Desde esa óptica, la autonomía vale más que la pertenencia a un armado para proyectarse electoralmente a nivel nacional.
Federalismo selectivo
Afianzados en su estrategia, tanto Figueroa como Weretilneck respaldan las políticas nacionales que consideran útiles para el desarrollo de sus provincias, pero no dudan en cuestionar cuando se trata de defender la producción local, la educación pública o el financiamiento de obras comprometidas. Eso remarcan cada vez que pueden, sobre todo en campaña.
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Tres gobernadores de la Patagonia debaten el futuro nacional.
El deterioro de las rutas nacionales, temas más que sensible para la dupla que recientemente celebró el fallo para que avancen las obras sobre la ruta nacional 151, una de las arterias más complicadas en todo el sur.
Esa posición los distancia del bloque de gobernadores que busca construir un espacio político propio frente al gobierno de Javier Milei, pero al mismo tiempo los ubica como socios pragmáticos del poder central.
En la práctica, ambos mandatarios administran un equilibrio inestable pero efectivo, al acompañar lo beneficioso y resistir lo que creen nocivo a sus intereses. No necesitan un sello colectivo para sostener esa postura, y mucho menos compartir votos o estrategias con provincias cuyas urgencias no son comparables.
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La pelea por la reconstrucción de las rutas nacionales en Río Negro es parte de la campaña electoral.
Interlocutores válidos
De cara al nuevo Congreso, el verdadero eje de disputa pasará por quién administrará las relaciones con los gobernadores. En ese terreno, Figueroa y Weretilneck seguirán priorizando el vínculo directo con el Ejecutivo nacional, sea cual sea el interlocutor. Aunque existe un claro condicionante, según advierten en el entorno de ambos mandatarios.
Si la intermediación continúa bajo el esquema de Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem, como hasta ahora, difícilmente algo cambie; y la estrategia patagónica de autonomía, negociación directa y defensa de los recursos locales seguirá siendo la misma.